“Nadie puede decir que protestar y machar no sirve para nada, que no son las formas, que no es el tiempo, que nunca es el camino para el diálogo. Mayo de 2021 es una consigna que significa que este pueblo se edifica en las calles. ¡VIVA EL PARO NACIONAL!”
El gobierno colombiano caracterizado por solucionar históricamente sus conflictos con más conflictos escogió una vez más militarizar las ciudades en lugar de escuchar el reclamo de la ciudadanía. El resultado de tal ejercicio tiránico no fue otro que la pérdida de vidas a lo largo de esta inacabada república. A pesar de las críticas el Ejecutivo sigue sosteniendo que el Ejercito en las calles es una medida de contención, bajo el argumento en el cual la Policía es una fuerza de naturaleza civil, es decir, incapaz de garantizar la seguridad en el territorio nacional.
En su discurso de hostilidad, porque claro, no hay otra forma de analizar la alocución de un presidente ante los reclamos de su pueblo que salir con el comandante de las Fuerzas Militares, Eduardo Zapateiro, a enjuiciar a la ciudadanía afirmando que “por la vía de la violencia, el vandalismo y el terrorismo” no se llega a ningún lado, ni mucho menos se van a permitir las vías de hecho en el país. Olvida Duque que sí algo construye democracia e identidad social son precisamente las vías de hecho como un actor de comprensión política en cuanto estas se solucionan en el diálogo y el consenso nacional.
No es de extrañar, que una ciudadanía cansada haya elegido salir a las calles en medio de una pandemia que ha dejado al menos 75.000 colombianos muertos por el COVID-19 y desde hace poco una cifra de más de 400 muertos al día. Por una parte, la indignación se produce a raíz de la reforma tributaria presentada por el Gobierno al Congreso; por el otro, una sistemática guerra que en 2020, según la ONU, sumó 60 masacres y en 2021 se han contabilizado al menos 33; por sí es poco, un sistema de salud precoz que ha estado en el debate público desde Ley 100 de 1993 y al cual pretenden refórmalo una vez más con intereses privados a través del proyecto ley 010 de 2020.
A pesar de las diversas y legítimas razones del pueblo, el gobierno y los medios se empeñan en buscar enemigos y transformar la verdad de cada sucedo. En 2019 la compositora chilena, Mon Laferte, posó en la alfombra roja de los Latin Grammys con el torso desnudo, en el que se podía leer en «Chile torturan, violan y matan». Nada diferente a lo que sucede en este país: en Colombia torturan, violan y matan.
La pelota de quién es el culpable siempre rota. Cada vez que hay un problema social o político, el problema es de todos menos del gobierno. Si no es aquel caudillo de nombre Petro, o Daniel Quintero, o Camilo Romero, o cualquier otro sujeto no afín —completamente— a los intereses de Uribe y su imperio, entonces es la inexistente guerrilla de las FARC. Si no son FARC, entonces es el ELN desde Venezuela auspiciadas por el Castrochavismo. Si no es el ELN, es Rusia con algún plan de adoctrinamiento por medio de la periodista Inna Afinogenova subdirectora del portal de noticias de Russia Today (RT). Si no es Rusia, son los disidencias de las Farc de Gentil Duarte y otros grupos criminales como señaló el ministro de Defensa, Diego Molano.
Sin embargo, de la violencia militar que mata no dicen nada, esa misma violencia que desgarra el llanto y el corazón de la madre de Santiago Andrés Murillo, de 19 años, quien recibió un disparo en el pecho en medio de enfrentamientos con el Esmad, y quien grita “Es mi único hijo, era mi único hijo”. No. A ese tipo de violencia se felicita porque son los únicos “capaces de garantizar la democracia en todo el territorio”
Hoy domingo, 2 de mayo de 2021 el presidente Duque expresa: “Le solicito al Congreso de la República el retiro del proyecto radicado por el Ministerio de Hacienda y tramitar de manera urgente un nuevo proyecto fruto de los consensos y así evitar incertidumbre financiera”. Es una derrota a ese proyecto impopular. Cinco días después. Se demoró en tomar la decisión. No obstante, como he mencionado anteriormente, la ciudadanía está cansada y con enormes problemas a solucionar.
Nadie puede decir que protestar y machar no sirve para nada, que no son las formas, que no es el tiempo, que nunca es el camino para el diálogo. Mayo de 2021 es una consigna que significa que este pueblo se edifica en las calles. ¡VIVA EL PARO NACIONAL!
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