“El universo es generoso, no limitado, el universo es amoroso, no egoísta, las leyes del universo son bondadosas, pero definitivamente justas y perfectas.”
Tengo muy presente aquellos recuerdos estando en las filas de la milicia, tal vez alguno de los que esté leyendo este artículo se identificara con esta historia, o tal vez hayas visto alguna película que traiga a memoria lo que estoy a punto de contarte.
Los primeros meses para todo recluta en las filas es de intenso entrenamiento, ya que todos deben estar en la forma adecuada para lograr cumplir con las posteriores misiones que se ejecutaran en el campo de operaciones.
Sin embargo, las primeras instrucciones que nos daban eran las de marchar; y aunque parezca muy fácil, créeme; en los comienzos puede volverse muy frustrante ya que debes ajustar el paso y el compás a todo el grupo que te acompaña, todos completamente desconocidos y algunos ciertamente muy torpes en su movimiento, nos daban la oportunidad de durar horas y noches enteras tratando de marchar al compás.
Hay una curiosidad dentro de esta disciplina, la cual es la base de la instrucción militar. Cuando el grupo perdía la armonía del paso, el líder ordenaba marcar el compás, en ese momento nos deteníamos en un solo lugar, no avanzábamos ni retrocedíamos solo marchábamos en el puesto, hasta que todos lográramos unificar el paso.
La gran mayoría de personas en la vida están tratando de marchar con su mundo exterior de manera torpe, su conductas y pensamientos son totalmente desincronizados, tal vez inconscientemente o por ignorancia. La cuestión es que jamás lograras sincronizar el paso cuando tú no estás en la armonía correcta.
En la instrucción militar nos enseñaban que no se trataba de ver a los que estaban al lado para lograr el resultado del compás, no seguíamos el mismo patrón. Había que escuchar atentos el tambor que inicialmente nos ayudaba para saber que paso dar, luego poco a poco se iba retirando este sonido, y ya estabas familiarizado con el dentro de tu subconsciente. Lo que te permitía marchar al compás sin perderlo.
Los primeros meses de estas fases de instrucción eran muy agotadores. Estar marcando el paso podría significar no ir a dormir o posiblemente no comer a la hora. Siempre era un recorrido que debíamos terminar, algunos kilómetros tal vez, una ruta que debíamos terminar, pero como te dije: marcar el paso podría significar muchas horas en el mismo lugar, ni para adelante, ni para atrás… Créeme, era muy doloroso.
Necesitamos armonizar nuestra mente con el carácter y las leyes del universo. Como lo hemos hablado en artículos anteriores y si no lo has hecho te invito a que los leas. El universo es generoso, no limitado. El universo es amoroso, no egoísta. El universo regala un perdón constante y no guarda nunca rencor, las leyes del universo son bondadosas, pero definitivamente justas y perfectas.
Usted es la suma total de sus propios pensamientos, usted puede escoger en su mente fantasías y pensamientos negativos. La forma de salirse de la oscuridad es con la luz; la forma de vencer el frio es con el calor; la forma de vencer un pensamiento negativo es sustituyéndolo por un buen pensamiento. Afirme bondad y el mal se desvanecerá.
Me recuerda las palabras encomendadas a una comunidad en filipos, por un buen hombre llamado Pablo:
“Piensen en todo lo que es verdadero, noble, correcto, puro, hermoso y admirable. También piensen en lo que tiene alguna virtud, en lo que es digno de reconocimiento. Mantengan su mente ocupada en eso” Filipenses 4:8.
Necesitamos armonizar nuestra mente con los hábitos correctos y las leyes fluirán a nuestro favor. No te quedes marcando el paso…
¡Avanza!
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