«Las principales economías de la región han dado un paso importante hacia la izquierda en los últimos años”.
Lula da Silva es el nuevo presidente de Brasil al vencer en la segunda vuelta a Jair Bolsonaro. Esto representa mucho más que solo un triunfo electoral, ya que consolida la transición de América Latina hacia ideas más progresistas.
Con el triunfo de Lula en Brasil, la izquierda gobernará al 86 por ciento de la población de América Latina y el Caribe, ya que 18 países de la región tienen presidentes surgidos de esta corriente ideológica.
Las principales economías de la región han dado un paso importante hacia la izquierda en los últimos años.
Gobiernos de izquierda más representativos
En 2018, con el triunfo de Andrés Manuel López Obrador en México, en un entorno en donde la sociedad estaba enojada o decepcionada de tres sexenios gobernados por la derecha y en todos ellos, reinó la corrupción y la impunidad.
A México le siguieron Alberto Fernández en Argentina, y Luis Arce en Bolivia. Después se dio un paso histórico en Honduras con Xiomara Castro, convirtiéndose en la primera mujer que llegó al poder en ese país centroamericano.
En Sudamérica llegaron Pedro Castillo en Perú, Gustavo Petro en Colombia y Gabriel Boric en Chile, luego de que gobiernos de derecha o de ideas más conservadoras, tuvieron periodos largos en el poder en esos países, pero con beneficios muy limitados para la mayoría de la población.
Algunos de estos cambios han sido considerados como históricos, ya que algunos de estos países latinoamericanos nunca habían sido gobernados por alguien de izquierda, como el caso de Colombia.
Así, la transición que se ha dado en América Latina con la elección de gobiernos más progresistas, se consolida de manera definitiva con el triunfo de Lula en Brasil, con lo que se da una nueva configuración geopolítica en el continente.
Las derechas reaccionarias
Pero más allá de los cambios en las posiciones de gobierno, la polarización en las sociedades por temas políticos se han convertido en algo muy peligroso. Paradójicamente, en las últimas décadas del siglo pasado, los violentos y revoltosos eran justamente los representantes de la izquierda.
En las primeras décadas de este siglo, las ideas radicales de izquierda se suavizaron y hasta se confundieron con las de sus adversarios políticos y en el mejor de los casos, todos convergían en lo que los teóricos llaman el centro-izquierda o centro-derecha.
Así, en la medida en que las ideas de izquierda o centro-izquierda se afianzaban en propuestas electorales y fueron ganando posiciones en los puestos de poder, las derechas se fueron debilitando pero al mismo tiempo, algunas se radicalizaron.
De Estados Unidos a Brasil
Los ejemplos de esto lo vemos en los polos del continente. Por un lado en Estados Unidos, Donald Trump es la viva imagen de la intolerancia y el desprecio por algunos principios básicos que han moldeado la política del siglo XXI.
En el otro extremo está Brasil, que con Jair Bolsonaro en la presidencia, impulsó la división social, el enfrentamiento entre los ciudadanos y la intolerancia hacia grupos marginados o vulnerables, todo basado en ideas ultra conservadoras.
Pero el apoyo que recibieron estos dos personajes, que son como los estereotipos de los líderes de las derechas radicales, fue muy grande y llegaron al poder porque una buena parte de los habitantes de esos países votaron por ellos, creen en sus ideas y apoyan sus métodos.
En las elecciones más recientes de Brasil, Bolsonaro recibió más de 58 millones de votos y en realidad fue un proceso muy cerrado, algo que muy pocos habían pronosticado.
Esto hace que posiblemente los próximos candidatos de la derecha en todo el continente, se radicalicen imitando a estos personajes.
Otro detalle que demuestra que Trump y Bolsonaro tienen una interpretación muy particular de la democracia, es que ninguno se atrevió en su momento a aceptar su derrota en las urnas y como una especie de chantaje, impulsaron a sus seguidores a movilizarse y protestar de manera arbitraria.
Trump instigó a sus seguidores a tomar el Capitolio y ahora Bolsonaro permite bloqueos carreteros. Es decir, la derecha se ha convertido en eso que tanto criticaron y denigraron de la gente de izquierda.
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