Luces, cámaras, acción y decadencia…

Ley 63 de 1923: “ARTÍCULO  9. Las sesiones del consejo de ministros como cuerpo consultivo son absolutamente reservadas, y no podrá revelarse ni el nombre del ministro a cuyo estudio haya pasado cada asunto materia de consulta.”


Apabullante ruido el de las balas… Una frontera binacional entre el desasosiego de un cambio sin sentido y el horror de la tiranía cuando se legitima con manos sucias por la sangre fratricida manchadas. Más de 40.000 desplazados y muertos que por escandalosas decenas cuenta Macondo sin que, más allá del amarillismo, alguien proclame justicia con interés genuino de conquistarla. Lecciones del poder cuando es la criminalidad quien lo avala.

Poco parece importarles a los falsos humanistas criollos que ignoran al Catatumbo por carecer de la prensa internacional de la que goza Gaza. La cocaína corroe la mente y ahora las ideologías se basan en el control de las rutas y las plazas; un presidente drogado juega a ser el poeta de una ficción que no es mágica mientras añora revoluciones que se asientan como las guerrillas en la Colombia violentada. Dícese de paramilitares porque las fuerzas armadas por su Comandante en Jefe, están siendo saboteadas.

Casi amanece en las playas de Coveñas y el efecto del Whiskey la economía de todo un país amenaza, la falsa dicotomía entre la plata y la vida solo la creen aquellos que pagan sus cuentas con el trabajo ajeno de personas que en su afán del día a día no notan que sus derechos civiles están siendo castrados mediante la impositiva lapidación de su esfuerzo que se desangra en dádivas dobles y triples de una obtusa y burda burocracia plagada de sicarios digitales que asesinan la ética de una población anonadada.

Al borde de una patria quebrada, un megalómano casi sociópata y sus secuaces abrazan vecinos dictadores y tientan el ego de un narcisista capaz de anular medio planeta en nombre del imperio al que por mayorías manda. Todo transcurre tan rápido que aquel enero de la semana pasada pareciese la crónica de una muerte anunciada; pronunciada por el Ministerio Público y la Defensoría del Pueblo, entre eufemismos, debilitadas.

Ante territorios que padecen reales amenazas, un Reallity Show emerge desde las entrañas del Gobierno para enmarcar la dimensión de estos sucesos en una tragicomedia que refleja los profundos alcances de la decadencia humana. Como buen teatro, este último evento sustrae a los espectadores de la realidad para concentrar la atención en la historia de unos traficantes de votos que como hienas por los sesos de la presa se avalanchan, durante el espectáculo los actores compiten entre ellos con gran talento que desde la tribuna las risas y los aplausos no faltan; es un montaje excelente y tan inmersivo que sus productores de “transparencia” se ufanan, el público está tan entretenido sin notar que son sus propias tripas las que durante la obra sacan.

María Mercedes Frank

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