¿Los salarios altos de los egresados son el resultado de la calidad académica universitaria?

Me senté a escribir esta mi columna semanal para el portal Al Poniente en la biblioteca Efe Gómez de la Universidad Nacional de Colombia en la ciudad de Medellín, atendiendo una inquietud de Ricardo Andrés Suaza González, directivo del Tecnológico de Antioquia y uno de mis antiguos alumnos de Ingeniería Administrativa de la Facultad de Minas de la UN.

Me senté a escribir esta mi columna semanal para el portal Al Poniente en la biblioteca Efe Gómez de la Universidad Nacional de Colombia en la ciudad de Medellín, atendiendo una inquietud de Ricardo Andrés Suaza González, directivo del Tecnológico de Antioquia y uno de mis antiguos alumnos de Ingeniería Administrativa de la Facultad de Minas de la UN.

El amigo Ricardo me insinuó que hiciera una reflexión sobre los salarios de los egresados de las universidades públicas frente a los de las universidades privadas en nuestro medio, ya que algunas mediciones de calidad universitaria le dan un puntaje importante al salario de los egresados como variable de medición.

Antes de presentar mi punto de vista considero pertinente hacer una precisión sobre la categoría académica de las universidades en nuestro medio. Es evidente que en Colombia en un extremo se encuentran universidades de alta categoría académica y en el otro extremo hay instituciones que dejan mucho que desear. En el lenguaje popular se habla de las primeras como “universidades de élite” y de las últimas como “universidades de garaje”.

Pero como el mundo no es de polos opuestos sino de variados matices, en la mitad de estos dos extremos pueden identificarse grupos de universidades que con un trabajo equilibrado y sistemático alcanzan importantes propósitos institucionales. Hay ejemplos de universidades muy destacadas en este rango, que hacen un gran aporte a la educación superior de la nación. Algunas podrían ser destacadas como universidades “élite” en campos específicos del saber.

Por tanto una comparación entre universidades debe hacerse entre instituciones similares, para poder sacar conclusiones con coherencia y además con responsabilidad.

El último ranking Scimago sobre las mejores universidades de Iberoamérica presenta para Colombia cinco universidades públicas y cinco privadas en los diez primeros lugares.

La clasificación de Scimago es la siguiente:

No. 1. Universidad Nacional.

No. 2. Universidad de Antioquia.

No. 3. Universidad de los Andes.

No. 4. Universidad del Valle.

No. 5. Universidad Javeriana.

No. 6. Universidad Industrial de Santander.

No. 7. Universidad del Rosario

No. 8. Universidad Pontificia Bolivariana.

No. 9. Universidad del Norte.

No.10. Universidad de Cartagena.

Mi vida académica me ha permitido ser profesor en cinco de las diez primeras universidades Scimago, experiencia que me facilitará responder al interrogante que me planteó mi alumno.

Tomando como grupo de pares a las diez mejores universidades de Scimago no me sorprende que los egresados de las universidades privadas tengan en promedio mayor salario que sus colegas de las públicas. Planteo que este resultado tiene un “sesgo de clase social” puesto que en las universidades privadas se forman mayoritariamente “los hijos de la dirigencia” y en las públicas estudian masivamente “los hijos de las clases trabajadoras”.

Mientras ocho de cada diez estudiantes de las universidades públicas provienen de los estratos 1, 2 y 3, las universidades privadas tienen una mayor proporción de los estratos medios y altos.

Tampoco me sorprende que los egresados de las universidades privadas tengan mayores facilidades de acceso al empleo y contundentemente mayores posibilidades de ocupar cargos de dirección desde temprana edad. Pienso que esto es obvio porque sus padres son sus propios padrinos y por ende tienen las puertas abiertas no solo en las organizaciones donde laboran sino en aquellas en que trabajan quienes hacen parte de su círculo social y familiar.

Es frecuente encontrar que cuando un joven es presentado en una empresa como una nueva estrella para ocupar un cargo importante, por el presidente o un vicepresidente, en el momento de su posesión, la respuesta del nuevo funcionario es: “gracias papá” o “gracias tío”.

A primera vista puede afirmarse que esto no es ni bueno ni malo, pero lo que sí es claro es que esta es una realidad social que debe tenerse en cuenta al responder a la pregunta que motivó esta columna.

Me permito plantear, como hipótesis, que el resultado de un estudio de lazos familiares de los directivos de las empresas públicas y privadas mostraría que la vinculación y el salario están ligados a los apellidos y a las relaciones de parentesco. Y como dichas familias prefieren que sus hijos estudien en las universidades privadas de “élite”, éstas lograrían una mejor calificación frente a las públicas.

También planteo como hipótesis que en la lectura de parentescos en las grandes ciudades de nuestra nación, (Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla), los grandes cargos de las empresas, públicas y privadas, están monopolizados por quince, veinte o treinta familias, dependiendo del tamaño de su población. Otra hipótesis es que los cargos de dirección se heredan de generación en generación en las grandes corporaciones de nuestra nación.

Pudiera decirse que en el sector privado esta situación es más entendible porque las clases dirigentes son las dueñas de las acciones. Pero en el sector público esta realidad lleva a un desequilibrio social que debería revisarse desde la perspectiva de la igualdad y la democracia.

Aunque si se acepta el discurso de algunos empresarios privados que proponen que “las empresas se deben a la sociedad”, estas instituciones deberían democratizar más sus cargos de dirección. Este sería un  aporte a la equidad y una apuesta para una paz duradera para las nuevas generaciones.

Por lo tanto, respondiendo a la inquietud de mi amigo Ricardo, cabe plantear que la variable “salario de los egresados” no debería ser un criterio de clasificación de la calidad de las universidades colombianas. Aceptar esta práctica es avalar una mentira social.

Otros deben ser los criterios para calificar a la calidad de las universidades: el número de profesores de planta, el número de docentes con estudios de maestría y doctorado, el número de publicaciones científicas, los programas de bienestar, la equidad en el ingreso, etc.

Esta es una columna libre e independiente de Diego Germán Arango Muñoz; Ingeniero, Psicólogo y Administrador turístico; profesor de la Universidad Nacional de Colombia y consultor en Mercadeo Gerencial.

 

 

Bibliografía:

(1). http://www.dinero.com/pais/articulo/las-mejores-universidades-colombia-2015/206751

Diego Germán Arango Muñoz

Ingeniero Administrador de la Universidad Nacional de Colombia Psicólogo, de la Universidad de Antioquia Administrador Turístico, del Colegio Mayor de Antioquia. Especialista en Mercadeo, de le Universidad Eafit. Especialista en Investigación Social, de la Universidad de Antioquia. Profesor de la Universidad Nacional de Colombia desde 1977. Profesor invitado a 35 universidades hispanoparlantes. Consultor en Marketing para más de 350 compañías. Director de más de 3,500 investigaciones empresariales en el campo del Marketing.

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