“Los mismos con las mismas —resolviendo los mismos problemas, de la misma manera— habla de un país loco.”
“Los mismos con las mismas” es una frase recurrente en la política colombiana, y ahora también en la dirigencia gremial, sindical y por consecuencia en la toma de decisiones de políticas públicas de nuestro país. Permítanme entonces contarles una historia que ejemplifica esta temeraria afirmación y con la cual me comprometí a guardar silencio prudente mientras se daba una transición de gobierno, y pues, ya llegó el momento adecuado.
En noviembre de 2021, un evento trascendental tuvo lugar en Colombia: el nacimiento del primer sindicato de empresarios. Este evento fue concurrido por más de 200 personas y fue memorable por su simbolismo.
En la mesa principal contamos con la presencia del Ministro de Trabajo del momento, el Dr. Ángel Custodio Cabrera, su Viceministra de Asuntos Laborales y Salariales, Dra. Isis Andrea Muñoz, el representante de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) Paulo Lizcano, mi gran amigo Cesar González y por supuesto este servidor.
Este evento marcó un hito en el reconocimiento público del primer sindicato patronal en Colombia, que fue el primero de su tipo y no ha surgido otro desde entonces, por lo menos hasta ahora —permítanme un par de años y cambiamos eso—.
Después del evento, el sindicato recibió una invitación del Ministro de Trabajo para participar con voz, pero sin voto, en la Comisión Permanente de Concertación de Políticas Salariales y Laborales. El entusiasmo fue inmenso, ya que esto era uno de los hitos importantes que el sindicato buscaba; preparativos fueron hechos, y mesas de trabajo llevadas a cabo, con la intención de no solo escuchar sino proponer ideas. Nuestra postura estaba clara.
Sin embargo, a medida que se acercaba el día de participación, que podría haber sido el 13 o el 17 de diciembre, no recuerdo con exactitud, el entusiasmo se desvaneció. Recibí una llamada del Ministerio de Trabajo informándome que los gremios y sindicatos en la Comisión habían rechazado la participación de nuestro sindicato. Esta negativa evidenció la renuencia de los actores establecidos a permitir nuevas voces en las mesas de gobernanza. Aceptamos con estoicismo los hechos y seguimos adelante.
Posteriormente, el sindicato buscó participar en el encuentro mundial de la OIT en Ginebra. Al contactar a la OIT, nos informaron que la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (ANDI) estaba a cargo de conformar la delegación colombiana, pues por nuevos protocolo COVID así se había dispuesto. Contactamos a la ANDI expresando nuestro interés en participar. Con entusiasmo mi interlocutora nos manifestó que recibía con agrado esta manifestación de interés, que lo elevaría a su jefe y regresaría con una respuesta en breve.
En efecto, pasada una semana o dos nos informaron que podíamos unirnos a la comisión técnica, pero que debíamos viajar a Suiza en pocos días. Logísticamente fue imposible coordinar un viaje a Ginebra en tan corto plazo (3 días). Nos entonces ofrecieron participar en la comisión observadora virtual, hoy seguimos esperando los enlaces para conectarnos a las sesiones, el canal de comunicación se cortó… Quizá en suiza no hay internet, no lo sé, no pude asistir.
Luego, intentamos establecer un espacio de conversación con el señor Bruce MacMaster presidente de la ANDI, para ellos acudí a la capacidad de relacionamiento propia, pues tal vez no les he contado, pero mi relación con los gremios tradicionales es de vieja data.
Pues bien, en efecto recibí una llamada de su secretaria privada; me entrevistó al respecto de quién era yo y que quería hablar con el señor MacMaster, desafortunadamente ese intento también fue en vano, y hasta el día de hoy sigo esperando el día y la hora para el encuentro.
Ya vamos terminando junio de 2023, y reflexionando sobre estos acontecimientos en el contexto de la coyuntura política y laboral del país hoy, navegando por Twitter, advierto una disputa entre el señor Bruce MacMaster y el señor Maltés presidente de la CUT y miembros ambos de la comisión permanente de concertación.
Con asombro veo que, lo que debería ser un foro para el diálogo constructivo y gobernanza del país, se ha reducido a un galpón de acusaciones de lado y lado que recuerdan a peleas infantiles, y un estridente cloqueo. Este intercambio en Twitter, desprovisto de sustancia y centrado en la retórica y acusaciones vagas, es un indicador de que poco ha cambiado en esa ilustre mesa de gobernanza nacional.
Esta narrativa es un testimonio de las barreras que enfrentamos las nuevas voces y nacientes organizaciones que en Colombia que tratamos de participar en la formulación de políticas públicas y en la gobernanza de nuestro país. A pesar de los avances, los «mismos de siempre» continúan dominando el escenario, y a menudo recurren a tácticas excluyentes y retórica divisiva.
Después de tres años de pandemia y dos años tras un estallido social, es imperativo que Colombia aborde sus desafíos con nuevas perspectivas. Para que esto suceda, aquellos en posiciones de poder deben estar dispuestos a ceder espacio y acoger la diversidad de voces y propuestas que seguro buscan contribuir al debate y procuran un próspero y equitativo para todos los colombianos.
Las mesas de gobernanza deben reflejar la pluralidad del país y ser receptivas a la participación significativa de todas las partes interesadas. Solo así se podrá avanzar hacia soluciones que atiendan los problemas complejos de la nación.
Los mismos con las mismas —resolviendo los mismos problemas, de la misma manera— habla de un país loco.
Todas las columnas del autor en este enlace: https://alponiente.com/author/juannicolasgaviria/
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