No es gratuita, la reiterada apatía por parte de los jóvenes hacia la clase política de nuestro país y el mundo.
Las permanentes denuncias en los medios de comunicación, acerca de episodios bochornosos de diversa índole, se han convertido en elementos determinantes, para que con justificada razón, se acentué el ya desacreditado oficio de la política y de quienes la ejercen.
Pero esa apatía de los jóvenes, hacia la política tradicional, no significa de manera alguna que ella sea un desinterés por la realidad política de nuestro país y de su problemática.
Por el contrario, la juventud actual tiene una percepción, mucho más aguda y mas critica de la realidad de la nación, entre otras cosas gracias al despliegue en tiempo real de la divulgación de los medios, que a su vez asumen cada vez más, un papel de fiscalización de la cosa pública y de quienes en ella intervienen.
Se enfrentan los jóvenes entonces ante un dilema complejo, y es el de decidir si continúan contemplando de manera apática, el devenir de los acontecimientos, o en su defecto se deciden a participar de manera activa y directa en los diferentes procesos de nuestra sociedad, con todos los inconvenientes que ello conlleva, en especial al momento de elegir una dirigencia que va a tomar decisiones trascendentales en nuestro futuro político y social.
Nuestro país experimenta cambios estructurales, a partir de la constitución de 1.991, y ello implica un proceso en el cual los partidos políticos han tenido que ir despojándose gradualmente de muchos de los vicios heredados, de la anterior forma de practicar la política, sin desconocer que muchos lo que han hecho es disfrazar dichos vicios a la luz de la nueva normatividad vigente.
Nunca antes nuestro país, ha tenido, desde la época de la colonia, una responsabilidad histórica tan determinante, como la próxima elección de los cuerpos colegiados, pues serán estos quienes tomen las decisiones más trascendentales para el futuro de nuestra nación.
Lo que realmente se halla en juego es precisamente, la consolidación de una serie de procesos, que permitirán una transición definitiva, para dejar atrás ese país feudal y de ideas retardatarias, a las cuales la derecha radical se opone de manera vehemente.
Será, ese próximo congreso en el cual se debatirán, las condiciones bajo las cuales se suscribirá una paz, que sea decorosa para todos, sin exclusiones, y le corresponderá de igual manera diseñar una ley de punto final, en la que todos los colombianos podamos dejar atrás cincuenta años de violencia fratricida
Corresponde entonces, a todos y cada uno de los nacionales, pero en especial a la juventud, asumir responsabilidades que, para contribuir al renacimiento de un nuevo país.
[author] [author_image timthumb=’on’]https://scontent-a-ord.xx.fbcdn.net/hphotos-prn2/t1/1551464_10151940129604514_1570313090_n.jpg[/author_image] [author_info]Mauricio Zuluaga Ruiz Fue presidente del Concejo de Medellín, Senador de la República y Representante a la Cámara. www.zuluagaruiz.com [/author_info] [/author]
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