Los invisibles

la cosmovisión moderna de la familia y la valorización de la sexualidad en la humanidad , tiene una  evidencia de  culpabilidad en las calles


Allí cerca de la calle oscura, entre basura y humo un pequeño niño se encuentra, está llorando con frío y con varios días sin comer, su estómago cruje y duele cuando trata de moverse, sus costillas son bastante notorias y sus ojos parecieran explotar, su piel ennegrecida por el asfalto y de los días sin dormir revolcándose entre sus pequeños cartones.

No hace falta decir que esta es la realidad de muchos de los niños en Latinoamérica, uno de los continentes más desiguales, pero sobre todo, uno de los territorios más hostiles para que viva un niño, la desintegración moral de las familias, sumado a la carnicería voraz de los sectores políticos junto con siglos de deformación cultural, están cada día llevando más niños al abandono.

Pero la pregunta es, ¿Dónde radica tal aumento de niños en la calle, pasando tales sufrimientos y condiciones tan desfavorables?

¿Dónde están los padres, qué pasa con la familia?

Bueno, la realidad es que podríamos quedarnos acá argumentando y preguntando cual es el origen de tal cuadro narrado al inicio, lo cierto es que, este hemisferio del mundo ha llegado al aberrante número del 82% de niños traídos a este mundo, fuera de la familia, o de padres separados.

Por supuesto no es el único factor que nos lleve a concluir, el por qué tenemos que desgarrarnos la mirada viendo a un pequeño en las calles; pues la desigualdad social también juega un papel importante en este problema social, el alcoholismo, la drogadicción y muchas otras variables, pero, en definitiva, la cosmovisión moderna de la familia y la valorización de la sexualidad en la humanidad hoy en día, está profundamente ligada y con alta evidencia de presunta culpabilidad.

Si analizamos la psique social o el pensamiento común homogeneizado, sabemos que, aunque el estado es ampliamente implicado en esta degeneración social, las personas siguen siendo libre de escoger y tomar decisiones por si solas, por lo menos, si no es en todo, al menos sí, en con quien, se meten a una cama o no.

Los niveles de infidelidad son otro de los factores que apalancan la aceleración de los niveles de abandono de los niños, junto con el descuido y de sus madres, que muchas veces no encuentran otro lugar más para poder alimentarse, que vender su cuerpo por un par de billetes y que sus hijos como un tipo de conciliación acepten esto por mera supervivencia.

Este es el panorama latinoamericano de muchas personas que hoy los llamare, los invisibles.

Los invisibles, ciudadanos de cuarta categoría para muchos, meros sacos de carne que ocupan el espacio público e incomodan el paisaje, aunque siguen siendo invisibles.  Los niños, aquellos que no decidieron precisamente nacer en esas condiciones pero que sin embargo tienen que cargar con esa cruz porque no tienen, o por lo menos no se vislumbra una luz que los saque de tan atormentador destino.

Los invisibles son aquellos nunca antes vistos, pequeñas sombras que aparecen de vez en cuando al lado de nosotros por las calles, tal vez una vocecita abras escuchado alguna vez, pero siendo sinceros fue tan débil que ni cuenta nos dimos, ellos son los invisibles, dientes de leche, de zapatos pequeños rotos, con camisones grandes que parecen más  vestidos largos, invisibles que jamás han visto un colegio, un abrazo de una familia amorosa y mucho menos una cama caliente con el juguete de moda en sus brazos para dormir.

Ellos son los invisibles…

¿Qué harás tu para que uno, al menos uno, deje de pertenecer a estos invisibles?

Hagamos que dejen de ser invisibles…

Y tomemos enserio la familia


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Alvaro Jorge Acosta Peña

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