“La Universidad de Medellín es la primera y -hasta donde los estudiantes sabemos- la única universidad del Valle de Aburrá que, sin que se haya acabado la pandemia, ordena de manera absoluta la presencialidad, aceptando solo algunas excepciones para casos especiales. ¿Es este el cambio de administración del que tanto se habló en la prensa? ¿Vino Federico Restrepo a imponerse a la fuerza por encima de la comunidad estudiantil?”
Esta semana, los estudiantes de la Universidad de Medellín se llevaron una gran sorpresa cuando fueron informados mediante un video de Facebook live que durante el segundo semestre se exigiría la asistencia presencial de los estudiantes al claustro. Más de 2700 comentarios dejaron registrados el inconformismo del estudiantado. En varios pantallazos tomados por los estudiantes en Facebook incluso se muestra como el estado de matrícula cambia sólo de la modalidad “remota” a la modalidad “presencial”. La Universidad entonces engañó a los Estudiantes haciéndolos pensar que habría alternancia, esperando a que se matricularan, y después imponiendo la asistencia obligatoria.
Para las directivas y representantes, la presencialidad es fundamental para mantener lo que ellos denominan la calidad académica, y por esto, se han referido a los estudiantes que han mostrado su descontento ante esta decisión unilateral, como perezosos. En Nueva York el Gobernador Cuomo obligó a todos los estudiantes de las universidades públicas a asistir a estudiar presencialmente, es cierto, pero los vacunó primero.
La Universidad de Medellín es la cuarta universidad más rica de país pues tiene un patrimonio de 800 mil millones de pesos.
Si la Universidad quisiese la presencialidad de forma tan urgente, para ser los primeros, hubiesen podido comprar las vacunas para los estudiantes, en lugar de eso, han elegido invertir el dinero en fondos fiduciarios, fincas, acciones en las bolsas de valores, de manera tal que, pese a que las matrículas suben año tras año, nunca se transfieren los beneficios a la comunidad, sino que se consolidan capitalistamente en instrumentos financieros que controlan los administradores sin ningún tipo de supervisión o participación de la comunidad.
La Universidad de Medellín es la primera y -hasta donde los Estudiantes sabemos- la única universidad del Valle de Aburrá que, sin que se haya acabado la pandemia, ordena de manera absoluta la presencialidad, aceptando solo algunas excepciones para casos especiales. ¿Es este el cambio de administración del que tanto se habló en la prensa? ¿Vino Federico Restrepo a imponerse a la fuerza por encima de la comunidad estudiantil? Eso parece, todo sea por figurar en medios y ser los primeros, pero al buscar la fama, terminan convirtiendo a los estudiantes y sus familias en ratas de laboratorio.
Las matrículas de los claustros universitarios, suben y suben, por encima de la inflación, pero los estudiantes de las universidades privadas, tienen que endeudarse para salir a un mercado laboral donde los sueldos están estancados hace años y hay pocos prospectos de movilidad social.
A diferencia de lo que sucede en las universidades públicas, donde los estudiantes y las directivas deben alcanzar consenso por el carácter público y político de estas instituciones, en las universidades privadas los estudiantes están a la merced de los caprichos de los administradores. En ningún otro tipo de institución colombiana, como la universidad privada, se confirma más el viejo adagio de que a menudo las personas terminamos pagando por su propia subordinación.
Los estudiantes, para las Universidades Privadas, pareciese que hace mucho tiempo dejaron de ser seres humanos, y ahora no son, sino objetos de explotación de entidades que afirman, sin sonrojarse, que son sin ánimo de lucro. Ahora por tener miedo a ir a la universidad, contagiarse y morir, una universidad que no los vacuna, que no les ofrecer garantía, algunos profesores y estudiantes han tomado el camino de burlarse de las dificultades de las personas y llamarlos perezosos. Pero ¿Dónde queda la pereza e irresponsabilidad de las directivas, que no anunciaron su decisión con tiempo, que no compraron vacunas, y que no intentaron sostener ningún diálogo con la comunidad? Es hora de que los estudiantes enviemos un mensaje fuerte y claro de que la Universidad ya cambió y no puede regresar a los autoritarismos de otras épocas. Lo contrario es atropellar a la comunidad académica y poner en riesgo la vida de los estudiantes que aún no están vacunados. Los Estudiantes de la Universidad de Medellín exigen la alternancia y ya han colocado una tutela para hacer valer sus derechos. No se puede jugar con la vida de las personas.
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