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Los dominios de la muerte

«No es una buena propaganda para la guerra el ver lo que le hace la experiencia de combate al alma humana»

John Huston


Los dominios de la muerte son estas selvas y breñas. La muerte se enseñorea y exhibe sus muslos sifilíticos.

La violencia existe en todos lados. Pero el grado de inhumanidad, sevicia que ha alcanzado en Colombia no tiene parangón.

Para dejar de reciclar la violencia, como diría Camilo Torres Restrepo, y dar paso a sociedades capaces de tramitar sus conflictos sin violencia, como expondría Estanislao Zulueta, necesitamos ponderar críticamente los resultados obtenidos por los distintos gobiernos en cuanto a la reducción de la violencia.

Necesitamos identificar las noches nefandas del congreso, donde la clase política aunó esfuerzos con las fuerzas de la violencia homicida.

Señalar la corruptela de la toga que favoreció con sentencias, desapareciendo pruebas, salvando a los infames de la justicia.

Pero también las responsabilidades del pueblo en los escenarios de la violencia homicida.

De esta manera, analizando las variables y su cambio, podremos entender en dónde está la causa y como darle solución.

El Centro Nacional de Memoria Histórica ha elaborado un vasto material sobre las abominaciones, la carnicería de las horribles noches que se niegan a cesar.

Sin embargo, hay políticos que continúan con su negacionismo.

Desde tiempos pretéritos se está estudiando el origen y las consecuencias de esa violencia -la que lleva mayúscula -y de las miles de violencias virulentas que pudren esta nación desde su gesta épica.

Pese a que hay intelectuales que nombran a Colombia como la panacea de la democracia.

Por ello no quiero ahondar más en el análisis de la violencia, sabemos sus causas y consecuencias, sus generadores y los vástagos que la sufren.

Es por ello que el objetivo de nuestro interés es el hacer tangible el fastidio ante la violencia, generalizar el descontento a esta.

Si se analizan las variables propuestas anteriormente, será sencillo descartar por completo las propuestas de los heraldos de la violencia, cualquier ley, cualquier demagogia que se asiente en la violencia homicida.

Este es un llamado a condenar al ostracismo al verdugo que nos llama, consciente de los beneficios que obtendrá, para que nos dejemos degollar voluntariamente por el cuchillo de sus mercenarios y mesías.

Es un llamado para que miremos al campo colombiano, ese campo desconocido, complejo, dantesco, anegado en la sangre de sus hijos, en descenso vertiginoso hacia la violencia monstruosas.

Miren la regresión en que yace el campo colombiano y nadie podrá negar las causas. El campo es la señal de alarma del estado general de la nación.

Este es un llamado para que nos cuidemos, nos organicemos y defendamos lo que queda de pueblo, de rebeldía y amor a la libertad, de todas aquellas maquinarias de la muerte que acechan a nuestras mujeres, nuestros niños, nuestros jóvenes.

No olvidemos que hay políticos que se lucran de la violencia homicida. Si se desaparece la víctima no hay necesidad de verdad o reparar.

No olvidemos que hay proyectos políticos, formas de Estado y todo un andamiaje institucional que se sirve de la violencia homicida. No olvidemos que los falsos positivos fue una forma de violencia homicida instrumentalizada.

También fue una guerra a la juventud; toda la seguridad democrática fue una guerra declarada la juventud, porque es la juventud  la que exige vida digna.

Pero sobretodo, esto no es un llamado a defender tal o cual bandera política, la ley de Kafka nos enseñó que son los mismos.

Es un gritó de rabia por defender la vida asesinada, una risa estruendosa contra su teatro de sadismo y crueldad, es el desdén en todas sus formas a los símbolos de la violencia.


Adenda.

Lean el resto de las columnas. Les dejo el enlace: https://alponiente.com/author/anti_venom2395/

Vicente Rojas Lizcano

En mis inquietudes esta la búsqueda de una forma autentica y novedosa de retratar las problemáticas sociales (conflictos armados, emergencias ambientales, actualidad política, la cultura). Ello me ha llevado a incursionar en la novela de ideas, el cuento, y demás formas narrativas como herramienta de teorización sobre la política y la sociedad.

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