Hay viajes de distintas duraciones, en diversos medios de transporte, diferentes presupuestos y con múltiples tipos de compañía que, dependiendo de la combinación de factores, hará que el recorrido sea más o menos entretenido, más o menos cómodo y más o menos memorable.
Indiscutiblemente, sin importar qué tan corto sea el trayecto, siempre vamos a querer prepararnos para no aburrirnos y tener la sensación de que el viaje se hizo más corto y llevadero. Por lo anterior, no es extraño que entre los corotos de mano no nos falten ciertos objetos como un juego de naipes, una revista, un libro, un iPod o MP3, sudokus, crucigramas, videojuegos o un DVD portátil con películas.
Algunos de esos elementos funcionan para quienes viajan solos y prefieren no hablar con el viajero del lado; aunque siempre habrá la señora que sale por primera vez de su pueblo, ciudad o país o que monta por primera vez en avión y quiere compartir con su compañero de camino (si no alcanza a hacerse el dormido) esa primera experiencia. El solitario viajero no hace muchos comentarios, se limita a sonreír y tan pronto como encuentre una brecha en la conversación, hunde la nariz en su libro o se pone un par de audífonos para cortar el contacto.
Hay otros trotamundos que prefieren viajar acompañados de amigos, música, risas y paradas a comprar mango, bolis y pandequeso. No hay afán de llegar al destino final ya que parar en cuanta fonda y tienda de camino haya al borde de carretera es parte del paseo.
Alguna vez en la vida hemos viajado en el rey de la carretera: el Thermo King. Durante estos recorridos, nos encontramos con ciertos personajes que rápidamente hacen amigos y se aseguran de que el paseo comience desde que el bus arranca. Este paseo se hace entretenido gracias a ese excursionista que hace graciosos comentarios y lanza sus chistes a todo pulmón. Nadie se puede quedar dormido porque corre peligro de convertirse en el blanco de burlas. Este viaje que puede oscilar entre ocho y doce horas, se siente como de tres y lo más seguro es que lleguemos sin voz de gritar, cantar y reír.
Hay turistas que prefieren dormir e incluso cargan almohada. Generalmente, son considerados mala compañía porque caen en un profundo sueño con
el encendido del motor. Algunos son dormilones por naturaleza y otros inducen el sueño pero ambos pernoctan porque prefieren arribar en un abrir y cerrar de ojos.
Las familias con niños se tienen que inventar otras estrategias para entretener a los pequeños impacientes que preguntan “¿ya llegamos?” cada cinco minutos. Si es un viaje por tierra, lo más seguro es que terminemos por contar todos los carros, vacas y perros que veamos en la carretera o que busquemos nubes de distintas formas y que paremos mil veces a hacer pipí. Si es en avión, llevamos libros para colorear, cuentos y música infantil, todo para evitar el llanto que tanto incomoda a los demás viajeros.
Se acerca la Semana Santa y muchos ya estamos empacando maletas. Pensemos qué necesitamos empacar para hacer el viaje más agradable en caso de que haya retrasos en vuelos o congestión en la vía. ¡Felices vacaciones!
[author] [author_image timthumb=’on’]https://scontent-a-iad.xx.fbcdn.net/hphotos-prn2/t1/1796567_10151937446853683_326852548_n.jpg[/author_image] [author_info]Sandra Gaviria Monsalve Licenciada en Lenguas Modernas de la Universidad Pontificia Bolivariana con Maestría en TESOL de West Virginia University y Maestria en Educación de Maharishi University of Management. Comunicadora Social de la Universidad EAFIT. Ha sido colaboradora de la Revista El Eafitense y publicado algunos artículos en el Periódico el Mundo de Medellín y ADN. Leer sus columnas.[/author_info] [/author]
Como es de rico viajar me hiciste acordar de mis viajes por todo el departamento y algunas ciudades que he visitado, cuando trabajaba con Mamá y papá ó cuando me escapaba para Cali y Pereira. rico muy rico viajar.
De acuerdo. Viajar es un placer!!!