¿Cómo fue que comenzó a hacer política hasta llegar al Congreso?
L. F.: Yo soy campesino, vengo desplazado de Ituango. Soy víctima del conflicto por la violencia, como ocho millones y medio de los colombianos. Llegamos a una vereda en Bello y luego llegamos a la ciudad. Concretamente, en Bello comenzamos una actividad más de lo social: más de tocar tambores, bailar danzas, soñarnos el deseo de transformar este mundo. Siempre lo hicimos desde las cafeterías, como unos utópicos, y nunca pensamos en meternos en política.
Sin embargo, llegó un momento en donde nos dimos cuenta de que existían unos clanes familiares que se apoderaron de todo y fue ahí cuando tomamos la decisión de participar en política, en el 2007. En un principio fue por el Polo Democrático Alternativo. Quisimos entrar en ese partido porque queríamos ser alternativos, porque en últimos todo lo otro es lo mismo: o liberal o conservador, o cambian de colores pero son la misma cosa. Supusimos que en Bello necesitaba otra alternativa más de lo social que recogiera las inquietudes de los grupos sociales.
Posteriormente hubo una ruptura con el POLO por situaciones internas y porque llegaron muy malas prácticas, como las de Samuel Moreno por ejemplo. Había que renovar ese partido pero lo que pensamos fue que ya no nos sentíamos representados allí. Entré al Verde desde esa época y aspiré al Concejo de Bello en el 2011, logramos sacar dos concejales. En Bello no salía un concejal de otra corriente que no fuese la tradicional desde la década de los 70’s, y ahí fue cuando comenzó el punto de quiebre en Bello, porque la gente comenzó a darse cuenta de que lo alternativo era necesario.
Entonces, ¿qué marcó la diferencia en la campaña al Congreso?
L.F.: Nos volvimos una inspiración para los jóvenes, entramos a la campaña a la Cámara sin ninguna opción, sin plata, sólo con la fuerza de las ideas y los sueños. Aquí mucha gente donó los volantes, las tarjeticas, su tiempo, y con eso fuimos andando, además de un préstamo del partido por reposición. Queríamos abrir espacios no sólo en Bello o en Medellín sino en el resto de Antioquia, entonces estuvimos en otros municipios en los cuales la gente no veía esperanza; logramos que la gente la entendiera. Todo se vuelve una esperanza. La gente dice que el único congresista que ha vuelto a las regiones después de ganar he sido yo, y eso es sumamente importante.
Pero ojo, el proceso no puede ser sólo León Fredy y ya somos un colectivo entero. Porque si no, entonces pasa lo que pasó en Latinoamérica: si no es Chávez, entonces no es nadie más, si no es Correa tampoco, si no es Evo no funciona, y eso no puede ser así. Si toda esta transformación no se da desde los jóvenes como colectivo completo, entonces nada de esto tendrá sentido.
Una vez en el Congreso, ¿cuál fue la mayor dificultad que enfrentó allí?
L.F.: Para mí la mayor dificultad es que el Congreso no legisla para la gente. En su mayoría, legislan para multinacionales, empresarios y demás. Es decir, para aquellos que los financiaron. Un ejemplo con la ley de las telecomunicaciones: el 70% del Congreso ha sido financiado por RCN, Caracol, Claro y demás, entonces cuando se presentó el proyecto, fue un proyecto que los iba a beneficiar y aunque acabaran con el cliente y la conectividad, eso no se iba a discutir adecuadamente en el Congreso.
Otro ejemplo es lo que pasó con la casa por cárcel para los corruptos. Lo hundieron porque ya todo lo tenían armado a su conveniencia, entre los centros políticos poderosos. No sólo es entonces que el Congreso no legisla para la gente sino que tampoco se autoregula, no tiene control a sí mismo.
Yo me pregunto cuál es el problema con mostrar cada uno las cuentas fiscales o los votos que hacemos en los proyectos, etc. El caso del Fracking es otro ejemplo: cuántos congresistas que se hicieron llamar «ambientalistas» votaron en secreto por la aprobación del Fracking en el Plan Nacional de Desarrollo. Entonces yo creo que tenemos que insistir en cambiar el Congreso.
¿Qué opinión le merece la decisión de su partido de rechazar la entrada de Santrich al Congreso?
L.F.: Yo toda la vida me la he jugado por la paz. Esto, porque los que hemos estado en medio de este conflicto queremos la paz. Cuando uno enfrenta la realidad de este país y los problemas que han causado la guerra y luego quiere apoyar a que cesen, es porque uno quiere la paz. En el plebiscito yo me la jugué con toda, arriesgando incluso la vida, con tantas amenazas que tuve.
Lo de Santrich fue un malentendido. Yo siempre he insistido en que hay que des-santrichar el país y la paz, porque donde mejor saben jugar los Uribisitas es en el campo de la guerra. Si vamos a su campo, nos van a «goliar», pero si no, ganará la paz. También tengo que decirlo: yo no estuve de acuerdo con ese acto del Verde, porque se reunieron ellos, sin mí, y fue una decisión impuesta por varios de ellos. Para mí, respecto de Santrich, siempre es fundamental la presunción de inocencia, el debido proceso, el derecho que tiene él de defenderse y demás. La paz no es una sola persona.
De hecho, si alguien ha trabajado juicioso en el Congreso son los de la FARC. Esa gente es disciplinada, son los primeros que llegan a los debates, están en la agenda pública, nunca faltan a las sesiones y demás. Pero no es sólo Santrich: ¿qué pasa con los trece mil excombatientes que están en las regiones y en las ciudades que trabajan en situaciones económicas difíciles?
El cartel que me tocó sacar, que decía «defendemos la paz, no a Santrich», tuvo un mensaje equivocado. Yo nunca me voy a oponer a nadie. Quiero que juzguen de la misma forma a Santrich que a Margarita Restrepo. Para mí todos deben confrontar las cosas por igual en debido proceso. Lo que sucedió entonces fue sólo un linchamiento de los que no entienden la lógica de la política, porque la gente que me conoce sabe cuáles son mis convicciones y sabe que no tengo ninguna ambigüedad para defender las causas de la paz.
El Presidente Iván Duque estuvo reunido con César Suárez, ¿qué opina de ese encuentro?
L.F.: Eso es fatal. Él ya es un condenado. Ellos apoyaron a Duque y éste último no va a decir que eso fue un error de protocolo Fue una falla premeditada porque él tiene unos intereses políticos y nos parece muy raro que el presidente Duque atienda en su agenda en Medellín a Cesar Suárez y no esté con los estudiantes, por ejemplo. Esa familia tiene prófugos de la justicia y condenados. ¿Cómo no va Duque a saber eso, cuando eso es de público conocimiento? Además, va diciendo que va a abrir un espacio en la Casa de Nariño para hablar con ellos. Es aterrador el mensaje que envía el presidente con eso.
¿Qué consejo le darías a los jóvenes que quieren lanzarse en política?
L.F.: Yo invito a todos los jóvenes a que se lancen a la política sin temor. La única opción de este país es una juventud preparada y con las dinámicas propias de los jóvenes. Sueños e inspiraciones; ellos siempre van a tener recursos, porque nadie más dinámico que ellos para lograr lo que se proponen. Nada puede ser un obstáculo en ellos para la política y menos los recursos económicos. Los invito a que se construyan esta vaina de forma diferente.