Lo complejo de amar en la contemporaneidad

Primera columna

“(…) El amor no se dirige a lo bello, como crees, sino a concebir y nacer en lo bello” 

Uno de los problemas más comunes que tienen las personas en la contemporaneidad parte precisamente del sentimiento de amar. ¡Claro! Podemos verlo como un problema que ha sido histórico, que se transforma según el contexto, las distintas formas de expresión y un sinnúmero de situaciones culturales que hacen de ello un fenómeno que ha estado y estará indiscutiblemente en el tiempo. Y se habla de fenómeno básicamente por lo complejo que resulta para los seres humanos amar.

En las épocas actuales, algunos pensarán lo mucho que ha cambiado tener una relación hoy a como era hace 10 años o más. Constantemente se ve en las redes sociales distintas maneras en que las parejas expresan su amor: restaurantes lujosos que visitan, los viajes, regalos que, en sí, parece ser más significativo cuando tienen en su esencia un nombre -parece que ello le otorga más valor que significado-, algunas fotos con mensajes que expresan sentimientos personales hacia esas personas tratando de mostrar lo cuanto aman a la persona, como si fuera un asunto de cantidad más que otros aspectos.

Sin embargo, al ver tanto contenido en redes, hay patrones que, ya no son precisamente acciones voluntarias de crear sentimiento sino más bien, es el cumplimiento de las demandas o exigencias del consumo ¿Por qué? Simplemente, el capital necesita que aquel que ame, consuma. Es donde encuentran oportunidades de ofrecer y vender: mostrar, regalar y entregar son lógicas que no permiten que en su núcleo esté la opción de que el ser se entregue al otro; porque al hacerlo, renuncia a su narcicismo diría Byung Chul Han. Entonces, el término amor está en problemas, tiene una crisis.

Amar implica indudablemente consigo sacrificio, renuncias, asumir responsabilidad con el otro; es algo que implica intrínsicamente. Un ejemplo de ello lo hace Roland Barthes al explicar lo importante que resulta el contacto como lo es un abrazo para la relación con el otro: es desistir de sí mismo para crear una conexión con el otro. En otras palabras, el amor crea lazo; permite entregar vergüenza, tristezas, alegrías, momentos, palabras, sonidos, etc. Son todos los momentos que vienen tras tomar la decisión de querer estar con otra persona, es todo aquello que pueda simbolizar y sentir por el otro.

Pero, en la contemporaneidad el sujeto del consumo no quiere asumir riesgos, no desea sacrificar su narcicismo, aunque sus acciones y lo que trata de mostrar quisiera reflejar algo diferente. No quiere reconocer a ese otro que también sufre, un otro que también exige y demanda; es más como si sólo buscaran relaciones que no impliquen ningún tipo de malestar, que no obstruya ningún deseo personal, una relación que no genere ningún tipo de angustia, que sólo genere efectos de placebo y no de dolor. Y ese es un gran problema porque amar duele.

Ese es uno de los malestares que más carga la gente, preguntas como ¿Por qué amar duele? ¿Qué es lo que quiere de mí? Suelen ser preguntas que toman como difíciles, buscan constantemente relaciones que generen más satisfacción ideal que dolor real. Y no es un asunto de masoquismo, es un asunto de tomar decisiones y asumir: Estamos en una sociedad que es incapaz de decidir y de aceptar. Solo se sostiene en un plano de fantasía, el amor se ubica ahí donde funcione a favor de objetivos personales o culturales, ha sido mercantilizado y mecanizado.

Y ahí es donde la literatura ha mostrado el costo del amor, siempre ha sido la relatora de la verdad en ese aspecto. Voltaire con Cándido, Apuleyo con Eros y psique, y muchos más siempre han dado a entender que el amor es una constante búsqueda del ser, del contacto, de lo sencillo y complejo. La constante queja contemporánea es simplemente una negación a la realidad de las relaciones sentimentales, se convierte en un dolor de cabeza para cada quién. Pero a pesar de tanto evadir, inconscientemente continúan buscando quién los ame y los comprenda a pesar de que no quieren renunciar a sí mismo.


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Andrés Felipe Alzate Mosquera

Soy psicólogo, candidato a Magister en psicología y salud mental

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