“rechacemos y condenemos a los ciudadanos que creen en la muerte y la violencia, rechacemos el paramilitarismo en Colombia”
En el horizonte de los cielos llaneros se desvaneció la esperanza. En las aguas guajiras se hundieron los sueños mientras en las montañas antioqueñas asesinaron la fe: Es esta la realidad de una Colombia azotada por la violencia, el crimen, el narcotráfico y el desconocimiento de las realidades en conjunto con la carencia de empatía por parte de una sociedad marcada por la idea del individualismo moral y ético.
La incoherentemente nombrada ‘’Limpieza social’’ es una práctica violenta que consiste en asesinar a jóvenes, líderes sociales, trabajadoras sexuales, delincuentes y hace algunos años se han sumado a esta lista de la muerte los extranjeros (únicamente sin son venezolanos). Guiados por ideas populares tales como ‘’árbol que nace torcido, jamás su tronco endereza’’ o ‘’árbol que no da fruto, cortado debe ser’’, estos grupos conformados por ciudadanos y paramilitares han perpetuado más de 5.000 asesinatos entre 1988 y 2013, esto, según las cifras estudiadas por el CINEP.
Lejos de ser una práctica decente como muchos colombianos la ven, la limpieza social es la consecuencia de una fragilidad institucional por parte de los gobiernos, que desentendidos de las realidades de sus ciudadanos se han robado los fondos que deberían ser invertidos en educación, cultura, oportunidades y deporte. Por si fuera poco, no les ha bastado con robarse los dineros públicos, sino que además, han estigmatizado, segregado y olvidado a toda la población carente de oportunidades académicas, culturales y laborales. Esto ha desencadenado en el aumento de los índices de inseguridad, de desescolarización, de muertes, entre otros más dolorosos. con el pasar de los años estos índices no disminuirán, por el contrario, la violencia en Colombia solo irá en aumento mientras se polariza y se aumenta la división entre algunas clases favorecidas y las clases del olvido.
Es más que doloroso ser testigos de cómo un colombiano desde la comodidad de su casa y al calor de un tinto aprueba y apoya la muerte de alguien nacido en su misma tierra pero que no tuvo la fortuna de contar con educación, prácticas deportivas, culturales, o al menos con oportunidades laborales. son 90.000 colombianos los que han tomado el camino de la delincuencia, unos por la obligada situación y otros simplemente por el gusto al dinero fácil, sin embargo, cuán diferente sería la suerte de un país en el que sus ciudadanos contaran con oportunidades para educarse, para entretenerse y para trabajar. Esto no sucede porque a las clases tradicionales les resulta contraproducente educar a una población que después de educada no volvería a elegir a personas de este tipo. es por eso, que a los que con las uñas y el sudor de su frente se han educado para posteriormente elevar su voz de protesta los han silenciado con las balas y el estigma de guerrilleros.
Seamos empáticos con las clases olvidadas, quitémonos la venda y entendamos que somos igualmente víctimas de la clase tradicional corrupta, rechacemos y condenemos a los ciudadanos que creen en la muerte y la violencia, rechacemos el paramilitarismo en Colombia, pero principalmente desgastemos nuestra voz pidiendo ¡EDUCACIÓN, EDUCACIÓN Y OPORTUNIDADES, OPORTUNIDADES Y CULTURA, CULTURA Y DEPORTE, DEPORTE Y EMPATÍA!
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