“las políticas, deben ser evaluadas por los resultados, no por las intenciones. Predecir el colapso de un régimen socialista es como jugar a la lotería, sabes que va a suceder, pero no sabes cuándo.”
Contrario a lo que dice la fútil izquierda, tal como lo decía Milton Friedman “las políticas, deben ser evaluadas por los resultados, no por las intenciones”. Basados en eso, podemos decir que hasta la fecha, que solo el libre mercado y el modelo de libre comercio, es lo único que sostiene una buena economía y una sociedad pujante.
Cuando hablamos de libre comercio o libre mercado, nos referimos a una dinámica comercial regida por las llamadas leyes de la oferta y la demanda, es decir, por los factores que participan en el mercado, con las menores formas de intervención del Estado como ente regulatorio. En otras palabras, se trata de una situación comercial abierta, en la que las transacciones están poco controladas mediante impuestos, restricciones y otras trabas artificiales.
Contrario a lo que dijo hace poco el presidente Petro que, si seguimos el modelo de libre comercio la humanidad se extinguirá. Nada más falso y demagógico que eso… Durante toda nuestra historia, el modelo abierto y de libre mercado es lo único que garantiza la libertad para el individuo y la restricción del estado en la vida de los individuos.
En el momento en el que está Colombia después de una pandemia y un paro nacional o toma guerrillera -no justificado-, El PIB creció el 12,6% en el segundo trimestre de 2022. Entre enero y junio de este año, 11 de los 12 sectores económicos medidos por el DANE mostraron crecimiento respecto al 2021. Para el semestre el crecimiento es de 10,6%, el mismo del consolidado del 2021. El resultado es que el tamaño de economía ya se recuperó totalmente de la caída por la pandemia. Más aún, este segundo trimestre la economía fue un 11,3% más grande en comparación con el mismo trimestre de 2019.
Todo lo anterior se dio con un comercio abierto y con unas políticas sociales muy estables. Sin exagerar en el asistencialismo y sin intervenir en el máximo de la vida del ciudadano. Las fuerzas del libre mercado son más eficientes que la intervención pública a la hora de fomentar un crecimiento económico estable sin tensiones inflacionistas.
Las políticas establecidas en Colombia, durante toda su historia, ha sido la indicada y la más acertada. Muy buenos resultados con buenas intenciones. Dejando atrás el colectivismo o el “estado comunitario”.
No se necesita porque, aparte de que siempre hay maneras de recortar el gasto estatal, especialmente en Colombia, también hay fuentes alternativas de financiación. Solo para empezar, en el 2003 se hubiera podido vender por completo Ecopetrol, medida que aún es deseable ya que al Estado no le compete el manejo de una empresa petrolera (pero sí le sirve crear un fondo soberano con los ingresos de una venta).
El impuesto al patrimonio es dañino no solo porque castiga el éxito, sino también porque asume la disponibilidad de una liquidez que puede ser inexistente, por ejemplo, en el caso de la posesión de bienes inmuebles.
Y es contraproducente porque motiva el flujo del capital hacia jurisdicciones con mayor respeto por los derechos de propiedad, lo cual reduce el recaudo. De hecho, de 12 países europeos que habían implementado el impuesto al patrimonio en 1990, ocho ya lo eliminaron por falta de resultados.
Petro, apenas inició, pero ya puso en un pedestal al estado, el estado esto… El estado aquello… El socialismo fracasa también porque desde su concepción niega al individuo, niega la esencia del ser humano, le quita la individualidad y el deseo de sobresalir y trascender. También desvirtúa la función del Estado convirtiéndolo en un medio de control que quiere ser como un dios omnipresente asumiendo que el ciudadano no tiene la capacidad de tomar decisiones por lo que el Estado asume ese rol; limita además el desarrollo de la sociedad promoviendo el odio y el revanchismo entre “clases” etiquetando a todo pobre como parte de la masa trabajadora “explotada” que se tiene que rebelar y vengarse de todo aquel que tenga dinero.
Con el fin de poder “distribuir la riqueza” de una manera equitativa aumenta el impuesto a los “ricos” pero a la larga es la clase media la que los paga dando inicio a un empobrecimiento de la población. El resultado es que la clase media desaparece, se vuelve pobre y los que ya eran pobres siguen siendo pobres, todo porque ya se acabó la riqueza que había para repartir.
Margaret Thatcher decía que: “El socialismo se acaba cuando se acaba el dinero de los demás”. Predecir el colapso de un régimen socialista es como jugar a la lotería, sabes que va a suceder, pero no sabes cuándo.
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