“a las leyes más básicas de la ciencia y el universo que son expresadas en el hombre en el método objetivo de la moral y los valores.”
En la guerra del hombre por su insaciable búsqueda por encontrar las respuestas a las incógnitas más profundas del ser y el universo, se ha sumergido erróneamente en un ir, y venir de intentos fallidos a través de las pseudociencias más anticientíficas e irreales de la historia humana; las cuales tratando de vender una percepción modificada de la existencia y su dinámica, en formas complejas y atrevidas, añadiendo teorías llamativas para la curiosidad y la morbosidad del incauto e ignorante de las leyes más simples y básicas del universo, cae en la trampa, a través de la mercadotecnia de redes , que a través de la dialéctica, promueven la creencia de un sometimiento ideológico con normas y valores que condicionan sus actuaciones , que no resistirían el examen epistemológico y la mera práctica y relevancia social.
A esto le añadimos la promoción y respaldo que han dado los medios de comunicación a través de voces que diseminan un mensaje contrario a las leyes más básicas de la ciencia y el universo que son expresadas en el hombre en el método objetivo de la moral y los valores.
Para explicar el origen y el antagonismo de las pseudociencias a través de la historia humana, tendremos que dividirlo en cuatro periodos en la línea del tiempo.
La primera inicia con la aparición del llamado paganismo en las épocas prediluvianas, donde tribus segmentadas y esparcidas por toda la Mesopotamia antigua y el áfrica que hoy conocemos; en condición de humanidad caída como lo narra su origen en el génesis 3, persiguieron las filosofías del “yo” como hombre superior y centro de toda la existencia” , lo que más adelante fue estructurando una cultura que por muchos años incursionó con prácticas y dogmas que hoy tal vez muchos no nos atreveríamos ni a pensarlo.
Sin embargo, esto sirvió como plataforma para ir montando el escenario para el origen de las pseudociencias y movimientos ideológicos que provocaron la más acelerada degradación del ser humano y la violación de las leyes universales y de la mente.
El segundo periodo Posterior a esto, muchos años más adelante , luego de que la ciencia objetiva viniera a colocarse en la historia del hombre, a través de hombres dedicados como Werner Heisenberg, creador de la mecánica cuántica y las formas alotrópicas del hidrogeno , cuya aplicación fue llevada a otros descubrimientos y Ernest Thomas Watson quien fue el pionero en la transmutación de núcleos atómicos y partículas aceleradas artificialmente y podría seguir aquí nombrando centenar de hombres objetivos y vale resaltar protestantes fundamentalistas quienes resaltaron las leyes universales e invitaron al pensamiento crítico de nuestros propios paradigmas, ideologías y creencias de origen pagánico sin fundamento. Sin embargo, debido a las limitaciones de la ciencia a pesar de sus avances de conocimiento en todas las esferas del saber, es claro que no puede resolver desde el conocimiento teórico, cuestiones relativas a la moral y a los valores que expresa el universo en sus leyes, y la sujeción de la ciencia a hechos puramente observables.
a esto le sumamos que su inspiración viene de corrientes muy diversas y a veces contrapuestas como el materialismo y el pensamiento Gautama Buddha, en un intento de sistematización y clasificación de esa amalgama de teorías intelectualistas disfóricas, postmodernismo subjetivista e indeterminista, antiepistemológico y con un fundamentalismo desprendido de la realidad y las leyes del universo y su creador.
En el tercer periodo apoyado por autores como Foucault en 1976, la ciencia fue cuestionada por sus juicios de valor frente a los asuntos que a la percepción son meramente subjetivos, sin embargo, las pseudociencias cuando se profundizan en su revisión esencial desde una matriz de orden, ética, filosófica, política, biológica y administrativa no resiste el examen y cae en el mismo error de juicios de valor. Sin embargo, el cuarto periodo viene con una agenda mucho más descarada,
Así lo podemos ver que en el Foro Económico celebrado en el año 2000 en Davos (Suiza), en su discurso Havel decía “el siglo XX ha sido una era en la que se ha dado culto a la objetividad despersonalizada, una era en la que se ha acumulado conocimiento objetivo que luego ha sido ampliado tecnológicamente, un periodo marcado por la fe en un progreso automático implantado por el método científico.
Para acortarles el asunto, la retórica de este discurso se fundamenta en hablar constantemente de “era”, la nueva era, la imposición de nuevos criterios y valores inscritos en la subjetividad y no comprobación de los hechos, pues todo de alguna manera es válido y tiene su verdad. Sus alocuciones pretenden crear un sistema donde den cabida a un mayor número de soflamas contra la ciencia y la objetividad.
Por eso debemos como seres humanos que participan en la sinergia de toda una dinámica universal, conocer de antemano al ingeniero y constructor del universo por medio de su carácter expresado en principios y valores básicos como el amor a la vida, el honra a la institución de la familia conformada por hombre y mujer, la dignidad humana y la educación, entre otras que son simples, de fácil entendimiento para el más instruido, hasta el más simple intelectualmente, pero también desde la exégesis y apologética racional y científica defender, contra estos mercaderes de la muerte y ambiciosos de sus placeres.
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