Por estas fechas donde el fuego político se aviva, el panorama visual y sonoro está colmado de actores que a través de sus escenas dicen ser la personificación de deidades, salvadores y, por consiguiente, portadores de fórmulas concretas para gestar el desarrollo de territorios, estos personajes que emulan ir con vestiduras alóctonas al tradicionalismo, pero casi por lo general, su sentir intrínseco este colmado de continuismo.
Con propuestas casi mágicas, que prometen salvaguardar y proveer al ciudadano de una vida endémica de obras utópicas o fantasiosas y que son auspiciadas por una retórica magistral, que plantea la funcionalidad de estas tesis singulares, emitiendo un mensaje que hace ver estos malabarismos políticos como algo de la simplicidad. Habiendo esta sumatoria de calificativos e ideales, más el ambiente de descontento social que han podido sembrar con antesala al evento electoral, se podría afirmar entonces, que las condiciones política y socialmente hablando están dadas, para que este «mensaje de salvación» prolifere y cautive al incauto.
Se podría decir entonces, las propuestas que van cargadas de aire populista o de carácter revolucionario, son llamativas al escucha, pero nace entonces un interrogante. ¿son factibles o viables este tipo de preposiciones?
Si las propuestas son aterrizadas, asertivas y llevan a cabo una transformación multisectorial, en inmediatez, quien personifica estas tesis, se hará acreedor de un poder político tangible y podrá seguir edificando sus posturas bajo el beneplácito de sus simpatizantes, bien podría también adoptar la figura de clérigo político, el cuál brinda la unción a las nacientes figuras, dentro de esa corriente que se identifica con los postulados del líder que logró ejecutar dichas tesis.
Esos planteamientos antes dichos corresponden netamente a un espacio ideal, donde las preposiciones están acorde a las necesidades del territorio y su ejecución está enmarcada en el marco jurídico, ordenamiento territorial, financiación y capacidad de gestión del líder que las propuso en campaña, haciendo factibles la materialización de esa propuesta.
¿Por qué los candidatos plantean propuestas inconcebibles?
Las propuestas son la carta de presentación del candidato, ideales o postulados que se defienden en el debate político, brindan visibilidad en orden mediático y representan una estrategia den marketing político, en síntesis, las propuestas son la carátula del libro político que está planeado escribir el candidato.
Sabiendo entonces el carácter relevante que tienen las propuestas sobre una campaña, se vuelve indispensable que el candidato tenga amplio conocimiento primeramente en las problemáticas o falencias de la entidad territorial que pretende gobernar, además de eso hacer un bosquejo del orden fiscal, los ingresos que percibe el municipio, la capacidad de gestión ante estamentos de otro orden público, los cuales coavalarían su proyecto.
Claramente esto devenga un estudio, el cual dotará al candidato de una realidad territorial, administrativos y demás, convirtiéndose entonces este saber en un arma, con la cual podrá desarrollar sus planteamientos y hablar con franca verdad. Todo lo anterior sería el buen proceder de un líder, pero la inoperancia y la sed de poder ciegan, limitando la visual a estos segmentos.
Reinando el desconocimiento sobre las verdaderas necesidades del territorio, temas de orden fiscal y demás, las barbaridades están al orden del día en los programas de gobierno, es entonces cuando estas propuestas con aire populista cobran auge mediático, de aceptación e identidad que claramente empieza a mostrar al que pregona estás ideas como «el salvador».
El candidato mediático y poseedor de la fórmula que resuelve todas las incógnitas llega al poder, pero la realidad administrativa es distinta a la que pregonaba en correrías. El conocimiento a veces lastima al igual que la verdad, las mentiras cautivan solo a incautos, pero lastiman a sociedades enteras. El candidato debe conocer milimétricamente su entidad territorial para poder plantear propuestas coherentes, pero el elector debe ilustrarse aún más para no ser un incauto y sucumbir ante los cantos de sirena.
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