Notas sobre un vocablo muy usado y poco entendido
“¿las ideologías verdaderamente ya no importan o simplemente están ahí, mucho menos claras y explicitas que en el pasado?”
Muchos “expertos y conocedores” han hablado en los últimos años de la perdida de las ideologías en la política. Mostrando un ejemplo mexicano: en el 2017 la opinión de que el siglo XX había sido el siglo de las ideologías y el XXI sería el del pragmatismo, se vio reforzada por la (tan criticada) alianza entre el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), que hace apenas unos años eran reconocidos rivales ideológicos –polos opuestos en el espectro político, ya que se vanagloriaban de decirse de derecha e izquierda, respectivamente–. A continuación, le presento al lector una serie de reflexiones, breves, en torno a la palabra ideología, porque, antes de decir si importan o no las ideologías en nuestros días, debemos entender y saber qué es una ideología, así como la evolución de su significado, porque como todo, con los años, y en este caso con los siglos, la palabra fue cambiando.
Cuando se habla de un proyecto de nación, es común que se refieran a este con el vocablo ideología. Sin embargo, en la actualidad, el término ideología suele aplicarse coloquialmente al sistema de creencias de los individuos ―todo lo que alguien piensa o lo que alguien cree— ya que casi todos tenemos una cierta concepción del mundo. Este uso es erróneo, ya que el término correcto, de acuerdo con Bealey, sería “actitudes mentales”, que es mucho más amplio y termina abarcando la ideología de las personas.
Pero, ¿de dónde viene la palabra ideología? Bueno, pues la palabra es relativamente reciente: fue creada por Destutt de Tracy durante la Revolución francesa para designar a una nueva ciencia de las ideas, que trató de demostrar que todas las ideas se forman a partir de sensaciones.
Haciendo un análisis de la historia del concepto, Mario Stoppino en el diccionario de política que coordinó Norberto Bobbio, Nicola Matteucci y Gianfranco Pasquino, identifica dos significados generales de la palabra ideología: uno “débil” y uno “fuerte”.
El significado “débil” de ideología se refiere al conjunto de ideas y de valores que tienen como finalidad explicita guiar el comportamiento político colectivo, ofreciendo una interpretación del pasado, una explicación del presente y una visión del futuro, ya sea para defender o cambiar el orden político existente.
El significado “fuerte” de la palabra ideología tiene su origen en Marx, que entendía a la ideología como la falsa creencia de la realidad, resultado de las relaciones de dominación entre las clases. A lo largo de la obra de Marx y Engels se pueden identificar cuatro características principales de la ideología: la irrealidad, la falsedad, el reflejo determinado por la existencia material (expresado por Marx con la frase: no es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia) y la dominación sobre una clase ―la ideología dominante es la de la clase dominante―.
Es importante conocer esto, si se quiere comprender el comportamiento y el dialogo político, porque nos permite entender correctamente que las ideologías siempre estarán presentes, porque las ideas y valores que guían el comportamiento político, con visión del pasado, presente y plan a futuro, siempre van a existir, por muy débiles, confusos y/o mal explicados que estos estén; y nos hace reflexionar sobre el marxismo, que aunque parece enterrado, siempre goza de resucitar: cuando un marxista habla de ideología, ya lo hace prejuzgando al otro, con la carga positivista que esto conlleva: “Todos están bajo ideología, menos el marxismo, el único científico y, por tanto, verdadero”. El dialogo, en este sentido, con un marxista, termina siendo estéril y guiándonos a un callejón sin salida.
Concluyo preguntándole al lector, después de este breve recorrido, ¿las ideologías verdaderamente ya no importan o simplemente están ahí, mucho menos claras y explicitas que en el pasado? La respuesta, sea cual sea, va depender tanto de sus actitudes mentales como de su ideología.