«Las conexiones de la Cuarentella»: Diarios de Cuarentena

 

“Y me gusta por la noche escuchar a las estrellas, que suenan como quinientos millones de cascabeles… (…) -Será como si en vez de estrellas, te hubiese dado multitud de cascabelitos que saben reír…” (El Principito)

 

Todos los días he estado mirando el cielo que puedo ver desde casa, no sé si sea el mismo que puedo ver desde otros lugares. No solo por cuestión de ángulo o perspectiva, también es cuestión de luz y la correspondencia con el alrededor. Desde donde lo veo se presenta de una manera singular. Esa que intento exponer en palabras.

Antes no contaba con esa postura y disposición que ahora me acompañan; tenía la posibilidad, eso sí, pero no lo realizaba. Ese lugar desde donde me paro, me acuesto y me siento a contemplar y sentir eso que se me escapa la mayoría de las veces, que me sobrepasa, que en ocasiones alcanzo a fotografiar con la mirada, a ese lugar los quiero invitar en esta cuarentena. 

Lo que sí tenía antes -o lo que antes me tenía- era la luna llena o las expectativas por verla. Fui cediendo y entonces ya le quería en alguna de sus manifestaciones. Un día de estos vi una publicación de Manuela, una compañera que también publica -textos muy hermosos- por aquí. 

 

Esta era la publicación:

“¡Oh, qué bella sería la noche sin estrellas

que con su luz nos hablan un lenguaje sabido!

 Yo busco lo vacío, lo negro y lo desnudo.”

(LXXIX. Fragmento de Obsesión,1860)

 

En gracia al fragmento -en uno de sus destellos-, me ha terminado llamando la atención, capturando por entero, los cielos nocturnos que no se dejan ver sino en el coqueteo de lo oscuro, de lo que parece no presentarse. Sin embargo, yo vuelvo y retorno, aunque distinto.

Es ahí donde se instala la importancia de la luz como presencia o como ausencia. Las luces artificiales de la ciudad nos roban y distorsionan el cielo que miramos y es por esto por lo que se nos escapan cosas de él, pues se ruboriza y se convierte en otra apariencia que se nos muestra indiferente a lo que queremos ver. La posibilidad de ver las estrellas se pone en juego.

En ese cielo que se encuentra a un solo tono, al tono de mis ojos, lo veo ser-otro cuando la luz de la ciudad se escapa, descansa, pero, además, cuando la aíslo desde el lugar que decido posicionarme a mirar. Entonces mi mirada tiene otro objeto de su atención, dentro de ese otro que sigue mirando: las estrellas.

Siento que aquí está la conexión, que es muy mía, que es muy íntima, pero que luego recuerdo que no solo la comparto yo. Aparece un Principito. Aparece alguien que me enseña a mirar y que me habla de volcanes, de flores, de planetas que no logro creer, ni ver hasta que me pongo a imaginar.

Esa afectividad que se da por la conexión, por El Principito, por las estrellas, las compartimos otro y yo. Ese otro es Antoine de Saint-Exupéry o el narrador de este cuento, que es él y soy yo. Somos los otros. Reconozco que “el lenguaje es fuente de malos entendidos”, pero si logran seguirme, los llevaré al lugar que intento mostrar, a esa nueva morada.

A los dos nos han puesto a mirar el cielo, como decía. El Principito nos dice: “Por la noche mirarás las estrellas; mi casa es demasiado pequeña para que yo pueda señalarte dónde se encuentra. Así es mejor; mi estrella será para ti una cualquiera de ellas. Te gustará entonces mirar todas las estrellas. Todas ellas serán tus amigas. Y además, te haré un regalo…” También intento imaginar su casa, estos días que miro las estrellas, ahí lo he encontrado, en el corazón del cielo. Me faltan palabras para decir lo que siento, lo que veo, por eso, si me lograron seguir, fue porque se ayudaron con su imaginación.

 

…A un amigo que, como El Principito, se lo ha llevado la noche, las estrellas y la imaginación. A un amigo que es mi principito.

Si llegas al anochecer junto a las estrellas, yo seré feliz desde el atardecer, Ramón.

 

Simón Rivera Marín.

Itagüí.

 

Referencias:

 

-Charles Pierre Baudelaire. Las flores del mal. [Gracias a Manuela que lo ha vuelto a compartir]. Pueden leerla en: https://alponiente.com/author/manuelagranda/

 

-Antoine de Saint-Exupéry. El Principito. [Fragmentos comillados han sido tomados de este texto].

 

 

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