La vida en una caja

Para ser exactos, no es solo una caja, son diez cajas donde reposan los archivos personales de Estanislao Zuleta en el cuarto piso de la biblioteca de la Universidad de Antioquia.

Cansado de ser el biógrafo inexistente, le robé tiempo al tiempo, y me fui en la tarde-noche a ver, por fin, tales archivos, a antojarme no más, porque sé que no tengo tiempo para la anhelada biografía. De hecho, el tiempo solo me dio para ver la primera caja.

¡Y qué tal que no fuera funcionario público! Si hubiese ido un ser humano normal, «pata en el suelo» como dicen en Venezuela, es decir, sin carnet de la Contraloría General de Antioquia, no hubiera podido pasar de la portería de la universidad. De nada sirve ser historiador egresado de la Universidad Nacional. El archivo está abierto hasta las ocho y cuarenta y cinco de la noche, pero a los visitantes solo les está permitido el ingreso a la universidad antes de las cinco o seis de la tarde. O sea, que dicho de otro modo, un Estanislao Zuleta cualquiera que nunca terminó el bachillerato, en estos tiempos, jamás podría entrar al Alma Máter de la ciudad, a estudiar e investigar sobre la vida de alguno de los eméritos intelectuales antioqueños. ¿A dónde fueron a parar tus papeles Estanislao?

En Venezuela conocí universidades donde no existen muros limítrofes, ni rejas, ni sistemas de seguridad ultramodernos en las puertas; es que de hecho ni había puertas, simplemente la universidad pública se mezclaba literalmente con la ciudad, a una cuadra estaba uno en un mercadillo y a la otra, sin uno percatarse y ya estaba en una facultad.

Pero no quiero criticarle todo a la universidad, en verdad, tienen muy bien protegidos y preservados los papeles del maestro, alguien tiene que hacer ese trabajo.

Yo, entre pues con mi carnet de funcionario público y aprendí como tramitar permisos posteriores.

Confesión: ya va, en menos de un mes, dos veces que utilizo las influencias de mi cargo para acceder más fácil a los archivos personales de mis escritores favoritos, hace una semana Tomás Carrasquilla, ayer Estanislao Zuleta. ¿Cuándo un «pata en el suelo» podrá acceder al conocimiento, al buen conocimiento, sin tener que pagar una matrícula en el cada vez más privatizado sistema de educación de nuestro país?

Volvamos a la caja.

Lo primero que encontré fue la libreta de calificaciones de Estanislao Zuleta, del Liceo Antioqueño de la U de A.  El Alumno Zuleta Velásquez Estanislao solo cursó cuatro años de bachillerato, es decir, en el lenguaje de hoy, solo llegó hasta noveno, después se retiró, pero esa historia ya nos la sabemos.

En primer de bachillerato quedó habilitando Dibujo y Escritura. En segundo de Bachillerato quedó habilitando Inglés e Historia. En tercero de bachillerato quedó habilitando Algebra y Francés. Y en cuarto de bachillerato no habilitó pero porque se fue, porque si no le hubiese tocado habilitar de nuevo Algebra y Francés. Y valga anotar que el resto de las materias las pasó raspado, ninguna con más de tres. Ese fue el historial académico oficial del que se iría a convertir en el intelectual más  importante del país, por fuera de la escuela.

Después encontré la partida de matrimonio de la Parroquia Nuestra Señora de la Candelaria del año 1967 cuando se casó con María del Rosario Ortiz. ¿Quién habría hecho casar por la iglesia a ese ateo y comunista?

Luego encontré los papeles notariales de divorcio del mencionado matrimonio.

Y después para gran sorpresa mía, su registro de defunción. La muerte, aquella a la que nunca nos acostumbramos.  Fecha y hora de defunción: 17 de febrero de 1990, hora 10:00 pm. Causa del deceso: Infarto del miocardio.

Luego encontré los convenios con las instituciones académicas del país que por fin en algún momento se dieron cuenta que: “El profesor Estanislao Zuleta representa uno de los más importantes valores culturales e intelectuales del país”.

Después pude ver algunas de sus cartas, sus manuscritos, lamenté no haber aprendido a leer y a escribir en letra pegada, porque casi no logré leer. Qué vergüenza. Qué dirían mis profesores de paleografía y diplomática en la universidad. ¡Qué historiadores los de estos tiempos que no logran descifrar siquiera un manuscrito del siglo XX escrito en lapicero con letra pegada, qué haría este sujeto en un archivo colonial!

Pero además Estanislao era muy desordenado para escribir, se nota que unas veces trataba de escribir despacio y le quedaba una bella letra pequeña bien puesta en su sitio, pero la mayoría de las veces, se ve que iba agarrando impulso y velocidad, y las letras se iban espaciando hasta casi convertirse en garabatos, las letras de Estanislao parecen que se fueran volando del papel. Descifré pues algunas cosas, pero me cansé. ¡Ah que biógrafos! a este ritmo. Pensé que menos mal finalmente no iba a hacer la biografía porque si no tendría que pagar a un asistente que me descifrara esta letra.

El tiempo se iba acabando. Iban a cerrar. En la caja solo quedaban unas entrevistas y algunos libros editados ya conocidos, unos artículos de mi viejo maestro Antonio Restrepo sobre Estanislao y las primeras clases de Estanislao Zuleta sobre Platón y Aristóteles.

Una extraña tristeza se apoderó de mí. Tantos periplos de una vida palpitante en Colombia para un infarto del miocardio y terminar en una caja.

Recordé la pregunta perspicaz y desafiante que me hiciera hace pocos días mi maestro Ernesto García Posada: -¿Y para qué quieres hacer una biografía de Estanislao Zuleta? Y después de tanto tiempo de haber quedado esa pregunta en el aire, ayer me respondí: – en verdad, ¿pará qué? ¿Para llenar más cajas?

A propósito de cajas, recordé que me quedaban faltando nueve por revisar, y me marché.

[author] [author_image timthumb=’on’]https://scontent-a-mia.xx.fbcdn.net/hphotos-ash2/t1.0-9/31774_102838173096686_2341246_n.jpg[/author_image] [author_info]Frank David Bedoya Muñoz (Medellín, 1978) es historiador de la Universidad Nacional de Colombia, fundador de la Escuela Zaratustra, autor de los libros «1815: Bolívar le escribe a Suramérica», «Tras los espíritus libres» y «Andanzas y Escrituras». Actualmente reside en Venezuela donde viajó a comprender en profundidad la Revolución Bolivariana. Leer sus columnas [/author_info] [/author]

 

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