La última, un grito a la Medellín del no futuro

Imagen Elizabeth Martinez obra La Última.

La Medellín invisible.

Hace un año la actriz Elizabeth Martínez caminaba a paso rápido por la sala de velación Villanueva, en pleno centro de Medellín. Llovía a cantaros y antes de encontrar un lugar donde pudiera refugiarse del inclemente aguacero, Elizabeth se topó con un joven habitante de calle.

Aunque llevaba el pelo largo, por la confusión del momento no pudo saber si era hombre, mujer o transgénero. Pero lo que más le impresionó era que estaba completamente desnudo y sucio, como si llevara toda la mugre de la calle en su cuerpo. Impresionada por lo que veían sus ojos, Elizabeth quiso ayudarle o al menos preguntarle qué lo llevó a estar allí y en tan lamentable estado.

-¿Por qué no te resguardás? ¿Por qué estás desnudo? ¿Quién te hizo eso? ¿Sos un hombre, sos una mujer? ¿Qué historias tenés para contar? ¿Por qué Medellín no ha contado con vos?-, pregunta Elizabeth conmovida y al mismo tiempo perturbada, como si tuviera a esa persona al frente suyo.

La escena se le quedó grabada en la cabeza por varios días y para ella fue una sacudida total, una prueba más que fehaciente de que en Medellín, “la ciudad más innovadora del mundo”, existen los contrastes más escandalosos.

-Estás en una cuadra y ves cosas muy hermosas y representativas: un museo, una plaza, las esculturas de Botero. Pero das dos o tres pasos y te encontrás de cara con la indigencia, la mendicidad, la prostitución, el tráfico de drogas y de armas, la extorción-, afirma Elizabeth y agrega que todos estos contrastes hacen la vida mucho más difícil en una ciudad que “muchas veces vos no podés explicar”.

De ahí que Medellín le genere a la actriz emociones encontradas: amor y odio, gozo y dolor, esperanza y pesimismo, etcétera, etcétera. Aun así ella sigue recorriendo sus calles de día y de noche, a la expectativa de encontrarse con una historia que le llegue hasta los huesos.

Esa experiencia vital que ha tenido con la ciudad donde nació, conoció a sus amigos más entrañables y se hizo actriz la llevó a crear La última, un monólogo que se presentará hoy, con entrada libre, en Elemental Teatro desde las 8:00 p.m. como parte del programa Salas Abiertas.

¿Cómo nace La Última?

La última también es fruto de un trabajo de grado con el que próximamente Elizabeth obtendrá su título de comunicadora social en la Fundación Universitaria Luis Amigó, y que consiste en analizar de “forma pasional y académica” las películas Rodrigo D. No futuro de Víctor Gaviria y Apocalipsur de Javier Mejía, ambas consideradas un retrato visceral de una Medellín violenta que pocas alternativas les ofrece a los más jóvenes.

Escena película  Rodrigo D. No futuro
Escena de Rodrigo D. No futuro

La idea de hacer un monólogo como producto final de su trabajo de grado nace de un deseo de trascender el leguaje académico, que muchas veces se queda confinado en un arrume de papel, para convertirlo en “algo más artístico y de mensaje”. Tal decisión, arriesgada y original, se debe a la pasión que ella tiene por el teatro. Desde hace casi 7 años Elizabeth ha estado en las tablas y explorado varios géneros teatrales, siendo el drama el género que más retos le ha puesto como actriz, pero el que también le ha permitido expresar sus sentimientos de forma más honesta.

Por eso, quienes asistan hoy a Elemental Teatro se encontrarán de frente con una historia cruda y desgarradora protagonizada por una joven que por sus gestos y actitudes se asemeja a María Adelaida o Malala, personaje de Apocalipsur. A medida que recuerda varios hechos del pasado se lamenta de que El Flaco, su amigo en las buenas y en las malas, haya sucumbido a la muerte y ya no esté junto a ella en una ciudad que provoca la desazón permanente o el suicidio inmediato.

La Última.

Sin embargo ella es la sobreviviente a esa eterna balacera en que se ha convertido Medellín. Ella es la última, la que narra sus ausencias y lo que la muerte de otros ha hecho con su ser. De ahí viene el título del monólogo, que no es más que una alusión a esa dura realidad a la que deben enfrentarse los nacidos en esta tierra turbulenta: todos, sin importar la edad o la condición económica, tienen una historia de la muerte que les rodea.

-Todos tenemos, por mal llamarlo así, un muerto encima, a todos se nos ha muerto alguien y es algo que nos toca y no podemos dejar pasar. Es algo que hay que recordar, entender que es la realidad de esta ciudad y saberla llevar si nosotros no queremos sucumbir a ella-, afirma Elizabeth.

Este mensaje que transmite La última se hará mucho más fuerte con la potencia del rock, música contestataria y liberadora que no solo narró el caos desatado por la terrible violencia que desde los años 80 se ensañó contra Medellín, sino que también reflejó el sentir una juventud que quiso rebelarse contra esa guerra sin cuartel librada por unos pocos.

A lo largo del monólogo sonarán varias canciones que hacen parte de las bandas sonoras de Rodrigo D. y Apocalipsur, como “No te desanimes, matate” de Mutantex y “El faltón” de Carbure, así como otros temas que aunque no aparecen en las películas se adaptan a la perfección a la obra, entre ellos “Nada me obliga” de La Pestilencia y “Visiones de la muerte” de Fértil Miseria.

 

No hay duda de que este monólogo provocador y musical calará hondo entre el público, ya que lo confronta con realidades dolorosas y a la vez cercanas. La última es un grito a la Medellín del no futuro, pero también la mirada de una mujer sensible que ha vivido y sufrido esta ciudad llena de luces y sombras.

-¿Qué tanto hay de mí en La última? Yo creo que todo, todo mi sentir joven, todas mis cargas, mis frustraciones, mis miedos, mis angustias. Pero  mi ser artista, mi ser persona y mi ser amiga también están allí-, concluye Elizabeth.

Felipe Sánchez Hincapié

Medellín, 1989. Artista plástico, periodista, melómano y fumador empedernido. Ha participado en diferentes exposiciones realizadas en Medellín como Castilla pintoso, organizada por el colectivo venezolano Oficina # 1, en marco del Encuentro Internacional Medellín 07 (MDE07). Hizo su práctica en el periódico El Mundo de Medellín y ha publicado sus textos en publicaciones como Cronopio, Revista Prometeo, Cartel Urbano y Noisey.