La seguridad y otros demonios

Bogotá como epicentro de las agendas políticas nacionales, es un resultado poco armónico de las disimiles bonanzas económicas, de la migración y de la improvisación de las políticas urbanísticas. Es por eso, que puede ser considerada una amalgama de belleza, desigualdad e improvisación política divergente.

La Patria Boba, que, con mucha astucia y perspicacia, Diana Uribe, enaltece como un periodo histórico único en la tierra, por sus condiciones geográficas o por la dificultad que representa unir un continente entero bajo las premisas revolucionarias de Bolívar y otros. Sin embargo, prematuramente representa la divergencia política (Centralistas Federalistas), que como menciono en el primer párrafo ha afectado el paisaje urbano bogotano, claro, sin limitarlo a ese ejemplo.

Desde el actual debate, cada día más acalorado sobre la elaboración del metro, hasta las políticas de educación distrital y las dificultades del PAE; cada día político, solo recuerda un sin sabor a pasado y a discusiones ya abordadas por instituciones y corporaciones nacionales. La incertidumbre es una constante, los políticos una variable; lo que no quiere decir otra cosa, sino que la ciudadanía, el ciudadano, o el animal político ya no cree en los delegatarios potenciales o nombrados.

Siendo ya el segundo tercio (2/3) del mes de julio, las encuestas políticas, y los aspirantes a la Alcaldía Distrital de Bogotá, cada vez están más activos en las viniente (20) localidades, en las ciento veintisiete (172) Unidades de Planteamiento Zonal (UPZ) y me encantaría decir que el los mil novecientos veintidós (1.922) barrios de Bogotá, pero no es así. No todos los barrios, UPZ y localidades tienen el mismo valor político; la variable para discriminar el valor político es:  la población, la intención de voto, y el público objetivo… en otras palabras es un negocio.

Las agendas públicas estas abarrotadas de soluciones insignificantes, pero gratificantes para el público objetivo. Usualmente, la seguridad y la movilidad son el tema más enunciado en sus esfuerzos proselitistas. El porqué también es claro, no porque lo hayan identificado como algo que realmente quieran solucionar; es un negocio y saben que afecta a la gente. ¿Pero sí saben que afecta a la gente por qué no lo solucionan? Porque cuesta dinero, que parcial o totalmente está comprometido con sus financiadoras, por el ego político de querer dejar una obra costosa y trascendental.

Bogotá seguirá enfrascada en el sin sabor de promesas sin cumplir, siempre que la vocación política no resurja, o la voluntad del pueblo se focalice en un candidato ideal. Calificación del sufragante es educación y educar es inversión. Desde Bogotá, por la mala aplicación de la descentralización o por la providencia divina; se toman las decisiones de todo un país, ¿Cómo tomarlas si somos una amalgama de malas prácticas políticas?.

Gracias por leerme.


Todas las columnas del autor en este enlace: Juan Camilo Munar Garcia

Juan Camilo Munar Garcia

Soy abogado, estoy finalizando mi segunda carrera en Gobierno y Relaciones Internacionales, e iniciando la Maestría en Derecho Público de la Universidad Santo Tomás.

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