La Reforma Tributaria y las Reacciones Políticas

Reportan los diarios internacionales que la República de Maquistán, al igual que nosotros, también está adelantando una reforma tributaria debido a los gastos que tuvo que incurrir en la pandemia para proteger a sus ciudadanos. A lo mejor alguna lección nos puede quedar de su experiencia.

Ese país, por fortuna, no es como Colombia. Maquistán tiene un presidente de centro izquierda y responsable, que se preocupa profundamente por la justicia social, la reducción de la pobreza y la desigualdad. El presidente Asad Khan entendió que el de ellos es un país de renta media que tiene muy pocos multimillonarios, unas fuentes de impuestos no muy sofisticadas y una pobreza que, si bien viene reduciéndose significativamente en los últimos años, está en niveles inaceptablemente altos.

Por esa razón, el progresista Khan decidió lanzar la propuesta de reforma tributaria más ambiciosa de los últimos 30 años. El presidente no solo quiere cuadrar las cuentas fiscales sino que, a pesar que ya va a de salida y es el año más difícil para una reforma, lo está apostando todo para implementar una renta básica focalizada y mejorar el sistema de impuestos. El presidente ha propuesto establecer un programa de mitigación de pobreza permanente en adición a los ya existentes y corregir otros malos mecanismos que le daban subsidios no a los más pobres sino a gente de unos barrios específicos.

La Alianza Progresista de las Naciones se ha pronunciado a favor, el lanzamiento de la reforma será con Pepe Mujica, Joseph Stiglitz y Piketty. Las ONGs ya han anunciado premios: se rumora entre pasillos que entraría al sonajero del Nobel de Paz.

Y es que las cifras hablan por sí solas. Los técnicos calculan que el decil más bajo de ingresos aumentaría su poder adquisitivo en un 68%, reduciendo la pobreza extrema en 5.8 puntos porcentuales: cientos de miles de personas ya no tendrán que aguantar hambre. El segundo decil de ingresos más bajos aumentará su poder adquisitivo en un 25% y el tercero en un 14%. Los deciles 4 y 5 aumentarían su poder adquisitivo el 9% y el 4%: toda una revolución en aumentarle los ingresos a los más pobres. Se estima que la pobreza se reduciría en 2.8 puntos porcentuales y la desigualdad (medida con el GINI) bajaría en un 2.3%. ¿Será que esto le sirve de ejemplo a Colombia?

Las clases altas y las clases medias altas (deciles 7-10) inevitablemente tendrán que contribuir más con la nueva reforma, el presidente Khan dijo en su rueda de prensa que es lo más sensato: ellos no están cerca de la pobreza extrema, sufrieron los menores daños por el Coronavirus y las empresas de su país difícilmente tienen como pagar más. Las clases medias altas, los deciles 7 y 8 deberán pagar un poco más, específicamente el 1% de su poder adquisitivo en impuestos, el decil 9 deberá contribuir un 2% y el decil 10, que son los más ricos, deberán pagar el doble que aquellos del decil anterior: su contribución será del 4%.

La reforma de Maquistán tiene otro componente importante: el tema ambiental. La intención es acercarse más a Canadá, Francia, Inglaterra y Noruega en los impuestos al carbono, los peajes urbanos, y los impuestos al ACPM y la gasolina. También se instala un impuesto a los plásticos de un solo uso y a los plaguicidas. Los dineros irán a un fondo ambiental para mitigar los riesgos de cambio climático. La ONU, La Unión Europea y Wildlife protection Fund sacaron comunicado apoyando la reforma.

La derecha, por supuesto, se opuso. Una reconocida tuitera y contratista salió a decir que era una “inmoralidad histórica”. Una vergüenza, esa derecha que nunca se preocupa por los pobres y se opone a que las clases altas tengan más impuestos. El hijo de un político de esa corriente, que además es candidato, está circulando un hashtag en redes sociales que dice que esa reforma significa hambre: nadie sabe en qué se fundamentan sus afirmaciones. Una periodista, reconocida por inventarse escándalos, mostró su preocupación por el impuesto a la polución en ciudades que se ha promovido desde el área de Desarrollo Sostenible de la ONU.  Todos los parlamentarios de la oposición, inclusive antes de leer la reforma, anunciaron su voto en contra. La aprobación en el congreso se ve difícil.

La reforma triplica la política social, cuida el medio ambiente y pone a pagar más impuestos a las clases altas. ¡Es obvio que la derecha se iba a oponer!

¡Plop!

La historia que describí anterior es parcialmente ficticia. Las cifras y las políticas, cada una de ellas, son ciertas en su totalidad. Lo ficticio es el país, el presidente y los premios de las ONGs, pero la reforma es cierta y fue radicada por el presidente Iván Duque.

La historia hace alusión a Macondo (a Colombia), el único país donde la derecha hace la propuesta de reforma tributaria estructural más ambiciosa de los últimos tiempos (que incluye hasta una renta básica) y la izquierda se opone.

El único país del mundo donde es la derecha la que presenta al parlamento un texto donde se eliminan beneficios a empresas, se triplican los recursos de programas sociales y se establecen unos ambiciosos impuestos de protección al medio ambiente. También, paradójicamente, es el único país en donde la izquierda, ante esas propuestas, solo acierta en decir que es “una desgracia”, que es una inmoralidad histórica, que es la “reforma tributaria más injusta, descriteriada y abusiva con la clase media de este país” y que solo va a traer más “hambre”.

Otra parte de la izquierda simplemente decidió no leer la reforma y difundir mentiras, como se ve en este hilo, o renunciar al pensamiento y proponer “muros de la infamia” a quienes voten la reforma. No sé la razón, creo que hay que preguntarle a politólogos, o a Andrés Mejía, que tiene una teoría que podría explicar el desubique en el que están:

“para el gobierno y la derecha… …tomarse las banderas del adversario suele ser una estrategia política muy eficaz. Así como cuando el Partido Laborista británico se volvió neoliberal, y dejó confundido y paralizado al partido conservador por una década. Que los que más ganan y más tienen tributen para ayudar a los que menos tienen ha sido bandera de la izquierda. De modo que para ellos no será fácil objetar la reforma en su esencia”

La reforma no es perfecta, y críticas hay muchas, este no es un post para defenderla. Marc Hofstetter y Leopoldo Fergusson son algunos de los que ya han expresado varias críticas valiosas. La reforma se queda corta en eliminar exenciones que tienen algunos funcionarios adinerados vía “gastos de representación”, tampoco elimina otras exenciones como la de los hoteles y de manera muy silenciosa deja intactos a los magistrados, profesores de universidad pública y militares.

La peor parte de la reforma es, en mi opinión, que es irrisoria con la austeridad del gasto. Es increíble que le estén pidiendo 25 billones de pesos a los ciudadanos pero no sean ellos capaces ni siquiera de hacer el amague de intentar reducir sus gastos inoficiosos para poner en ahorros siquiera el 10% del aumento en recaudo.

A mí me parece que se equivocan con el impuesto al patrimonio, esa parte de la reforma también la eliminaría. La reforma es tímida gravando las megapensiones ultrasubsidiadas del Estado, pero voraz gravando computadores y tablets. Deja un hueco con los días sin IVA que le resta margen para bajar otro tipo de impuestos. Hay otro error que todavía no entiendo, pero eliminan el pésimo sistema de estratos por un lado (lo que es bueno), pero lo mantienen por el otro para asignar el IVA (que es malo).

Más allá de sus muchas cosas buenas y sus muchas cosas por corregirse, e independientemente de lo que digan los críticos o los defensores; esta reforma es estructural, progresiva y ambiciosa.

La respuesta de la derecha en el Centro Democrático es pésima y las desautorizaciones de Iván Duque al Ministro también. Eso sí, la reacción más incomprensible de todas es la de la izquierda, que ya se dejó coger ventaja con las banderas de la migración y ahora está perdiendo su defensa a los más pobres y de los impuestos a los ricos para financiar gasto social.

Colombia no defrauda en sorprendernos.

Tomado de: Economía para mi prima. 

Martin Jaramillo L.

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