Es triste que por culpa de unas “manzanas podridas”, como los llama la alcaldesa de Bogotá, estemos haciendo una crítica general a la policía nacional, pero es más triste aún que esas “manzanas podridas”, las cuales juraron protegernos, nos estén matando hoy en día. Todos estamos enterados de lo que sucedió en Bogotá con el abogado Javier Ordoñez, quien murió a causa del exceso de fuerza policial de dos uniformados.
¿No les recuerda todo esto a un tal George Floyd? ¿No los remonta esto a unos meses atrás cuando el afroamericano murió por mano de agentes de la policía? A mi sí, y es lamentable que meses después de haber visto ese mal ejemplo traído desde los Estados Unidos, lo estemos replicando hoy en Colombia. La muerte de George Floyd debía abrirnos los ojos para detener esa represión policial, para detener a esas “manzanas podridas” que manchan el nombre de la policía, no para dejar que más personas murieran de este modo.
Entiendo perfectamente que para la policía es muy difícil identificar quienes son esos hombres que en algún momento podrían llegar a “pudrirse”, pero es que todo está en la cultura. A alguien perteneciente a la policía, que se supone que su objetivo principal en tal cargo es velar por la seguridad de las personas, jamás se le debería pasar por la cabeza el hecho de intentar herir o asesinar a un ciudadano, estaría yendo en contra de su principal objetivo, estaría deshonrando su cargo y estaría deshonrando a toda la policía nacional. Pienso que la reforma de la cual hablan muchos de los colombianos hoy, debe ser una reforma que involucre la cultura como principal elemento.
Así como hay policías malos, también hay muchos buenos, aquellos que cumplen con su cargo y que arriesgan hasta su vida por nosotros, es por esto que lo digo de nuevo: no podemos culpar y juzgar a la policía como unidad por estos actos, pues lamentablemente la cultura de un colombiano puede ser muy distinta a la de otro. Por el momento lo único que podemos esperar es que la cultura de las personas cambie para bien, sobre todo en aquellas que más lo necesitan para que en un futuro no los conozcamos como las “manzanas podridas” del país.
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