“Es fundamental reflexionar sobre cómo podemos apoyar y empoderar a estas familias para que alcancen un futuro más próspero”
En Colombia, millones de personas enfrentan la dura realidad de subsistir con ingresos diarios por debajo del salario mínimo legal. Según un artículo publicado en mayo de 2024 en el medio de comunicación Portafolio, más de 10 millones de trabajadores ganan menos de un salario mínimo en Colombia.
Esta situación plantea enormes desafíos para cubrir las necesidades básicas, obligando a las familias a desarrollar estrategias ingeniosas para sobrevivir.
Pareciera un poco romántica la idea de intentar justificar ese ingreso poniéndome en los zapatos de quienes viven esta situación, tratando de encontrar soluciones para abaratar su costo de vida, sin embargo, es interesante el ejercicio de tratar de descubrir y escudriñar la realidad cruda que constituye vivir o sobrevivir con ingresos económicos tan bajos.
Viviendo con $18,000 pesos diarios
Según lo anterior, una gran parte de la población sobrevive en colombia con aproximadamente 18 mil pesos diarios.
Para una familia que vive con apenas $18,000 pesos diarios, la priorización de gastos es crucial. Estos hogares deben enfocarse en los gastos esenciales como la alimentación, el transporte y el alquiler, a menudo recurriendo a viviendas modestas y apoyándose en redes comunitarias para sobrevivir.
El desempeño en trabajos informales es uno de los factores que promueven esta situación, pues según un estudio del DANE publicado el 10 de mayo, el 56.3% de trabajadores en Colombia, se desempeñaba en tareas informales en el primer trimestre del 2024. Sin embargo, hay que decirlo, esta cifra tuvo una disminución con respecto a estudios realizados en meses y años anteriores.
Transporte accesible
Con ingresos tan limitados, el transporte representa un reto significativo. Las familias han desarrollado diversas estrategias para movilizarse de manera asequible:
Transporte Público: Utilizan buses, busetas y colectivos, que son más económicos que taxis y servicios privados. Pese a lo económico que pareciera acceder al transporte publico para una persona con ingresos económicos similares o superiores al salario mínimo, para una persona con ingresos precarios, resulta aún difícil acceder al transporte público de una ciudad como Bogotá, pues uno, dos o incluso más pasajes diarios, constituiría para estas personas un monto elevado teniendo en cuenta sus precarias entradas económicas.
De aquí se derivan dos factores: el primero, la utilización de servicios informales de transporte en la ciudad como colectivos, buses o incluso bicitaxis que tienen un monto de utilidad más económico que el sistema integrado de transporte público de la ciudad. Pero por otro lado aparece un segundo factor, que es el acceso al servicio del sistema de transporte público de manera irregular, es decir, colándose.
Bicicletas y Motos:El uso de bicicletas tuvo un aumento a partir de la pandemia, principalmente en los estratos más bajos de la ciudad. Se demostró que las personas con ingresos económicos bajos, al intentar economizar sus gastos para movilizarse, adquieren bicicletas y motos de segunda mano, permitiéndoles desplazarse de manera independiente y a bajo costo.
Lo anterior genera el agravante de una problemática para las autoridades, y es que, en su mayoría, la compra de bicicletas y motos de segunda mano tiene una alta probabilidad de procedencia de hurtos a estos vehículos.
Transporte comunitario:
Vecinos se coordinan para compartir viajes y dividir los gastos
En comunidades de bajos ingresos en Colombia, y en Bogotá principalmente, la colaboración entre vecinos es fundamental para superar las limitaciones económicas, especialmente en el ámbito del transporte. El sistema de transporte comunitario es una estrategia clave que permite a los residentes desplazarse de manera eficiente y económica.
Coordinación y organización
Comunicación activa: Vecinos utilizan redes sociales, grupos de WhatsApp o reuniones comunitarias para coordinar sus desplazamientos diarios.
Horarios y rutas compartidas: Establecen horarios y rutas comunes para ir al trabajo, escuela o hacer compras, optimizando el uso del vehículo disponible.
Compartir recursos
Vehículos compartidos: Se utilizan autos particulares, motos o bicicletas, donde los costos de gasolina y mantenimiento se dividen entre los participantes.
Rotación de conductores: Los vecinos rotan la responsabilidad de conducir, lo cual distribuye equitativamente la carga de manejar y mantener el vehículo.
Beneficios económicos y sociales
Reducción de costos: Al compartir los gastos de transporte, las familias pueden ahorrar significativamente, destinando esos recursos a otras necesidades básicas.
Mejora de la movilidad: Facilita el acceso a oportunidades de empleo, educación y servicios esenciales que de otro modo serían inaccesibles debido a la falta de transporte.
Fortalecimiento comunitario: Fomenta la solidaridad y el apoyo mutuo, fortaleciendo los lazos comunitarios y creando un sentido de pertenencia y cooperación.
Imaginemos una comunidad en Kennedy, Bogotá, donde varios vecinos trabajan en el centro de la ciudad. Coordinan sus horarios y acuerdan reunirse en un punto específico cada mañana. Utilizan un auto compartido, dividiendo el costo de la gasolina entre cinco personas. Este sistema no sólo les ahorra dinero, sino que también reduce la cantidad de vehículos en las carreteras, contribuyendo a disminuir el tráfico y la contaminación.
El transporte comunitario es una solución ingeniosa y práctica que refleja la resiliencia y creatividad de las comunidades bogotanas de bajos ingresos. A través de la cooperación y el uso compartido de recursos, estas familias pueden superar las barreras económicas y mejorar su calidad de vida, demostrando que la solidaridad y el ingenio son herramientas poderosas para enfrentar la adversidad.
Subsidios gubernamentales:
También es bien sabido, que las personas de escasos recursos aprovechan programas de subsidio para el transporte. Estos programas son brindados por la alcaldía de Bogotá y se han mostrado como un alivio a la economía popular de los sectores más vulnerables de la ciudad, pues los costos de transporte en Bogotá han sido históricamente altos en proporción al salario y la calidad de vida de los capitalinos.
Estrategias de alimentación con presupuestos limitados
Para maximizar sus recursos alimentarios, estas familias recurren a métodos como:
Mercados populares: Comprar en mercados donde los precios son más bajos que en los supermercados.
Compras a granel: Adquirir productos básicos a granel para ahorrar dinero.
Planificación de menús: Planificar menús semanales para evitar desperdicios.
Recetas económicas: Cocinar platos tradicionales y nutritivos que utilizan ingredientes básicos y de bajo costo.
Acceso y manejo de servicios públicos
El acceso a servicios públicos también representa un desafío:
Agua y saneamiento: Las familias enfrentan interrupciones frecuentes en el suministro de agua potable y servicios de alcantarillado.
Energía eléctrica: Mantener el consumo bajo control es vital para ajustarse al presupuesto.
Telecomunicaciones: Comparten servicios de telefonía e internet dentro de la comunidad.
Gestión de residuos: Implementan soluciones improvisadas como la quema o el entierro de desechos.
Entretenimiento y ocio con recursos limitados: Pareciera imposible pensar en formas de entretenimiento y ocio para las personas con ingresos económicos tan precarios, pero, aun así, con su condición de vulnerabilidad, escasez y demás, no dejan de ser personas con necesidades de entretenimiento. A pesar de las limitaciones económicas, estas familias encuentran formas de disfrutar su tiempo libre:
Lectura: Utilizan libros y revistas de segunda mano.
Juegos Familiares: Organizan noches de juegos tradicionales.
Actividades comunitarias: Participan en eventos comunitarios que incluyen música y baile.
Resiliencia y adaptabilidad
La adaptabilidad es una característica esencial de estas familias. Desarrollan:
Ingenio y creatividad: Encuentran formas de generar ingresos adicionales y reutilizar recursos.
Solidaridad comunitaria: Construyen redes de apoyo mutuo dentro de sus comunidades.
Optimismo y perseverancia: Mantienen una actitud positiva y trabajan con la esperanza de un futuro mejor.
Redes de apoyo y aspiraciones
Las redes comunitarias juegan un papel crucial al proporcionar recursos y apoyo. A pesar de las dificultades, estas familias aspiran a:
Emprendimiento: Iniciar pequeños negocios, en su mayoría callejeros, que a pesar de no brindarles las prestaciones de ley y todo lo que ameritaría un trabajo formal, les permite mejorar, aunque sea mínimamente, su calidad de vida y sus ingresos económicos.
Educación: Acceder a oportunidades de aprendizaje para estas personas resulta demasiado difícil por obvias razones, pues en un país como Colombia, que aún está en vía de democratizar su educación, las oportunidades de acceso a estudio, sobre todo en el nivel de educación media y superior, aun es demasiado costoso. Sin embargo, quedan aún instituciones educativas como las universidades públicas y el Servicio Nacional de Aprendizaje SENA, que ofrecen educación gratuita o de muy bajo costo a la ciudadanía. Sin embargo, hay que decirlo, aun así hay una gran desventaja en las personas en condición de vulnerabilidad, frente a las personas con mejores ingresos al momento de postularse a las oportunidades de acceso a la educación, pues una persona con mejor calidad de vida, muy seguramente tendrá una mejor condición cognitiva y una mejor preparación intelectual al momento de presentar exámenes de admonición en estas instituciones.
Vivienda digna: Lograr un hogar estable y seguro es otro de los retos que afrontan las personas con ingresos económicos precarios, pues el costo de una vivienda puede llegar a superar los estándares, aun para una persona con ingresos económicos estándares, ahora mucho más para las personas con ingresos económicos tan reducidos. Quizás no pasa siquiera por la mente de una persona acceder una vivienda digna propia, a no ser que sea, como lo llaman, una vivienda de invasión que por supuesto es un terreno invadido de manera ilegal.
Un Llamado a la Acción
La realidad económica de los colombianos que ganan menos del salario mínimo refleja una notable resiliencia y espíritu de comunidad. Es fundamental reflexionar sobre cómo podemos apoyar y empoderar a estas familias para que alcancen un futuro más próspero. Su determinación e ingenio son un testimonio de su capacidad para superar las adversidades y perseguir sus sueños a pesar de las limitaciones económicas.
Pero por supuesto, también hay que resaltar el atraso evidente en gobernabilidad, en materia de reducción de la pobreza en Bogotá y en muchos sectores del país con similares condiciones a las acá expuestas.
Los retos y el trabajo que aún están pendientes, son enormes y numerosos. Esto, más que una crítica destructiva, es un llamado de atención a los gobiernos y a la sociedad en general, para propiciar ambientes que ayuden realmente a la disminución y a la lucha por combatir la pobreza extrema en Bogotá y en Colombia entera.
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