La prensa: gran constructora de relatos

La prensa tiene el poder de exaltar o denigrar, de convertir a villanos en héroes, y de rescatar o hundir. En resumen, la prensa puede construir relatos, ahí radica su importancia y, en muchos casos, su peligro. Veamos.


Acomodando la verdad (por Hugo Marcelo Balderrama)

El 25 de mayo del 2019, George Perry Floyd Jr. murió a manos del policía Derek Chauvin. Este trágico incidente fue usado por el movimiento #BlackLivesMatter para protestar contra el «racismo sistémico» en Los Estados Unidos. Tristemente, la prensa cayó en la falacia de falsa causalidad al asumir que si un policía blanco mató a un negro, lo hizo por racismo –cabe la posibilidad que lo hizo por conveniencia, pero ese es otro tema– y empezó a hacer eco de las protestas organizadas; la izquierda estadounidense.

Pero hubo detalles que los periodistas que, en el mejor de los casos, ignoraban o, lo que es peor, callaron a propósito. Por ejemplo, que Patrisse Cullors, Alicia Garza y Opal Tometi, fundadoras del movimiento, están ligadas a Nicolás Maduro y su gobierno. Es decir, las principales agitadoras contra la violencia policial y racial en Norteamérica; respaldan a uno de los gobernantes que más violencia policial y militar ejerce contra su población, muchos negros incluidos. O que los mayores crímenes contra ciudadanos negros (70%), lo comenten miembros de su mismo grupo racial, como lo muestran las estadísticas del Departamento de Justicia de los EE. UU.

Imagen No. 1: Porcentaje de incidentes violentos por raza o grupo étnico en los Estados Unidos, 2018 (Fuente: Criminal Victimization, 2018 | Bureau of Justice Statistics).

Pero ¿Una prensa totalmente colonizada por el progresismo mundial es un problema exclusivo de la sociedad estadounidense?

Tristemente, no. Por ejemplo, el 21 de agosto del 2019, el diario argentino Infobae anunció que Gisele Sousa Dias; ocuparía el cargo de editora de género. En su edición digital de esa fecha; se puede leer el siguiente texto:

En sintonía con un momento histórico en el mundo, resultado de la enorme potencia del movimiento de mujeres y los feminismos, Infobae ha decidido incorporar la figura de editora de género. El objetivo de crear un cargo que hasta hace poco más de un año no existía en ningún medio del mundo es asegurar la perspectiva de género en todas las áreas del medio.

Pero, ya en noviembre de 2018, Daniel Hadad, fundador y gerente de Infobae, firmó el pacto de la ONU. Dicho documento resalta entre sus pilares: el desarrollo sustentable, el respeto a los derechos humanos y la lucha contra la discriminación. En resumen, Infobae renunció a informar, para difundir la agenda de género y pasaron del periodismo a la militancia.

En Brasil, el Grupo Globo, propiedad de la familia Marinho desde 1925, gozó durante décadas: el monopolio del futbol, los carnavales, la F1 y la publicidad estatal. Pero cuando Jair Bolsonaro, el único presidente conservador y de derecha en Latinoamérica, redujo los gastos en publicidad estatal, el Grupo Globo empezó una guerra feroz contra todo lo que pueda representar Bolsonaro. Obviamente, ante la carencia de argumentos, señalarlo de racista, machista y homofóbico fue lo único que pudieron hacer –además de sellar alianza con grupos de ambientalistas y feministas, tal como se pudo ver en el Carnaval de Río de Janeiro 2019–.

Por otro lado, en Bolivia: ATB, PAT, Red Uno, Bolivisión, Aby Ayala, RTP, Cadena A, Bolivia TV y Gigavisión; son los nueve canales que en los tres últimos años del gobierno de Evo Morales recibieron 611.2 millones de bolivianos por publicidad, según informó Isabel Fernández, ministra de comunicación del gobierno de Jeanine Añez, al Diario Página Siete.

Pero como los periodistas al final son personas con sus propias cargas de conocimientos y juicios de valor, debemos mirar al lugar donde se construyen esas estructuras mentales y valóricas. Eso nos lleva a las universidades.

Cuando un joven ingresa a las carreras de Comunicación Social o Periodismo, se encuentra con una ideologización abusiva con base en los trabajos de Max Horkheimer, Theodor Adorno, Antonio Gramsci, Manuel Castells –quien llamó fascistas a Bolsonaro y Trump; pero siente admiración por Fidel Castro, Hugo Chávez y Evo morales–, entre otros. Si por si acaso, aunque no es común, llega a tocar materias de economía, lo hace con el enfoque de la CEPAL. Finalmente, en cuestiones relacionadas con los sistemas de gobierno y la política, le hablan de justicia social y equidad de género. Por consiguiente, es lógico que los periodistas sean los principales promotores de lo políticamente correcto.

Podemos afirmar que la masiva ideologización en las universidades y la crónica dependencia de los dineros del Estado; hacen que la prensa pueda perder cualquier objetividad en el manejo de la información. Pero, yo añadiría el descuido de los medios culturales por parte de la derecha como un tercer factor –La fatal ignorancia lo llama Axel Kaiser–.

Entonces, que, e imitando el ejemplo de Dave Rubin, Vanessa Vallejo o Emmanuel Rincón; empecemos a pelear en el campo del periodismo, porque si la prensa se considera un cuarto poder, es necesario ponerle un contrapeso.

La tiranía de la opinión (por Cristian David Gil)

Se debe tener en cuenta que, sumadas a la construcción de relatos que ejecuta la prensa tradicional en función del colectivismo internacional, existen amenazas a la libertad de expresión menos palpables, y más ligeras y cínicas. Pero no por eso, deben ser ignoradas o subestimadas.

El temor a la tiranía de la opinión ha sido ostensible en todos los pensadores de corte liberal, como fue el caso de John Stuart Mill. En su obra mas icónica: Sobre la libertad, expresó que para combatir la tiranía, no bastaba con resguardarse de las decisiones impuestas por los gobiernos –pues estos poseen el poder para infringir nuestras libertades a su acomodo–, sino que también correspondía tener cuidado con la tiranía de las opiniones y la prevalencia de los sentimientos y percepciones, y también oponerse rotundamente a la tendencia de la sociedad de imputar por medios distintos a las sanciones penales; una manera de contemplar las reglas de conducta que todos deberíamos acatar. Alexis de Tocqueville, por ejemplo, llamaba a este desafortunado evento la tiranía de la mayoría.

Por su parte, la Sra. Lucía Santa Cruz, autora del libro La igualdad liberal, y quien es además máster en Filosofía de la Universidad de Oxford y MA en Historia del London University; enfatiza que:

“El mundo occidental está amenazado por el predominio de ideas derivadas del posmodernismo que se tratan de imponer por medio de una presión social indebida.”

Conforme pasa el tiempo, el odio llega a niveles alarmantes en el periodismo latinoamericano, pues esto, muy sutil y disimuladamente, se está convirtiendo en una amenaza para el sano ejercicio de la libertad de expresión. Diversos periodistas y canales de comunicación yacen ante una ciudadanía que no les cree y que los juzga por sus malas acciones del hoy y del pasado, mientras entre ellos, la pelea por demostrar quien informa mejor o manifiesta el punto de vista más sensato, se recrudece con el paso del tiempo. Aunado a esto, el periodismo se enfrenta a una nueva estrategia de destrucción: desprestigiar como mecanismo de eliminación del escenario de la opinión.

Lo anterior se debe a que se está creando la idea errónea y estúpida de que para ser un “buen profesional de la opinión y el periodismo”, necesariamente se debe ser de izquierda. En Colombia, por ejemplo, se ha instalado en los centros de redacción, caso concreto, la Revista Semana y el diario El Espectador, el absurdo de que sólo son respetables los periodistas que son furibundamente anti-uribistas. Esto último resulta tener severas repercusiones en el ejercicio de la libertad de prensa, puesto que, ante ese requerimiento casi patológico de querer enviar a la horca a quienes no son así, aviva el Uribismo militante y cierra totalmente la posibilidad que se conozcan corrientes de pensamiento distintas al movimiento político en mención.

Si bien, los que somos defensores a ultranza del gobierno limitado, la protección a la propiedad privada y el libre mercado, entre otros, tenemos diferencias irreconciliables con el Uribismo, esto no implica que busquemos callar a quienes son afines a las ideas del expresidente colombiano. La mejor manera de que éstos se vuelquen hacia lo que conciben el liberalismo clásico y la derecha vieja, es a través de los hechos, no coartando su voz.

¡Peor aún! Los faros de la moral periodística colombiana desatan toda su ira contra todo aquel que ataca la puesta en marcha de los Acuerdos de La Habana. María Jimena Duzán, periodista colombiana que goza de gran trayectoria y reconocimiento, en esta columna del año 2018 se puso lanza en ristre contra el Ministro de Hacienda Alberto Carrasquilla; por considerar que el Proceso de Paz con las FARC no servía. También lo hizo recientemente con el Presidente Iván Duque, en donde dijo literalmente que éste “No lo va a hacer trizas, como lo prometió. Solo le bastará con dejar de hacer lo que debía haber hecho. Con ese frenazo, el acuerdo de paz queda condenado a una muerte lenta, inhumana y trágica”. En su última arremetida hubo puntos en los que ineludiblemente los hechos la respaldan, pero aún así, Duzán no debería considerarse una autoridad de la divulgación que establece verdades reveladas ¡Porque no es así y nunca lo va a ser! Por el contrario, le convendría domar su ego, y sus evidentes sentimientos de frustración y amargura.

En Colombia y el resto de Hispanoamérica, así como en prácticamente todo lo que conocemos como Occidente, la libertad de expresión se ve fuertemente coaccionada, ya no sólo por la mordaza del Estado, sino porque el rigor está en peligro por el sesgo; y por la censura colectivista que reclama para sí el monopolio de la verdad y de lo políticamente correcto.


Este artículo fue escrito en colaboración con el economista, máster en administración de empresas, PhD. en economía, y liberal conservador boliviano: Hugo Marcelo Balderrama.

Cristian Toro

Cafetero. Ingeniero Electrónico de la Universidad Nacional de Colombia Sede Manizales y Especialista en Gerencia de Proyectos de la Escuela de Ingeniería de Antioquia (EIA). Docente de matemáticas, física y estadística.

Editor Ejecutivo (EIC) de El Bastión y Revista Vottma, miembro fundador de la Corporación PrimaEvo y del movimiento Antioquia Libre & Soberana, y columnista permanente de Al Poniente y el portal mexicano Conexiones. Afiliado al Ayn Rand Center Latin America y colaborador de organizaciones como The Bastiat Society of Argentina y México Libertario.

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