“En uno de esos libros me choque con una palabra que me cautivó “poder”, el sentido de la política y de la vida misma; la innata ambición del ser humano, la llave de control de una persona o de todo un país.”
Ciencia política, ¿Qué es eso? fue la primera pregunta de mi familia al contarles que mi vida la dedicaría a esa arte que la mitad ama y la otra mitad odia, lo que nos une y nos divide, lo que nos hace salir a una protesta en memoria de un hermano que el Estado nos arrebató y la misma que encierra a jefes de guerra para dar la orden de ejecutar soldados o civiles para ganar.
Desde que inicie mi pregrado me he topado cientos de veces con definiciones que intentan definir la “política”, desde la ”polis” en la antigua Grecia pasando por Maquiavelo, Hobbes en el Leviatán, Rousseau, Foucault y otros cuantos que seguro hoy paso por alto.
En uno de esos libros me choque con una palabra que me cautivó “poder”, el sentido de la política y de la vida misma; la innata ambición del ser humano, la llave de control de una persona o de todo un país. Rousseau puntualizo en sus obras que la única forma de gobierno y de poder legítimo es el pueblo.
¿Malo? o ¿Bueno? Humano creería yo, imperfecto, bien utilizado puede salvar vidas y mal usado destruirlas, de ahí viene la importancia de los políticos, administrados públicos y todo aquel que se dedique a gobernar.
Sin embargo, la lejanía con la que percibimos la política auto sabotea nuestro conocimiento, “somos políticos por naturaleza” (Aristóteles, 330 a.c) sociedad, lenguaje y razón son los distintivos que no solo nos hace humanos sino seres políticos.
El poder intrínseco de la política se ve reflejado en las relaciones de poder, en este sentido, nos damos cuenta que la primera relación de poder surge con nuestros padres, obedece a una jerarquía y conforma la primera institución dentro de la sociedad.
El simple hecho de que el padre se niegue a dar permiso a su hijo significa poder. Esto sucede en toda relación social, mamá e hijo, esposo y esposa, jefe y empleado etc.
El decir que no nos gusta la política o que aborrecemos de ella es un tanto paradójico en la teoría pero completamente valido en la práctica. He entendido que la política que vale la pena se hace en el territorio, escuchando a las personas que dejan su fe puesta en alguien, de allí la responsabilidad de no decepcionar a quienes confiaron en un candidato porque aun con sesgos fue elegido por voto popular.
Si bien weber asegura que el político es aquel que logra adueñarse de las emociones de los ciudadanos, es principalmente el que gobierna con la razón. De ahí el título de este artículo, una cosa es el debate del congreso, el abrazo del candidato y la foto con su familia. Otra muy lejana es lo que pasa en la oficina: las estrategias, maniobras y alianzas que se avecinan en época electoral; lo que la gente no ve, enamorar es tan solo lo que pasa de puertas para afuera. Todo muy propio del hombre.
Es por esto que extiendo la invitación a que este 29 de octubre 2023 votemos a conciencia, busquemos los antecedentes judiciales, investigaciones en curso, plan de gobierno de los candidatos. Tomémonos el tiempo de poner en manos de un buen edil, concejal, alcalde, diputado o/y gobernador nuestra vida y la de toda una región. No más circo pa´ el pueblo, no más favores políticos y no más mentiras.
¡Vamos a hacer honor a la política de verdad!
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