El pasado 17 de junio fue un hecho histórico para la república de Colombia. Fueron las elecciones para elegir presidente por el periodo 2018 – 2022, fue elegido Iván Duque con 41 años de edad, el presidente más joven que ha tenido este país, sumándose a la generación de mandatarios jóvenes elegidos democráticamente a nivel mundial como Justin Pierre James Trudeau de 46 años; primer ministro de Canadá con el partido liberal y Emmanuel Macrom de 40 años que es el actual presidente de la República Francesa.
Duque fue elegido con 10.373.080 votos según la registraduría nacional de Colombia, esto representa el 54% del total de los votos, mientras su contrincante Gustavo Petro logró un hecho histórico siendo el candidato de izquierda que obtuvo 8.034.189 votos, convirtiéndose en el primer candidato de izquierda en sacar esta votación en la historia de Colombia. Esto da a conocer que en nuestro país está cambiando la percepción de la participación de la ciudadanía en la política, muchos jóvenes se vieron involucrados en la participación de estas campañas; siendo la mayoría emprendedores políticos de los movimientos de izquierda del país, ahora la tarea será poder hacer frente al nuevo presidente y todos los partidos que lo apoyaron (los mismos corruptos, homofóbicos, prepotentes y egocentristas de siempre) a través del buen control político, será necesario participar por medio de todos los mecanismos que la constitución concreta en su contenido para verificar que el nuevo jefe de estado cumpla lo propuesto sin vulnerar lo ya logrado, y, sin vulnerar los derechos de las minorías del país, llevando a cabo los principios del desarrollo sostenible.
Que un candidato que hace 11 meses atrás no era conocido por Colombia, y que llegó al senado por lista cerrada del partido Centro Democrático y que, además lo dio a conocer el Álvaro Uribe, haya sido elegido presidente, genera un malestar en las personas que simpatizaban con el candidato de izquierda que tenía una gran experiencia como funcionario público. No obstante, lo importante es aceptar los resultados electorales, pues fue Colombia quien decidió y tenemos que reconocer esos resultados como personas de razón y de respeto. Lo importante es, no desaparecer de la participación ciudadana, esos nuevos líderes que surgieron y que deben seguir en la lucha por un país equitativo y lleno de oportunidades, hay que aprovechar la historia que se está haciendo en Colombia, a riesgo de todo mal pronóstico, pues los líderes jóvenes debemos seguir en la lucha por mantener y despertar en la nueva generación el pensamiento idealista y crítico que logre mayor tolerancia, responsabilidad y respeto en las personas que conforman Colombia.
Para terminar me gustaría transmitir un mensaje de perseverancia; no hay que darle la espalada al país, ahora más que nunca debemos formarnos y empoderarnos de todas las regiones de Colombia, para liderar y obtener el futuro que tanto deseamos, si todos los jóvenes nos unimos, seremos imparables.