Protestas en las calles; alboroto, ruido y presencia bulliciosa en las redes sociales, otras veces, violencia y vandalismo; entre ellos se encontraban jóvenes indignados y reclamando por la situación país. Así vivió Colombia parte de su 2021 y lo finalizó con un hecho en donde hay que poner puntos sobre las íes: la elección del Consejo Municipal de Juventudes, en otras palabras, la elección de los consejeros que van a representar los intereses de las juventudes ante las autoridades gubernamentales y administrativas.
Tal parece que el legislador al crear la Ley 1885 de 2018 pensó que esta Ley iba a ser una buena idea para promover una fiesta electoral para los jóvenes y así fortalecer el sistema democrático. Una vez más, el legislador teniendo ciertos referentes estadísticos logró lo contrario a lo que se había estipulado. ¿Nadie en el Congreso de la República fue capaz de decir que cada vez que vamos a un proceso electoral tan solo participa el 50% de las personas habilitadas para votar? ¿Nadie en el Congreso de la República recordó que los jóvenes son el grupo poblacional que menos asiste a un proceso electoral? Por lo visto, el legislador cree que para fortalecer el sistema democrático hay que celebrar elecciones. La historia nos dice que, las elecciones son parte fundamental del sistema democrático, pero no son el sistema democrático.
Las cifras son contundentes, tan solo hubo una participación electoral del 10% de los más de 12 millones de jóvenes que estaban habilitados para votar. Paradójicamente, los zurdos, los que se han catalogado así mismos como los ungidos de los jóvenes, han sido los que menos participaron de este proceso electoral, ahí están las cifras. Esta fiesta electoral terminó siendo todo un derroche de fondos públicos en plena reactivación económica, ¿cuánto costarían esos 12.000.000 de tarjetones y certificados? Estas son algunas de las cosas que terminan sucediendo cuando el legislador crea una Ley sin pensar en sus consecuencias futuras.
¿Los jóvenes quieren hacer política? Entonces, creo que hubiese sido mejor reducir la edad para cargos de elección popular y que estos compitan para llegar a los cargos de elección popular que ya existen, en vez de crear unos nuevos. Los jovenes tambiénn deben entender que de nada vale quejarse en redes sociales, exigir y exigir “derechos” si no salen a votar cuando deben hacerlo y sin reconocer que muchas veces esas exigencias vienen disfrazadas de privilegios que no reposan en el análisis de las implicaciones o consecuencias futuras que pudiesen tener esas exigencias para la vida económica y otros sectores sociales del país.
El legislador nos ha dejado un Estado mucho más grande del que ya teníamos y con desconocimiento por buena parte de la ciudadanía. Esa ciudadanía que el día de mañana tiene que salir a trabajar porque los impuestos de la nueva burocracia que nos han dejado no se pagan solos.
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