La movilidad en Medellín: un tema urgente que hay que resolver.

No se trata sólo gastar a la loca y sin un propósito, o de tirar propuestas inviables de gratuidad en el servicio público, y menos se trata de invertir en la construcción de segundos pisos viales. ¡Acá lo que tenemos que replantearnos es, más bien, por qué no estamos invirtiendo en temas de movilidad!


Uno de los grandes problemas que he detectado que tenemos como sociedad es el de nuestra relación con los asuntos de movilidad. Hemos creído que con puentes y soterrados, pico y placas y días sin carro arreglamos los problemas que traen consigo los trancones y el exceso de vehículos, cuando lo cierto es que nada de esto puede estar más alejado de la realidad.

El verdadero asunto (en torno a la movilidad) que deberíamos estar resolviendo hoy como sociedad es el de cómo podemos lograr conectar a toda una ciudad, con dinámicas y movimientos demasiado distintos de una zona a otra, y de paso apaciguar el ambiente hostil que se vive entre cada calle y cada carrera.

El asunto no es fácil. Lo cierto es que son decenas de problemáticas y cuestionamientos los que deberíamos estar resolviendo desde hace rato.

No se trata sólo gastar a la loca y sin un propósito, o de tirar propuestas inviables de gratuidad en el servicio público, y menos se trata de invertir en la construcción de segundos pisos viales. ¡Acá lo que tenemos que replantearnos es, más bien, por qué no estamos invirtiendo en temas de movilidad!

Solo por decir unos cuantos ejemplos, por si algún día un concejal o alcalde me llega a leer, creo que (por lo menos en Medellín) tenemos que replantearnos lo siguiente:

1. La estructura ósea del Metro de la ciudad: estamos en mora de apretar el acelerador y pasar de primera a cuarta con los proyectos priorizados en el Plan Maestro del Metro. Algunos que me gustaría ver pronto son (I) el corredor de conexión al Oriente, que incluye medios de transporte masivos express y con únicos destinos ciudad-aeropuerto-ciudad; (II) las nuevas estaciones del metro entre Envigado e Itagüí, entre El Poblado y Aguacatala, y entre Madera y Acevedo; y (III) la entrada de operación comercial de la línea C y la extensión de la línea A hacia el norte.

2. El exagerado tamaño del parque automotor del valle: reducir la cantidad tan exagerada de carros y motos que hay tiene que ser un propósito de ciudad… una ciudad metida en un valle no puede tener un aumento del 54% de su parque automotor y esperar que la calidad de vida de las personas mejore, que la contaminación disminuya y el medio ambiente se recupere.

3. La cultura egoísta y odiosa de los actores viales: Medellín tiene que ser el epicentro nacional de una verdadera y potente cultura vial. Acabemos con las mafias y los malos servicios de los buseros y los taxistas. Acabemos con la ausencia de conciencia y de respeto de las motocicletas que se meten y hacen con la vía lo que quieren. Acabemos con el hiper egoísmo y odio de los automóviles con los demás actores viales. Si tuviéramos una verdadera política de conciencia vial, y no sólo unos cuantos incentivos económicos para “obligar” a las gentes a asistir a un curso de 2 horas que lo único que deja es la recordación de los asistentes de que se exponen a una cancelación de su licencia si son multados más de una vez en menos de 6 meses, tendríamos una mejor relación entre los actores de la vía.

4. La imprudencia de los conductores: ¿aquí quién ha pensado, genuinamente, en una política pública que reduzca la accidentalidad y la mortandad de las vías en la ciudad o en el país? Nadie. El último recuerdo que colectivamente todos tenemos fue el de las estrellas pintadas en el asfalto.Lo único que uno ve, a diario, son imprudentes que ponen en riesgo su propia vida y las de las demás personas; y es que, por eso, no es fortuito que de acuerdo con las cifras reveladas por la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV), en Colombia, faltando aún tres meses por culminar el año, superemos en más de 200 víctimas el total de víctimas fatales por accidentes de tránsito en el año pasado. En términos un poco más específicos, a día de hoy, tenemos que en el país han fallecido 4769 personas por accidentes de tránsito, cuando en el 2022 fallecieron en total 4550 personas; resultando esto así que, al mes, en Colombia fallecen alrededor de 530 personas por este tipo de colisiones viales.

5. El circulo vicioso del paupérrimo servicio de buses y taxis, y el desaforado aumento de aplicaciones de transporte que compiten en condiciones diferentes: paradójicamente, creería uno que esa ley de la economía de que el mercado se regula así mismo en términos de oferta y demanda llevaría a que los servicios públicos de buses y taxis mejoraran las formas cómo prestan su servicio y, con ello, la experiencia del usuario, atrayendo a su vez más y más demanda; pero no.

El servicio al día siguiente es cada vez más malo que el día anterior. Por un lado no tenemos sino buses apretados de gente, yendo a excesos de velocidad, montando gente por atrás, subiendo venteros ambulantes y parando en todos los lugares menos en las bahías y estaciones en donde tienen que parar; y por el otro tenemos taxis mal tenidos, con taxímetros que no funcionan, conductores groseros y violentos que creen que pueden pasar por encima de cualquier norma (de tránsito o social)… los verdaderos profetas del santo dicho criollo: “el vivo vive del bobo y el bobo vive de su mamá”.

Todo esto lo que genera es un círculo vicioso en donde los únicos que ganan son los capitales dueños de las aplicaciones de transporte; que, si bien no hay que satanizarlas, pues no son malas per se, sí hay que llevarlas a los mismos niveles de competencia que a los otros actores del mismo servicio.

Buses, taxis y aplicativos para que compitan en el mismo nivel, tienen que prestar un (mejor) servicio al mismo nivel.

Aunque sé que esta retahíla de comentarios pudo haber sido un poco extensa, creo fielmente que si queremos una ciudad con relación más amigable con los temas de movilidad, tenemos que empezar a darle prioridad a los tema de movilidad.


Todas las columnas de la autora en este enlace:  https://alponiente.com/author/eduardogaviriaisaza/

 

Eduardo Gaviria Isaza

Abogado especialista en Derecho Privado y Politólogo, todos en la Universidad Pontificia Bolivariana. Editor en Derecho en Al Poniente. También soy un apasionado autodidacta del café.

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