La luz como movimiento

El moverse es involuntario,  ya que todo vibra y sufre; pero el conducir ese movimiento hacía una idea que transforma mundos y en el camino encontrar otros movimientos, es algo parecido a la felicidad.

Un sábado me vestí de azul, tomé dos dispositivos compuestos de una botella plástica con agua y cloro, una lata de zinc y algo de sika y salí al encuentro de otra gente vestida con el mismo color; nuestro lugar común fue la sonrisa expectante ante la materialización del objetivo de la fundación de la cual hacemos parte, entregar a poblaciones vulnerables energía ecológicamente sostenible. Tomamos un transporte que nos llevó hacia Don Antonio, el beneficiario de nuestra prueba piloto, a esto de las diez de la mañana lo vimos sonreír; un hombre sencillo, agricultor, de baja estatura y con abrazos para todos; caminamos con él hacia su hogar ubicado en el barrio El Faro en el Corregimiento de Santa Elena, mientras subíamos las escaleras los niños nos sonreían, había casas llenas de color y brillo, traspasamos el limite real entre la comuna 8 y el corregimiento  mientras Don Antonio nos agradecía por nuestra visita.

Al llegar a su hogar se definió el lugar y el cómo se harían las instalaciones, mientras esto sucedía Don Antonio nos compartió limonada hecha con limones de su cultivo y comencé a hacerle unas preguntas para el registro de instalación, allí él me dijo “Mija, esto no es casa, esto es un ranchito, no ve que yo lo hice con mis propias manos” ahí entendí que Don Antonio nos estaba abriendo más que las puertas de su hogar, nos dejaba ser parte de el.

El equipo motor de la fundación Litro de luz, regional Antioquia o mejor, la gente de azul, instaló dos litros de luz, energía limpia y segura para Don Antonio, ahora podrá compartir limonadas y abrazos bajo el resultado de este movimiento.

El movimiento crece y gracias esto esperamos poder iluminar Antioquia, contamos con más de treinta voluntarios inscritos a una idea; sí, así debe ser la felicidad.