La lealtad como valor

Me senté a escribir esta mi columna semanal para el portal Al Poniente en mi oficina de la Escuela de Minas, hoy Facultad de Minas de la Universidad Nacional de Colombia, mi hogar académico desde hace cuarenta y seis años, cuyo lema nos invita al respeto y a la promoción de valores en la sociedad colombiana: “Trabajo y Rectitud”.

Me senté a escribir esta mi columna semanal para el portal Al Poniente en mi oficina de la Escuela de Minas, hoy Facultad de Minas de la Universidad Nacional de Colombia, mi hogar académico desde hace cuarenta y seis años, cuyo lema nos invita al respeto y a la promoción de valores en la sociedad colombiana: “Trabajo y Rectitud”.

En esta oportunidad quiero hablar de un tema que está en el centro del reino de las relaciones entre personas con otras personas y en centro del reino de las relaciones entre las personas y las instituciones: la lealtad como valor.

El reino de las relaciones (personas-personas y personas-instituciones) puede interpretarse como un mundo complejo que pasa por las comprensiones-incomprensiones, amores-desamores, amistades-enemistades, justicias-injusticias.

Si nos remitimos a lo que dice el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, (1), la lealtad se refiere al cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad y las del honor y hombría de bien. Así mismo lealtad es el amor o gratitud que muestran al hombre algunos animales, como el perro y el caballo. Se entiende también la lealtad como legalidad, verdad y realidad.

Según el diccionario DeConceptos.com, (2), la lealtad significa ser leal, que etimológicamente proviene del latín lēgālis y se traduce como respeto a la ley, no solo a la ley en sentido jurídico, sino también a las normas morales. Significa lo mismo que la fidelidad, un compromiso de verdad, respeto, obediencia y cuidado hacia algo o alguien, que puede ser otra persona, a las leyes, la patria, la familia, la religión, o a alguna idea.

Josiah Royce enriquece el concepto de lealtad en su clásica obra “La filosofía de la lealtad” (3) donde expresa que la lealtad es el centro de todas las virtudes. Royce plantea la lealtad como el principio moral básico del comportamiento humano.

 

Entonces pudiera decirse que la lealtad como valor es una característica personal de un individuo la cual se convierte en una marca o sello personal que, a más de ser escasa, es muy apreciada en una comunidad. La lealtad trasciende los intereses personales y puede entenderse como una cualidad, como un valor o como una virtud, que se destaca en las relaciones persona-persona o persona-institución.

 

El diccionario de sinónimos y antónimos (4) presenta siete equivalencias con el término lealtad: fidelidad, nobleza, franqueza, firmeza, convencimiento, compromiso, y observancia. Así mismo muestra siete conceptos opuestos con el concepto de lealtad: deslealtad, traición, infidelidad, ingratitud, falsía, felonía y perfidia.

 

A partir de la definición del diccionario Merriam-Webster, y según el portal eHow, (5),  pueden identificarse tres tipos de lealtad:

  • Lealtad institucional. Se refiere a la lealtad a un país, un monarca o un gobierno.
  • Lealtad personal. Relativa a la relación con otra persona, como por ejemplo un amigo; o con un grupo de personas, como por ejemplo la familia.
  • Lealtad idealista. Esto es, lealtad a una idea o una causa.

Para mí la lealtad es compromiso con una convicción que se expresa tanto en los momentos buenos como en los malos, igual en el éxito como en el fracaso, está por encima de cualquier consideración externa, a veces fortuita e incluso de tipo político.

Pudiera adicionarse un cuarto tipo de lealtad:

  • La lealtad a uno mismo. Tiene que ver con los valores y las expectativas que una persona ha sembrado en su interior a través de los años y que es el resultado de muchas jornadas de estudio, de lucha y de reflexión.

Cuando por los avatares de la vida en el corto plazo llegan tormentas y malos entendidos, sólo resta esperar que la lealtad se evidenciará en el largo plazo. La lealtad supera los escollos que a veces surgen, inesperadamente, en diferentes momentos y situaciones de la vida. Por encima están los ideales y los principios que no se negocian.

A nivel personal el individuo leal es aquel que es capaz de criticar al amigo cuando las cosas pueden mejorar, de controvertirlo cuando su actuación es equivocada y de decirle que definitivamente la embarró cuando las circunstancias así lo indiquen.

A nivel institucional la persona leal es aquella que antepone los intereses organizacionales a sus intereses personales, que tiene la entereza de tomar decisiones contrarias a las expectativas de sus compañeros de trabajo en procura del bien de la entidad y que actúa en concordancia con los valores corporativos.

En una institución pública la persona leal es aquella que entiende que por encima de todo están los intereses de la comunidad. Sabe leer cuando las circunstancias se están alineando contra la organización y consecuentemente es capaz de actuar en su defensa.

Las consecuencias de la lealtad son la amistad, el reconocimiento, la satisfacción personal y el orgullo de haber hecho las cosas bien.

La lealtad no es lo que se consigna en un documento por escrito, es lo que se refleja en el día a día de una persona o de un grupo de amigos.

Cabe destacar dos ejemplos clásicos de lealtad o, si se quiere, de fidelidad, que nos deben servir como referentes para redondear el concepto presentado en este escrito:

– Primero, el caso de Romeo y Julieta, una de las obras clásicas de Shakespeare, donde los enamorados Romeo y Julieta se quitan la vida como una expresión de fidelidad mutua, por encima del odio inmenso que se tenían sus familias Montesco y Capuleto. La muerte de los enamorados logró tardíamente que las familias se reconciliaran, dejando una lección para la eternidad.

En diferentes diálogos de la obra se evidencia la lealtad entre los enamorados (6):

“Nodriza: No hay lealtad, ni fe, ni honradez en los hombres. Todos perjuros, todos falsos, todos inicuos, todos mentirosos… caiga la vergüenza sobre Romeo!

Julieta: Que se te ampolle la lengua por semejante deseo! No nació él para la vergüenza.”

– El otro caso es el de Sancho Panza, el fiel escudero de Don Quijote de la Mancha que nos genera grandes enseñanzas. No podría entenderse a Don Quijote sin la existencia de Sancho, el compañero más leal que la humanidad literaria pueda conocer. Como lo expresa magistralmente Antonio Machado, (7):

“Cuando llegamos a Cervantes, quiero decir al Quijote, el diálogo cambia totalmente de clima. Es casi seguro que Don Quijote y Sancho no hacen cosa más importante -aun para ellos mismos-, a fin de cuentas, que conversar el uno con el otro. Nada hay más seguro para Don Quijote que el alma ingenua, curiosa e insaciable, de su escudero. Nada hay más seguro para Sancho que el alma de su señor.”

Y finalizo este escrito sobre la lealtad con una frase del emperador romano Marco Aurelio:

“Rodéate siempre de servidores leales y dormirás tranquilo.”

Diego Germán Arango Muñoz

Ingeniero Administrador de la Universidad Nacional de Colombia Psicólogo, de la Universidad de Antioquia Administrador Turístico, del Colegio Mayor de Antioquia. Especialista en Mercadeo, de le Universidad Eafit. Especialista en Investigación Social, de la Universidad de Antioquia. Profesor de la Universidad Nacional de Colombia desde 1977. Profesor invitado a 35 universidades hispanoparlantes. Consultor en Marketing para más de 350 compañías. Director de más de 3,500 investigaciones empresariales en el campo del Marketing.

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