“Hace más de medio siglo, la IA era sólo un tímido susurro en las mentes de algunos soñadores. Como la semilla que guarda paciente bajo la tierra hasta encontrar su momento de florecer, los primeros algoritmos eran piezas torpes, lentas, pero llenas de promesa.”
Quizás sea una utopía pensar hoy en un futuro cercano donde vivamos de una renta básica universal. Imaginemos por un momento, un mundo similar al de las películas futuristas de ciencia ficción, donde las máquinas y los robots han reemplazo en gran medida al ser humano en sus actividades y labores.
Las películas que menciono, sin embargo, suelen ser pesimistas y dramáticas, como yo. Pero quizás en medio de tanta incertidumbre que hoy nos invade, sea oportuno estar del lado positivo que no ve tanto el problema en los nuevos avances tecnológicos que van a un paso acelerado, sino que ve el lado bueno e intenta imaginar un mundo a la medida de las nuevas necesidades de la humanidad.
Viéndolo de este modo, se me ocurre la idea del mundo futurista, donde las maquinas robóticas trabajan, por supuesto en una medida mayor de la que el ser humano puede hacerlo. Sin duda la productividad aumentaría exponencialmente, y sí, quizás las máquinas, con inteligencia artificial, logren reemplazar labores que hace unos años, y aun hoy, son realizables en su totalidad por mano de obra humana.
En realidad, no hay necesidad de irnos tan lejos. Hoy vivimos en un tiempo donde la posibilidad de un futuro ideal no es sólo sueño lejano, sino una promesa que, como la brisa suave en una tarde dorada, se siente cercana, palpable. Claro, quizás en este lado del mundo que nos correspondió, no estemos tan preparados para imaginar lo que aun parece escenas de una película de ciencia ficción, pero, vuelvo a mi lado positivo, las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial están avanzando tan rápido que su alcance ya no es tan lejano para nosotros.
Esto me abre paso para empezar a hablar de la Renta Básica Universal (RBU) que empieza a ser un eco que resuena en los corredores de las grandes discusiones, un llamado a la equidad y a la esperanza. Con el despliegue majestuoso de la inteligencia artificial (IA), las tareas que antes sólo las manos humanas podían esculpir están siendo tomadas por estas criaturas de luz digital, estas maravillas del ingenio humano. En este panorama, se vislumbra un mundo donde las máquinas, no esclavizadas por el tiempo o el cansancio, trabajen por nosotros, y nosotros, los seres humanos, podamos vivir, crear, amar y soñar, libres de las cadenas del trabajo forzado, sostenidos por una Renta Básica Universal generada por las máquinas y la inteligencia artificial y distribuida por los gobiernos del mundo.
Este último párrafo debió leerse realmente como una utopía, que debió ser el título de este texto. Usted, lector, lectora, debe estar pensando que soy un cinéfilo amante de la ciencia ficción, o quizás que debo estar escribiendo estas letras bajo los efectos de una sustancia nociva. Claro, esto esta avanzando tan rápido, que aún hoy, quizás suene imposible e irrealizable la idea del mundo que planteo acá.
Sin embargo, no es que sea irrealizable del todo el funcionamiento de un mundo donde las máquinas hagan todo el trabajo y produzcan para nosotros y así poder vivir en una especie de burbuja como “Axiom”, la gigantesca nave espacial donde viven los humanos en un futuro distópico, donde las máquinas y los robots se encargan de todas las tareas, mientras los humanos no hacen más que comer y dormir en la afamada película de Pixar “Waal-E” (2008).
Pero quizás sí resulta para nosotros, los del lado del mundo que por alguna razón que aun no entiendo llaman “tercer mundo”, imposible pensar en este escenario. Quizás porque aún estamos intentando resolver problemas más graves como el hambre, la desigualdad, la pobreza extrema y la delincuencia común, ya saben, esos problemas que están ahí desde siempre y cada gobierno que sube con la promesa de acabarlos, termina enredando más las cosas. Pero en fin…
Volviendo a mi positivismo utópico, en este canto de futuro, los gobiernos de nuestro mundo podrían alinear sus voluntades para hacer de la Renta Básica Universal una realidad tangible, donde el trabajo de la IA financie la vida digna de todos los seres humanos. Así, los seres de metal y código serían los artífices de una nueva era, donde cada uno de nosotros pueda ser poeta de su propio destino.
La evolución de la Inteligencia Artificial: Desde los primeros algoritmos hasta los robots autónomos
Hace más de medio siglo, la IA era sólo un tímido susurro en las mentes de algunos soñadores. Como la semilla que guarda paciente bajo la tierra hasta encontrar su momento de florecer, los primeros algoritmos eran piezas torpes, lentas, pero llenas de promesa. Con el pasar de los años, aquella semilla germinaba, y lo que una vez fue una simple idea hoy se erige como un robusto roble que da sombra a las grandes industrias.
La IA ha dejado de ser un mero programa para resolver ecuaciones; ahora es capaz de conducir automóviles, realizar diagnósticos médicos e incluso crear arte. El impulso de gigantes tecnológicos, como OpenAI o Google, ha dado vida a una IA que no sólo replica el pensamiento humano, sino que lo amplifica y lo enriquece.
Hoy, la IA no sólo sirve para realizar tareas mecánicas, sino para asumir decisiones con un grado de autonomía que antes sólo reservábamos para los seres humanos. Se convierte en una compañera, una musa para los nuevos creadores, y en este constante avanzar, empieza a vislumbrarse una IA capaz de sustituir el trabajo rutinario, permitiéndonos a nosotros, los soñadores, vivir de la belleza de nuestra existencia.
Sigo romántico, supongo que es aún la parte esencial de la humanidad, quizás el romanticismo nos pueda salvar de la frialdad de las máquinas. Quizás el avanzar acelerado de la IA ha abarcado mucho más de lo que pudimos imaginar en un principio. Más de medio siglo de desarrollo, ha permitido una imitación casi perfecta de la inteligencia humana. Sin embargo, sigo insistiendo en el positivismo, aclarando que todo está en la programación de las máquinas, completamente dirigida por capital humano. Una máquina, una inteligencia artificial, un robot, cualquier cosa similar a lo anterior mencionado, es creación humana, por eso debe ser controlado y usado para el bienestar humano, no para fines ética y moralmente incorrectos.
El Futuro del trabajo: IA y automatización como motor de la Renta Básica Universal
En la historia del trabajo, la humanidad ha sido presa del tiempo y del esfuerzo. Las fábricas, los campos, las oficinas, han sido testigos silenciosos de generaciones que entregan su fuerza vital por una subsistencia a menudo limitada. Pero, ¿qué pasaría si las máquinas y la Inteligencia Artificial, productos del ingenio humano, asumieran esas tareas que nos agotan y nos atan al suelo (y al sueldo)?
Hoy está demostrado que, con la IA, no sólo es posible, sino cada vez más probable. Las máquinas no sienten el desgaste, no se fatigan ni duermen. Trabajan en silencio, sin pedir descanso, y en este nuevo mundo que emerge, ellas podrían sostener la economía mundial, mientras que nosotros, liberados de la rutina, nos dedicamos a lo sublime: al arte, a la contemplación, al amor y la ciencia.
Aterrizados ya en este contexto posible, la Renta Básica Universal se presenta entonces como un bálsamo para el alma, como el sueño que estábamos persiguiendo hace mucho y no dejaba de ser eso hace unos años, un sueño inalcanzable. Si las máquinas pueden generar riqueza, ¿por qué no distribuirla entre todos? Con la IA produciendo para el bien común, los gobiernos podrían abrazar este concepto, asegurando que cada ser humano reciba una parte justa de esa creación inagotable de riqueza. Finlandia, España y otros países ya han experimentado con modelos de RBU, y lo que hace pocos años parecía una utopía, hoy es una posibilidad al alcance de la mano.
Sí, ya sé. Quizás siga pareciendo demasiada utópica la idea de que los gobernantes del mundo lleguen a un acuerdo sobre el tema, y decidan dividir el capital económico que producirían las maquinas con Inteligencia Artificial de llegar a ser autosuficientes. De allí precisamente nace el miedo de gran parte de la población a ser reemplazados por la Inteligencia Artificial y posteriormente despedidos para pasar a engrosar las filas en aumento de desempleados y reemplazados por la tecnología nueva.
Este es el panorama que se ha planteado hasta ahora, por eso los grandes empresarios incluso, han salido a pedir públicamente que se detenga el paso acelerado con que está creciendo la Inteligencia Artificial.
Me sigue pareciendo un poco alarmista y exagerada la petición de los grandes empresarios del mundo, cuando ellos mismos han promovido este escenario. Sin embargo, llama un poco la atención que ninguno haya planteado la idea del debate sobre la Renta Básica Universal y la redistribución de la riqueza, de su riqueza. Por supuesto, ya comprenderá usted, lector, lectora, que no les conviene…
Isaac Asimov y las Tres Leyes de la Robótica: Un futuro seguro con IA
Como lo decía anteriormente, a lo largo de la historia, las innovaciones tecnológicas han despertado miedos, y la IA no es una excepción. ¿Serán estos seres de silicio y circuitos un peligro para nosotros? Pero, como el poeta que calma los temores de la noche con sus versos, Isaac Asimov, aquel profeta de las máquinas, nos ofreció una visión de seguridad en sus famosas Tres Leyes de la Robótica :
- Un robot no puede dañar a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño.
- Un robot debe obedecer las órdenes que le sean dadas por los seres humanos, excepto cuando estas órdenes entren en conflicto con la Primera Ley.
- Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la Primera o la Segunda Ley.
Sin duda alguna, Asimov era un adelantado en su tiempo. Sus tres reglas, como una poesía ética inscrita en el corazón de las máquinas, garantizan que la IA sea un aliado, nunca un enemigo. Y así, mientras las máquinas trabajan y nosotros vivimos de su trabajo, podríamos tener la certeza de que estarán allí para cuidarnos, no para reemplazarnos. En lo personal, me generan algo de tranquilidad estas premisas. Brindan una garantía a estos miedos que seguramente todos sentimos o la incertidumbre generada por el avance tecnológico de la IA.
RBU e IA: Un enfoque positivo para el futuro
No hay razón para temer a este nuevo amanecer. Si algo nos enseña la historia, es que el progreso trae consigo nuevas oportunidades, nuevos horizontes. El trabajo mecánico, que alguna vez fue el eje de nuestras vidas, puede ser relegado a las máquinas, mientras que los humanos nos dedicamos a lo más elevado de nuestra naturaleza.
Así mismo, la Renta Básica Universal no sólo garantizaría la supervivencia, sino que abriría la puerta a la creación de una nueva humanidad, donde las personas puedan dedicarse al arte, la ciencia, la filosofía y el cultivo del alma con más dedicación. Sin la presión de la supervivencia económica, podríamos vivir plenamente, libres de las ataduras materiales que nos han encadenado durante milenios. Imagine usted, lector, lectora, un mundo donde cada individuo puede descubrir sus verdaderas pasiones y desarrollar todo su potencial.
La voluntad política: El desafío para implementar una Renta Básica Universal
Pero como todo sueño, para convertirse en realidad, necesita de la acción. Y aquí es donde los gobiernos del mundo deben tomar la antorcha y encender el camino. La Renta Básica Universal no es un capricho, es una necesidad que se alza ante nosotros como el siguiente paso en nuestra evolución social. Sin embargo, requerirá de una voluntad política que trascienda fronteras, ideologías y economías.
Para financiar esta RBU, los gobiernos deberán repensar sus modelos fiscales, gravando el uso de la IA de manera justa y equitativa, garantizando que los beneficios de estas tecnologías no queden en manos de unos pocos, sino que se distribuyan entre todos los ciudadanos del mundo. En una era donde la riqueza puede ser generada por máquinas, es nuestro deber asegurarnos de que esa riqueza sea usada para el bien común.
En este punto es donde algunos políticos y fanáticos, si leyeran esto, empezarían a llamarme socialista, comunista y guerrillero, por proponer esa redistribución de riquezas.
En Colombia, por ejemplo, hoy es más que difícil hablar de un escenario de esta magnitud. Colombia es un país que históricamente no ha podido redistribuir sus riquezas, y este ha sido uno de los factores que ha provocado el conflicto armado interno y así mismo su culminación. Históricamente, la voluntad política para siquiera hablar o debatir sobre el tema de la redistribución equitativa de la riqueza en Colombia, ha sido mínima. No ha sido siquiera suficiente el cambio de una constitución política en los años noventa, porque tanto el legislativo como el ejecutivo han preferido proteger los intereses económicos de sus financiadores.
Sin embargo, no sobra seguir dejando un eco de voz en estos espacios, para que algún día, ojalá no muy lejano, sea posible por lo menos discutir y plantear la idea de la redistribución de las riquezas y la generación de una Renta Básica que dignifique la vida de todos los habitantes de este país y este planeta.
Un Futuro en el que humanos y máquinas coexistan para el bienestar común
En esta utopía que he llamado canto de futuro, los humanos y las máquinas no son adversarios, sino aliados. Las máquinas, nacidas de nuestra mente y de nuestra inventiva, pueden trabajar por nosotros, permitiéndonos vivir más plenamente. La Renta Básica Universal es un reflejo de ese mundo, donde la tecnología no es una amenaza, sino una fuente de abundancia compartida.
No es sólo un sueño, es el siguiente paso natural en nuestro camino hacia una sociedad más justa, más equitativa, más humana. Un futuro donde la IA y los seres humanos coexisten en armonía, donde las máquinas trabajan y nosotros vivimos, amamos y creamos. En este futuro, las estrellas no serán sólo para los poetas, sino para todos nosotros.
Es hora de tomar el futuro en nuestras manos. No debemos temer a la IA, sino abrazarla como una aliada en nuestra búsqueda de una vida más plena. Que los gobiernos del mundo escuchen el llamado de sus ciudadanos y, con valentía, abracen la Renta Básica Universal como una realidad posible. Que el trabajo de las máquinas sea el sendero que nos lleva hacia una vida más libre, más creativa y, en última instancia, más humana. Amén.
Comentar