LA INTEGRACIÓN ERRANTE

Los recuerdos acribillan la memoria y la desilusión invade a las nuevas generaciones, “Se vive sin ideas, se asesina por puro odio”. Muchos jóvenes sobreviven sin ilusión y se convierten en nómadas de espíritu, y algunos buscan tal vez respuestas en el extremismo. Los ya no tan jóvenes aguantan el colapso de occidente y la rabia de oriente intentando pagar facturas, es el caso de Paco Colom, periodista desde los 24 años, que comenzó a escribir para el periódico “la utopía del sur” en 1970, y que fue él mismo un nómada de prensa, primero como redactor de política en infinidad de periódicos izquierdistas que eran engullidos por empresas neoliberales y que lo obligó a convertirse en un free lance que le tocó vivir y cubrir algunos acontecimientos que lo fueron marcando hondo.

 

La matanza en la redacción de la revista humorística francesa “Charlie Hebdo” el 7 de Enero del 2015, escribe otra mustia página en la historia de la intolerancia, y de la imposibilidad de que exista una integración global en este mundo plagado de civilizaciones enfrentadas entre si, con las ideas caducadas, con el único rugido de un motor llamado odio, con un acelerador que se apellida resentimiento y un apodo que se define como fanatismo.

 

Los extremismos no viven del dialogo, ni tampoco de credos, ni dogmas ni siquiera de religiones. Como escribió un colega hace pocos días, en su columna dominical: “París arde”, y el viejo Colom, con 69 años sobre sus artículos, no tiene otra cosa que seguir narrando su realidad, la que se desnuda ante sus ojos y la que grita con sus palabras de tinta china. Ahora han sido dos encapuchados vestidos de negro y que en nombre de Al-Qaeda ha sembrado el terror en la ciudad del amor, ¿Cual amor? Una veintena de muertos, entre periodistas, rehenes, policías y los criminales que han dejado un mensaje unos: No al terrorismo, y otros: Esto es una guerra.

Pues la memoria es un cargador lleno de balas, que se empotran contra la pared de la sordera, que matan principios, que asesinan al dialogo y en definitiva, que acaban con la integración.

Es una ruleta rusa desesperada la de convivir en este planeta sin la pegatina de la ira, sin la fraseología que redacta la muerte en nombre del poder, del abuso, de la desintegración social, de ese desamparo racial, de la enfermedad de ser un ser humano deshumanizado.

 

Para paco Colom su viaje errático en busca de una integración global comenzó a quebrarse el 30 de Enero de 1972, en Derry, Irlanda del Norte, usando paracaidistas británicos abrieron fuego y dispararon indiscriminadamente sobre una multitud de ciudadanos irlandeses que se manifestaban pacíficamente a favor de los derechos humanos. 14 muertos.

O aquel 5 de Septiembre negro en Múnich del mismo año, cuando un grupo armado de la Organización para la liberación de Palestina secuestró y mató a 11 miembros del equipo olímpico israelí, o de la brutal masacre aquel 15 de mayo de 1974 en una escuela judía en Ma´alot, cuando otro grupo armado, esta vez del Frente Democrático para la Liberación de Palestina acribilló a 21 estudiantes y 5 adultos. Lo acontecido en París recuerda a la matanza de 5 abogados de Comisiones Obreras y miembros del partido Comunista Español por un grupo de ultraderecha el 24 de Enero de 1977, en la Calle atocha, Madrid, en esa España vestida de transición gris.

O el exterminio de centenares de fieles en la mezquita Al-Masjid Al-harm de La Meca, picados por las balas y los sables de fundamentalistas musulmanes un 20 de Noviembre de 1979.

La ultraderecha nutre su bulimia con atentados indiscriminados. El 2 de Agosto de 1980, una logia ultraderechista llamada “Ordine Nuovo”, con aires de provocar inestabilidad social y política en Italia, embute de TNT una maleta que estalla en la estación de tren de Bolonia, matando a 85 personas.

 

Y el fanatismo crea monstruos, que permanecen como fantasmas en la mirada colectiva del mundo. la Yihad Islámica envía dos camiones bomba en las instalaciones militares occidentales en Beirut, muriendo 241 marines estadounidenses y 48 soldados franceses. Era un Octubre de 1983.

El abuso de poder del cártel de Medellín provocó la sangrienta toma del palacio de Justicia en Bogotá. Entre el 6 y el 7 de Noviembre de 1985 el grupo guerrillero M-19 ocupa las instalaciones bajo sangre y fuego, mueren 98 personas y desaparecen otras muchas en un acto de terror poco aclarado.

Y ETA advierte que su lucha es feroz con la masacre del Centro Comercial Hipercor de Barcelona con un coche bomba que mata a 21 personas. Fue un oscuro 19 de Junio de 1987.

la atrocidad se toma la justicia por su mano, y los verdugos son también ejércitos privados y paramilitares, como el asesinato salvaje  el 30 de Agosto de 1988 de 16 campesinos en El Tomate, departamento de Córdoba, Colombia, masacrados por las autodefensas y una ínfima sospecha de que los pobres lugareños eran colaboradores de la guerrilla.

 

Ese mismo año, el 21 de Diciembre, se acusa al gobierno libio de apoyar y proteger a los terroristas del atentado mortal sobre el vuelo 103 de la aerolinea estadounidense Pan Am, que estalla en pleno vuelo sobre Escocia matando a sus 249 ocupantes.

Otro avión, un Boeing 727, otro vuelo, el 203 de Avianca, el cártel de Medellín golpea de modo letal

con otra bomba colocada para sembrar pánico en Colombia, era el 27 de Noviembre y fueron asesinados 110 pasajeros. Un año mórbido, que termina con otra masacre y otra vez en Colombia, el 6 de Diciembre en la capital, Bogotá, los barones del narcotráfico hacen estallar 500 kilos de dinamita frente al edificio del Departamento de Administración de Seguridad, 63 víctimas. Era la firma de una guerra abierta entre Pablo Escobar y el estado.

Y el desastre se ceba en el metro de Tokio un 20 de marzo de 1995, la secta Aum Shinrikyo, que anuncia el Apocalipsis para la humanidad, riega cinco estaciones de metro con gas tóxico.

Los jinetes bíblicos de las calamidades se manifiestan el 19 de Abril del mismo año, en Oklahoma, un veterano de la guerra del Golfo hace volar por los aires un edificio del FBI. 168 víctimas. En ambos casos, en Tokio y en Oklahoma, el móvil de los asesinos es el descontento, la desorientación, la frustración.

El 17 de Noviembre de 1997 un grupo islamista egipcio Yihad Talaat Al-Fath tiñe de rojo las aguas del Nilo y las instalaciones turísticas de Luxor. Con ametralladoras y cuchillos, penetran en el interior de un templo y asesinan a 62 personas.

El viejo periodista Paco Colom se detiene en 1998, cuando el 7 de Agosto Al-Qaeda ataca las embajadas de Estados Unidos en Daar es Salaam (Tanzania) y Nairobi (Kenia), son 213 muertos, y occidente pone a circular la búsqueda y captura de un individuo: Osama Bin Laden. Es un año negro, nueve días mas tarde de los atentados en África, un coche bomba estalla en la población irlandesa de Omagh, un grupo escindido del IRA, contrarios a las conversaciones de paz, asesinan a 29 personas.

Y llegó un nuevo siglo, y con el, un miedo global. Es el 11 de Septiembre del 2001, algo sucede en el cielo de Nueva York, en Langley y sobre Pensilvania. Al-Qaeda ataca en suelo Estadounidense. 3000 víctimas.

Las ideas chocan, las civilizaciones se devoran entre si, el pánico aumenta, las fronteras se tambalean y se cierran, el viaje de la integración es errático, trágico, malsano, la decepción es absoluta.

 

Con el siglo XXI se agudiza la guerra contra el terrorismo en el mundo, el resentimiento no tiene nacionalidad, ni posee pasaporte, su ADN respira el aire putrefacto de una guerra constante, de una muerte mental, que va desde unos principios inexistentes a un conocimiento en crisis.

Paco Colom avanza, en esos recuerdos dolorosos que no marchitan, que lo convierten en un individuo que odia pertenecer a la especia humana.

Las masacres siguen un 12 de Octubre del 2002, en la isla de Bali, y el ataque del grupo islámico Yemaah Ismaliya, en un centro turístico. Mueren 202 inocentes.

El mundo se paraliza ya insensible ante las pantallas de televisión y el desastre del teatro Dubrovka de Moscú. 50 terroristas islámicos chechenos asaltan el teatro, muchos de ellos llevan bombas pegadas a sus cinturas. El ejercito ruso no duda en meter un gas nocivo por los conductos de ventilación del edificio ocupado para adormilar a los terroristas. Mueren 129 personas, unas pocas por disparos, la mayoría por el maldito gas. Era el 23 de octubre del 2002.

Y los nombres de Atocha y de Madrid sonaron otra vez unidos en la tragedia del 11 de Marzo del 2004. Diez bombas coordinadas y colocadas en los trenes de cercanías de la capital española estallaron rabiosas y mataron a 192 personas. El gobierno español acusó a ETA, pero el atentado fue reivindicado por una célula yihadista bajo instrucciones de Al-Qaeda.

El 3 de Septiembre del mismo año, otro grupo islámico checheno masacró a 370 personas en la escuela de Beslán, Rusia, y el 7 de Julio del 2005 Al-Qaeda dio otro terrible golpe a occidente volando un bus y en instalaciones del metro de Londres y llevandose por delante 56 vidas inocentes.

La calamidad es injusta, el término inocente tiene el rostro de civiles que mueren sin saber el porque.

El 20 de Septiembre del 2008 Al-Qaeda acosa con su criminal viaje atacando el lujoso Hotel Marriott de Islamabat, Pakistán, un camión bomba abre un cráter enorme frena al hotel y mata a 53 personas.

Abominables fueron las masacres que se descubrieron en Agosto del 2010 en San Fernando, México, con 72 inmigrantes ilegales asesinados y en Abril del 2011, con una cantidad todavía incierta de 200 personas acribilladas por el veneno del grupo paramilitar del cártel de los Zetas.

 

ya en el 2013 y durante la maratón de Boston el 15 de Abril, cuando los hermanos Tsarnáev, de nacionalidad chechena, provocaron la muerte a 3 personas e hirieron a otras 300 con tres bombas caseras. Nunca se investigó el verdadero móvil del atentado. ¿Aflicción? ¿Enojo?

Y el 21 de Septiembre del mismo año, 15 milicianos del grupo islamista Al-Shabbaab entró en el Centro Comercial Westgate de Nairobi, kenia, matando a 72 visitantes y provocando heridas a más de 200 personas.

París, Enero del 2015, el mundo llora a las víctimas del terrorismo. En Siria y en Irak, el Estado Islámico es el nuevo rostro del odio, sus voluntarios no buscan respuestas en la religión, llegan de partes de todo el mundo, traen consigo un desarraigo psíquico, del mismo modo que cualquier individuo puede saciar su frustración a tiros o inmolándose en cualquier parque público.

En este mundo donde la integración viaja errática y la solidaridad es cada vez mas sorda y muda, por muchas manifestaciones mundiales que se realizan contra la barbarie, deben cambiar muchas cosas.

El miedo nos mira a los ojos.

Y Paco Colom se encorva negándose a ser un derrotado mas de la intolerancia. El veterano periodista escribe sus recuerdos de violencia con las lagrimas del humanista como tinta que no se borra del todo.

Falta mucho, por hacer.

[author] [author_image timthumb=’on’]https://alponiente.com/wp-content/uploads/2014/12/Manel.jpg[/author_image] [author_info]Manel Dalmau Etxalar Nacido en un pequeño pueblo del pirineo catalán cuyo nombre es La Pobla de Segur. Adoptado en la ciudad de Medellín en 1998, paisa chivado desde Enero del 2010. Periodista, documentalista, historiador, dinamizador cultural y onanista compulsivo. Forma parte del equipo de la casa Museo otraparte desde el año 2010. El “NO” de su gorra es un adverbio positivo y un morfema ácrata. Es un “NO” a la intolerancia, al desajuste social, al abuso, es una invitación para que todo aquel que lo lea, se invente su propio NO. Es un yonqui de la tertúlia y un borracho de silencios. Intenta soñar. [/author_info] [/author]

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