La imagen y su relación con el poder

El artículo que se presenta a continuación constituye un ejercicio reflexivo acerca de la praxeología del poder y tiene por objeto, analizar desde esta misma óptica la importancia de la imagen en las relaciones entre los individuos, teniendo como presupuesto la existencia de una estructura jerárquica o vertical de las relaciones de poder.

Cuando se hace alusión a una praxeología del poder se quiere afirmar con ello que más que una teoría general del poder que aluda a la importancia de la imagen, se planteará un análisis de la puesta en práctica o a las acciones concretas donde la imagen resulta determinante para el ejercicio o praxis del poder.

Robert Greene y Joost Elffers, en su texto Las 48 leyes del poder, concretamente, en la ley número 34 “Actúe como un rey y será tratado como tal”, dicen lo siguiente:

Su forma de actuar determinará cómo lo tratarán los demás: a la larga, una presencia vulgar o común hará que la gente le pierda el respeto. Porque un rey se respeta a sí mismo e inspira el mismo sentimiento en los demás. Al adoptar una actitud de rey, mostrando confianza en su propio poder, logrará que lo consideren destinado a llevar una corona real sobre la cabeza (Greene & Elffers, 2015, pg. 351).

Para el caso, cabe el siguiente ejemplo; en julio de 1830 ascendió al trono francés el duque de Orleans como Luis Felipe I de Francia. El “rey burgués” fue el sucesor de Carlos X que abdicó a causa de la revolución. A Luis Felipe I se le conoció, entre otras formas, como el rey ciudadano o rey de los banqueros y destacó porque en su gobierno, de corte liberal, tomó fuerza la burguesía como clase dominante, en detrimento de los propios intereses de la aristocracia francesa que condujo finalmente, a su derrocamiento a causa de la revolución de 1848 (Greene & Elffers, P352). Este caso histórico sirve a los autores para ilustrar cómo se puede presentar, en términos del ejercicio del poder, una disonancia entre el lugar que se ocupa en la jerarquía del poder y la imagen que se proyecta desde él.

En esta misma línea, Robin Fisher Roffer, reconocida experta en marketing y asesora de CNN, al hablar del auténtico valor de la imagen, destaca cómo esta se encuentra asociada de forma indisoluble con la marca y a su vez cómo “si tú mismo no te pones una marca, alguien más lo hará” (Fisher, 2002, Pg. 2). En el caso de Luis Felipe I de Francia, la pérdida de la imagen y de su marca como rey, además de los grandes problemas sociales (importantes, pero no objeto del análisis), tiene que ver con que nunca asumió su papel como rey tratándose como uno, a su trato de iguales con la nueva burguesía principalmente con los banqueros, entre ellos a James Rothschild, quien lo reprendió públicamente por llegar tarde a un viaje en tren como si fuese su subordinado.

El reconocimiento como rey burgués o rey de los banqueros, no fue producto de la casualidad sino de la imagen que el propio rey tenía de sí y, por tanto, la marca que proyectaba hacia los demás; marca que fue asociada, en términos de un igual y no de quien ostenta la dignidad de rey; ausencia de autoridad, de un burgués entre burgueses, finalmente, de alguien a quien no se le debe el reconocimiento que su rol exige.

Uno de los tratados más importantes de praxeología del poder, el Príncipe, de Nicolás de Maquiavelo señala en su capítulo XVIII: “los medios que emplee el príncipe serán siempre considerados honrosos y alabados por todos porque el vulgo se deja siempre coger por las apariencias y por el aspecto de las cosas y en el mundo no hay sino vulgo”. En este sentido, Maquiavelo plantea que, si bien el ideal sería ser y parecer, en términos praxeológicos, si se debe elegir, por lo menos debe parecerlo, ya que suele ser normalmente de esto que los sujetos políticos se dejan llevar; en otras palabras, que, al pensarse como marca, ésta debe estar asociada con el ejercicio de pensar la imagen, ésta se debe pensar y ser trabajada intencionalmente con los valores y la imagen que se desean proyectar.

En una carta que describe la llegada de Cesar Borgia como príncipe político a Francia describe lo siguiente:

Llevó consigo treinta gentilhombres a caballo, calzados con espuelas de plata y jaeces de gualdrapa en brocado de oro. Los vestidos, los collares y broches con que los caballeros se adornaban, hubieran bastado para soportar la campaña de Milaneso, Llevó cien servidores, palafreneros y pajes, con vestimentas muy dignas de sus señores. (Sanchis, 2003, pg 284).

Cesar Borgia, paradigma por excelencia para Maquiavelo de la praxeología del poder, tiene claro su nuevo rol de príncipe y se presenta como tal. Siendo consciente de su entrevista con el rey de Francia, se presenta ante e como un igual y así lo asumió. Alguno de los presentes planteaba incluso que: Al lado de Cesar Borgia y sus acompañantes, el mismo rey de Francia y sus nobles parecían mendigos (Sanchis, 2003, pg 285). Borgia no permite que su imagen y los valores asociados a su marca, sean diferentes a la dignidad que ocupa, incluso procura destacar sobre quienes se encuentran en su mismo nivel. Es un príncipe que aspira y se trata como rey.

Para finalizar, cabe como ejercicio de reflexión las palabras de Baltazar Gracian en el arte de la prudencia.

Las cosas no pasan por lo que son, sino por lo que parecen. Valer y saberlo mostrar es valer dos veces. Lo que no se ve es como si no existiese. (…) Hay cosas que son muy distintas de lo que parecen. Un buen exterior es la mejor recomendación de un perfecto interior (Gracian, 2015, pg. 104).

Bibliografía

Fischer, R. (2002) El auténtico valor de la imagen. McGraw-Hill. México.

Greene, R. y J. (2015) Las 48 leyes del poder. Editorial Atlantida, S.A. Buenos Aires-Argentina.

Gracian, B. (2015) El ate de la pruedencia. Austral, Barcelona.

Sanchis, J. L. (2003) Maquiavelo y Borgia. Teoría y práctica para directivos. Gestión. Barcelona