“El camino hacia la igualdad de género significa que tanto mujeres como hombres pueden desempeñar los mismos roles, un hombre puede trabajar y en casa acompañar a sus hijos con las tareas y ayudar con labores del hogar”.
Colombia ha sido un país predominantemente machista y en buena medida es una cultura generada por las mismas mujeres. En departamentos como Antioquia, Risaralda, Caldas, que hasta hace 50 años eran territorios principalmente rurales donde las familias eran numerosas -de más diez hijos por hogar-, porque había que tener los hijos que Dios mandara y que sirvieran de mano de obra para los trabajos del agro y así poder subsistir porque la tierra no daba para más ni para que la mayoría de los hijos pudiera estudiar el bachillerato; en esta cultura, se escuchan frases de mamás de estas generaciones hoy abuelas y bisabuelas de que “los hombres en la cocina estorban”, “hay que servirle primero al papá”, “la mejor carne es para los hombres”, “las que barren y trapean son las niñas”, “recójale los platos de la mesa al papá y a los hermanos” y así por el estilo, como si los hombres no pudiéramos hacer esas funciones que parecían estar destinadas -sin razón alguna- exclusivamente a las mujeres.
Por fortuna eso ha venido cambiando gracias a las mismas luchas de mujeres valientes que exigían un trato igualitario y gozar de los mismos derechos que tenían los hombres, luchas que hoy se ven reflejadas en que las mujeres puedan trabajar, ser independientes, administrar su patrimonio, votar y ser elegidas. En suma, ser pares del género masculino, como debe ser.
Mi abuelo paterno, que creció en un entorno machista, en su sabiduría entendió que como padre debía darles las mismas o mejores oportunidades a sus hijas mujeres -con respecto a sus hijos hombres- para que tuvieran las mejores herramientas para salir adelante en un mundo dominado por los hombres y lo resumió perfectamente con esta anécdota: un compañero de trabajo le aconsejó que no gastara dinero pagándole estudio a sus hijas. En la lógica de su compañero, eso era botar la plata, porque entendía que si se casaban no ejercían la profesión, sino que se quedaban como amas de casa. Mi abuelo le respondió que él, con mayor razón, le daba estudio a sus hijas para que fueran independientes porque si se casaban y no contaban con la fortuna de dar con un buen esposo no tendrían que aguantarse las humillaciones de los maridos y podrían rehacer su vida. Afortunadamente mis tías dieron con buenos esposos y con sus parejas reman conjuntamente y se apalancan para sacar sus proyectos adelante.
El camino hacia la igualdad de género significa que tanto mujeres como hombres pueden desempeñar los mismos roles, un hombre puede trabajar y en casa acompañar a sus hijos con las tareas y ayudar con labores del hogar y viceversa. La igualdad de género significa que no hay labores destinadas exclusivamente a ningún género, que ambos las pueden desempeñar, y eso hace que las relaciones sean equilibradas y sanas.
Ahora que estamos conmemorando el Día Internacional de la Mujer, siempre es una buena oportunidad para reconocer las luchas por la igualdad que han emprendido las mujeres, y que los hombres seamos conscientes de propiciar en todos nuestros entornos, las condiciones para que las mujeres que nos rodean brillen y tengan las mismas o mejores condiciones de las que hemos gozado nosotros históricamente.
Comentar