En mi última caminata nocturna, escuché a una mujer expresar ante un grupo de amigas, con tono inquisitivo y un marcado acento paisa: «¿A quién se le ocurre dejarle una herencia a un gato?». En paralelo, las demás mujeres estaban cómodamente sentadas y movían rítmicamente sus cabezas en señal de aceptación ante lo absurdo de la situación. Esta pregunta me quedo retumbando y aunque inicialmente sorprendido, me llevó luego a reflexionar sobre una tendencia emergente en nuestra sociedad contemporánea.
Los hogares de hoy en día están experimentando cambios significativos en su composición. La antigua creencia de que «cada hijo llega con el pan bajo el brazo» ya no es una norma, y muchos jóvenes y nuevas familias están optando por no tener hijos, prefiriendo en cambio tener mascotas como compañeros de vida.
Esta tendencia se ve respaldada por datos recientes. Por ejemplo, una investigación de la Universidad del Rosario encontró que el 49% de los jóvenes encuestados en Colombia, de entre 18 y 32 años, tienen mascotas, mientras que solo el 36% tienen hijos. Adicionalmente un 61% de los participantes dijeron no tener interés de tener hijos, mientras que solo el 41% tiende considerarlo Por otro lado, vemos como estas intenciones se han comenzado a materializar cada vez con mayor intensidad en la Tasa de Natalidad. Según un informe del DANE, se reveló una disminución histórica del 7.5% en la tasa de natalidad en 2022, con proyecciones que sugieren una continuación de esta tendencia en 2023.
Mientras se observa como la tasa de natalidad disminuye, el número de hogares que adoptan mascotas está en aumento. Según una encuesta de Cifras y Conceptos para el 2023, el 56% de los hogares en Colombia tenían al menos una mascota. De ser así, un dato para sorprender en una próxima conversación podría ser que en Bogotá hay más mascotas que personas en Barranquilla. Sin duda esta es una afirmación que, en lo particular, me dejaría un poco atolondrado si me la contaran pero ahora conociendo la realidad, esconde detrás conversaciones profundas que con una buena compañía puede desarrollar.
A modo de conclusión, el cambio en la composición de los hogares que he plasmado en este escrito sin duda podría explicarse desde distintos frentes que pasan por cuestiones tan estructuradas como lo económico hasta temas más etéreos como los psicológicos. El quid del asunto es que es una realidad y una tendencia que cada vez se reafirma y tienen protagonistas y antagonistas por doquier. Por un lado están figuras como el Papá Francisco que se ha pronunciado al respecto al afirmar que “ (…) No faltan perritos ni gatos, pero sí niños” a lo que me adhiero y considero en lo personal que no hay mayor satisfacción (más allá de las razones biológicas) que dar vida a un ser, criarlo y apoyarlo durante toda su existencia y que la pueda gozar a plenitud y por el otro lado habrá quienes vean común y corriente dejarle una herencia a un gato. Ahora y lo que digo siempre, la diferencia no tiene por qué dividirnos, lo importante siempre será reconocernos en medio del a diferencia y propiciar discusiones sobre temas como estos que por superficiales que parezcan tienen repercusiones importantes para nuestro futuro como sociedad.
Todas las columnas del autor en este enlace: Santiago Zapata Serna
Fuente Imagen: Copilot (generado por IA)
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