La gran contradicción

William Godwin(1756-1836) considerado uno de los más importantes precursores del pensamiento anarquista, ante la malignidad  de algunos personajes para tomarse el poder político y expoliar a las masas, exclamó: “El demagogo astuto y violento,   tiene más posibilidades de impresionar que un hombre de intenciones más puras”; quedando demostrado como la mentira y la violencia, son las armas predilectas de gente ruin para engañar y someter a los ciudadanos a sus instintos  insanos, seduciendo a los pueblos, cuando en realidad son  falsos  mesías; algo que  es antagónico a las enseñanzas de Jesucristo  quien  proclamó  la construcción del Reino de Dios, por lo tanto existe una gran contradicción entre el gobierno divino y los   gobiernos terrenales.

En el Concilio de Éfeso en el año 431, se proclamó que Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre, por ello   cuando se recuerda  su paso por la tierra y su pasión y muerte, hay que  volver a las palabras de San Agustín: “Cristo  el señor  se humilló para que nosotros aprendiéramos a ser humildes”, y  al ser  Jesús el camino del encuentro  con Dios,  en estos tiempos hay que mirar al Maestro de Nazaret en toda  su dimensión humana, menos en el pecado.

El ejemplo de vida de Jesús  es inconmensurable, debido a que vivió haciendo siempre el bien; desatancándose un hecho demasiado transcendente en su vida, de tantos que nos enseñan los evangelios desde el punto de vista humano, y a pesar de que algunos lo toman como metáfora, su significado es demasiado extraordinario para lo que debería ser  el comportamiento de las personas ante la maldad, como  fue el rechazo que le hizo a la propuesta del “padre de las tinieblas” cuando fue tentado en el desierto,  dicen las escrituras: “Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiera la doy. Sí tu postrado me adorares, todos serán tuyos. Jesús le dijo: Vete de mi, Satanás, porque escrito está: Al señor tu Dios adoraras y a él solo servirás. El anterior pasaje bíblico lo encontramos en el evangelio de San Lucas 4:5-8.

Ese transcendental relato nos demuestra la magnitud libertaria del Maestro, quien al rechazar el poder político que le ofrecía Satanás, nos pone de presente la tragedia histórica que ha representado para la humanidad la lucha por conquistar el dominio sobre las naciones y los seres humanos, como actualmente ocurre en Ucrania, ejemplo de cómo las fuerzas totalitarias le han causado a la tierra las peores desgracias y sufrimientos, mientras que la democracia con todas sus  luces y sombras a tratado de buscar la armonía  entre los humanos.

El comunismo que es  la organización totalitaria que más ha cometido genocidios en la historia, con 150 millones de  asesinatos desde 1917 hasta nuestros días, ha demostrado  su carácter diabólico en donde la vida de las personas no importa, pues lo que le ha interesado a  esa secta es defender o conquistar el  poder a cualquier precio, totalmente diferente a las enseñanzas de Jesús que en muchas ocasiones le ofrecieron ser  gobernante.

Necesariamente por las múltiples calamidades que tiene la humanidad en la actualidad, con problemas como el calentamiento  global, las guerras, las hambrunas, los refugiados, las crisis económicas y tantas otras aflicciones, los seres humanos tendrán que volver los ojos a Dios por medio de su hijo Jesucristo, y con la ayuda del altísimo darán soluciones a las inmensas dificultades que vive la especie humana, por lo que el Reino de Dios y su Justicia aquí en la tierra será posible, para la felicidad de hombres y mujeres;  pues Jesús afirmó: “porque a vuestro padre  le ha placido daros el reino” y en otra parte dice: “Porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros”.

La esperanza que nos ofrece Jesús de Nazaret, para un mejor futuro la plantea el apóstol San Pablo en la Epístola a los Romanos, en donde afirma: “Porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de la corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios”, lo cual demuestra que el sacrificio de Jesucristo no fue en vano, dado que un mundo mejor si es posible, pero sin opresiones totalitarias, ni ambiciones desmedidas por el capital.

Jesús de Nazaret como  verdadero libertario, le dio un ejemplo al mundo sobre la manera como se debe rechazar las tentaciones diabólicas, que ofrece  el poder político, basado en la mezquindad, la violencia,  la avaricia y la corrupción.