El agitado proceso de designación rectoral en la Universidad de Antioquia se saldó a favor del continuismo. Ni más, ni menos. El rector-candidato, John Jairo Arboleda, logró implementar una estrategia bastante efectiva que, en sentido amplio y favorecido por ciertas circunstancias -el cuestionado proceso de designación rectoral en la Universidad Nacional sin duda movió las preferencias a su favor-, lo consolidó como el candidato más opcionado en diferentes frentes. En pocas semanas se convirtió en el candidato del sector empresarial y del Gobierno Nacional.
Pero la verdadera “semilla del triunfo” de Arboleda se encuentra en el resultado de una consulta en la cual arrasó en tres estamentos claves: profesores, egresados y estudiantes.
Su campaña (al menos, en la ciudadela universitaria), no se caracterizó por un despliegue intensivo de volantes, camisetas o avanzadas, para nada, fue una campaña “discreta” y estratégicamente dirigida desde la visibilidad y capacidad que le otorgó su condición de rector. También le favoreció la dispersión de las preferencias internas entre cuatro candidaturas sólidas. El rector ganó la consulta con una base mínima de apoyo que, desde mis perspectiva y según pude observar a lo largo del proceso, respondió sobre todo a lealdades burocráticas. No ganó como un candidato de opinión.
Quienes realmente se posicionaron como candidatos fuertes en la opinión universitaria fueron John Mario Muñoz y Elvia María Gonzáles.
Ahora bien, concluido el proceso de designación, atendidas las “heridas” de una campaña bastante inédita y comprendiendo que en la reelección fue clave la voluntad del Gobierno Nacional (sin ese respaldo el proceso se hubiera, cuando menos, dilatado o terminado en una tercería), lo que sigue es comprender como el rector de cara a su tercer periodo podrá construir equilibrios internos y externos que le permitan maniobrar una gobernabilidad que reposicione la centralidad de la UdeA en el contexto regional y nacional.
En principio, Arboleda ya no cuenta con un gobernador que pueda asumir como su mayor aliado (como sí lo fue Aníbal Gaviria). El malestar del gobernador Andrés Julián Rendón tras su reelección evidenció la pésima valoración que este tiene de su desempeño en la rectoría del Alma Mater. Sin protocolo y vía X, el gobernador desestimó el perfil del rector y no se preocupó en lo más mínimo por “cuidar las formas”. Esto daría a entender que Arboleda tiene los “puentes dinamitados” con Rendón, pero, comprendiendo su probado pragmatismo, no descartó que en el corto plazo las posiciones se puedan encontrar.
Además, no se puede desestimar que Arboleda tampoco fue un “favorito” de primera línea en las preferencias del Gobierno Nacional. Su cercanía con Aníbal Gaviria, con el poderoso empresario Manuel Santiago Mejía y su sonada participación en el empalme de Federico Gutiérrez, lo terminaban acercando mucho más a los aliados del gobernador que al mismo presidente; sin embargo, en una contienda donde Rendón se convirtió en un “adversario mayor” en su intención de avanzar hacia una toma hostil del campus, la reelección se convirtió en la salida menos riesgosa para la estabilidad del Alma Mater.
Las campañas cuando son intensas dejan heridas, a veces, se destruyen amistades o se generan rivalidades que perduran, y no dudo, según pude observar en las últimas semanas, que eso haya pasado en nuestra Universidad. Lo que sigue es comprender como el rector construye una gobernabilidad interna y externa que le otorgue a la UdeA un mayor protagonismo en las discusiones nacionales; que proponga alternativas estructurales y sostenibles para problemas que se van acumulando; que entienda que en el decisivo respaldo del Gobierno también hay una invitación para hacer cambios, ajustar equipos y pensar en una Universidad para el fututo y no solo para la reelección.
Enhorabuena al rector John Jairo Arboleda. Su designación fue legítima, y así lo haya cuestionado públicamente desde mi rol de columnista en diferentes portales, considero que su designación fue NECESARIA para evitar la imprevisible arremetida de un gobernador que ha demostrado que solo ve a la UdeA desde la estigmatización.
Con esta columna cierro una serie enfocada en el proceso el designación rectoral en la Universidad de Antioquia.
Gracias a quienes me leyeron.
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