“Creemos que es así como debe de actuar la política y nos parece normal porque, a fin de cuentas, a nosotros no nos gobierna un partido socialista..”
Mencionar el término de socialismo en los tiempos corrientes es convocar una tormenta inminente con, probablemente, un conflicto asegurado con el otro, y cuando mención el vocablo ‘’otro’’, hago referencia a todas aquellas personas que, probablemente, no estén acordes o su afinidad no se decante, exclusivamente, por la ideología política socialista. No sería indulgente expresar mi opinión por medio de este escrito sin antes proceder a definir, rápidamente, lo que, a opinión, considero el verdadero objetivo de todo partido socialista en los tiempos cotidianos.
Considero, pues, el socialismo nada más es un pensamiento filosófico que busca la igualdad entre todos los pares, no cree en las clases sociales y busca, bajo todos los medios, satisfacer las necesidades mínimas de las personas, sin importar los distintos niveles que nosotros mismos, las personas, estamos acostumbrados a otorgarnos, bien sea por cantidad de estudios, capacidad económica u otros aspectos devengados de aspectos similares mencionados anteriormente. Es aquí, en este momento, una vez explicado por mis propios medios y de una manera totalmente virgen -y cuando digo virgen hago hincapié al otorgamiento de una opinión que no está bajo ningún concepto envuelta ante intereses políticos o personales (¿podríamos decir que goza de objetividad?)- lo que se entiende o debería de entenderse por socialismo político, donde inicia un conflicto interno ante mi filosofía interna de vida del por qué a la fobia de la incorporación de un sistema socialista en un territorio, como por ejemplo, Colombia.
Voy aprovechar mis orígenes raigales y, también, las inminentes elecciones presidenciales celebradas en España el pasado domingo 28 de abril del presente año, para tratar de expresar el verdadero objetivo de éste escrito ante una sociedad que, en su gran mayoría, busca opacar el socialismo con el dedo y hacer la vista gorda ante la ideología que, por qué no, podría ser la solución a las distintas indiferencias que existen, a día de hoy y después de muchos años, tras escuchar promesas y promesas que buscan, bajo un supuesto, terminar con aspectos como la pobreza, el acceso a la educación superior o la mejora de las condiciones laborales, en Colombia. Pero todo pareciera que forma parte de la cultura de un país que goza, a privilegio de los demás, de una multiculturalidad exhausta, una vegetación envidiosa y un carisma encantador, hasta tal punto que me atrevo a afirmar la premisa de que vemos como costumbre la falta de avance en el país y lo vemos normal, creemos que es así como debe de actuar la política y nos parece normal porque, a fin de cuentas, a nosotros no nos gobierna un partido socialista y, jamás, nos veremos envueltos en una situación político-económica social como en la que está sumergida ahora el país fronterizo, Venezuela.
Tomando el hilo conductor de este escrito y volviendo al principio, me gustaría recalcar el por qué una sociedad como la de España aún confía en los socialistas y relaciona dicho término con aspectos como el avance, la igualdad y la apertura económica en el territorio español.
Antes, me gustaría hacer un breve recorrido al historial socialista español, trataré de ser lo más preciso posible, pues, a fin de cuentas, trato de expresar mi opinión en este artículo y, bajo ninguna intención, busco convertir el mismo en algo que pesquise obligar al lector a predicar una determinada ideología política, a fin de cuentas, creo en la libertad de expresión e ideológica que gozamos gracias a algo conocido como derechos. Las ideologías socialistas en España las recoge el partido que, probablemente, alguna vez hayamos escuchado en algún medio de comunicación, el Partido Socialista Obrero Español, conocido como PSOE. Este partido político surgió por allá en los años 70, una época que, como dice mi madre comúnmente, no había nacido, pero, gracias a la vida, conozco un poco, de la historia política del país donde nací. Nació con una única intención, la búsqueda de la igualdad, la extinción de las clases sociales y la apertura económica de una España sacudida por la dictadura de Franco, todo esto bajo la ideología socialista y marxista, ésta última siendo extinguida diez años después.
¡Qué horror! En los próximos días, o quizá semanas, España esté convertida en una nueva Venezuela. España pasará a ser un país sacudido por los constantes enfrentamientos sociales, presidido por un político que, en ninguna circunstancia, abandonará la silla política y, peor aún, la sociedad irá a los supermercados y, probablemente, no encuentre mercado considerado como básico para una vida digna. ¡Por qué, por qué han cometido ese error! Menos mal Colombia es un país inteligente y, cuando se tuvo la oportunidad, se optó por las mismas tradiciones políticas cuyo historial todos conocemos. Ojalá hayamos notado la ironía, no pequemos de ingenuidad, sería lo último.
Considero, pues, tachamos al socialismo porque, automáticamente, lo relacionamos con sociedades como la cubana o venezolana cuando, en términos definidos, no debería de ser así. Debemos de conocer a ciencia cierta los verdaderos problemas que atraviesa o, atravesaron en su momento, dichas sociedades para responder a preguntas básicas: ¿por qué?, ¿quién? y, quizá, la más relevante, ¿cómo? Lo mencionaba en uno de los artículos que tuve la oportunidad de redactar y compartir, Venezuela está sumergida ante unos bloqueos económicos por parte de Estados Unidos, quién viene a ser la potencia en América, por cuestiones que ninguno conocemos ni nos atrevemos a afirmar, pero si podemos llegar a pensar que todo se envuelve a unos intereses políticos y económicos, más no por la implementación de una ideología socialista dentro del casco político del país, una ideología que, en muchos países, ha logrado grandes avances.