Durante mucho tiempo se ha hablado sobre la familia como célula fundamental de la sociedad. Pero se ha convertido más en un mantra sin mucho entendimiento y sin poder comprender que esta institución natural es la barrera contra el estatismo/colectivismo.
La familia nuclear
Entendemos “familia nuclear” a ese tipo de asociación voluntaria, donde una mujer y un hombre heterosexual se unen en matrimonio, donde generalmente se tienen hijos, donde cada uno tiene un rol determinado y fijo, y donde existen fuertes sentimientos de filiación. Se hace esta aclaración, porque durante siglos han existido diferentes tipos de familia, que existen desde las familias monoparentales, padres separados, poligámicas y hasta en la actualidad las familias homoparentales.
Únicamente sería hasta la llegada de la civilización judeocristiana, a través de los principios bíblicos, que se establecería de manera regular esta institución como la célula básica de la sociedad. Pero esto termina siendo un significante vacío sino discernimos la importancia de este cuerpo intermedio, como algunos teóricos la llaman.
La familia como espacio de identidad
En las ciencias económicas, siempre podemos ver el ejemplo del solitario Robinson Crusoe en una isla economizando todos los recursos para ir sobreviviendo. Pero solo es hasta la llegada de su compañero Viernes que realmente se forma una economía y sociedad real. En el ámbito familiar es idéntico, pues sin ser comunidad no puede haber familias ni individuos.
Tan es así, que nuestros nombres como apellidos son escogidos dentro de la estructura familiar, el cual a su vez nos da identidad, no solamente mediante el nombre, sino también de nuestra correcta percepción sexual (como hombres y mujeres, a pesar de que el progresismo quiera negar eso). Aunque no es el único espacio para reafirmar nuestra identidad, es el mejor para definirnos como persona.
La familia como un espacio para formar valores
Además de un espacio para formar nuestra identidad, es también un mecanismo de transmisión de valores. Todo ser humano tiene una visión sobre qué es lo bueno y qué es lo malo, y ese espacio se forma de manera efectiva en el ámbito familiar, siendo formados desde el útero, pasando al nacimiento y desarrollo de la persona. Durante siglos ese fue el proceso general de formación ética de una persona, compartiendo ese espacio de formación ética con otros cuerpos intermedios como la iglesia, la escuela y otras asociaciones voluntarias. Hayek en su magistral La fatal arrogancia (Unión Editorial, 2010) demuestra cómo la religión y la ética son factores de desarrollo económico y político de una sociedad; igual Robert J. Barro y Rachel M. McCleary en su obra cumbre The Wealth of Religions: The Political Economy of Believing and Belonging (Princeton University Press, 2019), siguiendo ambos autores la línea de investigación de Max Weber.
Pero sería el gran Thomas Sowell en su libro La economía: verdades y mentiras (Deusto, 2008) quien nos clarifica de manera práctica cuáles son las consecuencias morales en la economía del abandono del modelo de “familia nuclear” al pasar al modelo de “familia monoparental”. Nos dice, con respecto a las familias negras, desmintiendo que su situación de pobreza actual en los Estados Unidos (en promedio) es debido al “racismo sistémico”, destacando que “la falacia con peores implicaciones es que las familias actuales carentes de figura paterna, tan predominantes entre los negros contemporáneos, son un «legado de la esclavitud» (…) La mayoría de los niños negros crecían en hogares con ambos progenitores, tanto durante la esclavitud como en generaciones posteriores (…) en los primeros años del siglo XX las cifras de matrimonio entre negros eran algo superiores a las de matrimonios entre blancos”, y en cuanto al desempleo “en todos los censos entre 1890 y 1950, los negros aparecen con un índice de participación laboral superior al de los blancos”.
Entre los negros de los Estados Unidos “en los comienzos de los años treinta los niños que nacían de madres solteras constituían el 31%”; luego, tras décadas de ingeniería social progresista se tiene que “en los comienzos de los años noventa esta proporción aumentó al 77%” y que “cuando estas regresiones se hicieron evidentes (…) la explicación que más se utilizó fue la de que eran «legado de la esclavitud», en aras de evitar la confrontación de realidades contemporáneas”. El problema de fondo es que “si bien la mayoría absoluta de esas familias negras sin el padre presente vivían en la pobreza, más de cuatro quintas partes de las familias donde convivían ambos conyugues no eran pobres”. De hecho, a principios del siglo XXI, menos del 10% de las familias negras con ambos conyugues eran pobres.
Las familias monoparentales perpetuán la pobreza, pero aclara Sowell que “no es el matrimonio en sí lo que reduce de manera drástica la pobreza (…) son los valores y los patrones de conducta que conducen al matrimonio y que producen el mayor impacto sobre muchas otras cosas”.
La familia como un espacio de generación de valor económico
Finalmente, la familia con su accionar en comunidad, son los primeros en crear propiedad privada. A través de la familia no solo se crean valores éticos, sino también económicos ¡De ahí la importancia de las herencias! No por nada los Estados autoritarios buscan limitar las herencias para poder cercenar el poder de los individuos y sus familias. Y lo más crucial de todo esto, es que existen varios estudios de medición en que la mayoría de los emprendedores vienen de entornos familiares empresariales; la familia es el espacio óptimo para la generación de emprendedores (América Empresarial, 2021; Cadrazco Parra et al., 2013; Elías, 2015).
Pero me quiero enfocar en un estudio hecho por la Universidad de St. Gallen, en Suiza, en el cual se enlista en un índice llamado Índice Global de la Empresa Familiar a las 500 empresas de propiedad familiar más grandes del mundo según sus ingresos. El informe destaca que las empresas familiares, que constituyen entre un 80 y 90% de las empresas en todo el mundo, son un importante motor del PIB y el crecimiento del empleo.
“Lo que me llama la atención es la capacidad de las empresas familiares –las que tradicionalmente son vistas como esa pequeña tienda de la esquina– para crear un valor significativo”, dice Thomas Zellweger, profesor de administración de empresas en la Universidad de St. Gallen y director general del Centro para la Empresa Familiar (de ese Centro de Estudios).
Los miembros del índice Family 500+ combinan ventas totales anuales por 6,5 billones de dólares, suficientes como para ser la tercera economía más grande en el mundo (superada solo por EEUU y China) y emplean a casi 21 millones de personas, alrededor de 42.000 personas por empresa, en promedio. Cabe anotar que el conjunto de datos incluye a empresas privadas con más de 50% de propiedad familiar de derecho de voto y empresas públicas con al menos 32% de propiedad familiar de derecho de voto; la cifra fue determinada luego de que los analistas de datos en St. Gallen observaron que “en los países de la OCDE, en promedio, 30% de los votos son suficientes para dominar la asamblea general de una empresa pública”.
Zellweger ofrece algunas explicaciones posibles a por qué las empresas familiares pueden sobrevivir periodos difíciles. En primer lugar, las empresas familiares no tienden a enfocarse en el próximo trimestre, sino en la próxima generación; esta visión a largo plazo es rentable y ayuda a mantener las cosas en perspectiva, sugiere Zellweger. En segundo lugar, estas empresas parecen ser especialmente buenas en fomentar el compromiso de los empleados, que Zellweger piensa puede fortalecer las marcas y detonar la innovación, ya que son más propensas a retener a sus mejores empleados –especialmente, a los que son miembros de la familia–.
Tan solo con echar un pequeño vistazo a la lista, podemos ver a empresas como Walmart, BMW, Volkswagen, Ford, Cargill, Peugeot, Banco Itaú S.A., Roche, Christian Dior, entre otras que están entre las primeras 25 empresas de este índice.
La falacia de la autonomía
Finalmente, podemos ver que uno de los puntos más álgidos de la lucha contra el estatismo/colectivismo, es enfrentarlo al individuo solitario, “supuestamente autónomo”. Ese, va a ser el punto de quiebre contra el Leviatán (una especia de secularizada historia de David vs Goliat). La historia y la ciencia han demostrado que ni el individuo es totalmente autónomo, ni el individuo solo puede acabar con las fuerzas voraces del gigante estatal.
Por las razones explicadas antes, y muchas más, es que los Estados modernos y gigantescos atacan por muchos frentes a la familia nuclear, pues estas son generadoras de personas valientes, libres y propicias para el desarrollo de una sociedad. Por eso es imperativo, aunque usted estimado lector no tenga familia y probablemente no le interese tenerla, defender esta institución natural que es la célula fundamental de la sociedad, esperando que este dicho termine de ser un mantra vacío que repiten día a día nuestros enemigos íntimos y se convierta en una bandera de lucha contra la barbarie que vivimos día a día.
Referencias
- América Empresarial (2021, 14 de septiembre). El Emprendimiento como Legado Familiar. América Empresarial. Recuperado el 20 de agosto de 2022 de: https://americaempresarial.com/el-emprendimiento-como-legado-familiar/.
- Barro, R. J., & y McCleary, R. M. (2019). The Wealth of Religions: The Political Economy of Believing and Belonging. Princeton University Press.
- Cadrazco Parra, W., Moreno Arias, E.M., Santamaría Escobar, A.E., & Torres Torres, E.F. (2013). La influencia de la familia en el emprendimiento empresarial: el caso de tres pymes de los sectores comercial y de servicios de la ciudad de Sincelejo Sucre. Portal de Revistas – Universidad de Sucre. Recuperado el 20 de agosto de 2022 de: https://revistas.unisucre.edu.co/index.php/rpg/article/view/86/97.
- Elías, T. (2015, 18 de mayo). Magister Brenda Silupú: “La familia es importante en el éxito de los emprendedores”. UDEP: Universidad de Piura. Recuperado el 20 de agosto de 2022 de: https://www.udep.edu.pe/hoy/2015/05/el-apoyo-de-la-familia-es-importante-para-el-exito-de-los-emprendedores/.
- Hayek, F.A. (2010). La fatal arrogancia: los errores del socialismo (1ª ed.). Unión Editorial (Obra original publicada en 1988).
- Sowell, T. (2008). La economía: verdades y mentiras. Deusto.
Este artículo apareció por primera vez en nuestro medio aliado El Bastión.
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