La estrategia ganar-ganar de Estados Unidos frente a la dictadura venezolana

juan pablo uzcategui

 

Dithurbide escribió en 2018 que: “es innegable que la expansión de la democracia como forma de gobierno fuera de sus fronteras es funcional a la defensa del poder y soberanía de Estados Unidos”. Es por esto que el presidente Barack Obama decidió empezar a actuar contra el régimen venezolano. El 9 de marzo de 2015 firmó un decreto de “emergencia nacional” frente al país sudamericano considerándolo una “amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y política exterior”, en este decreto también se incluían sanciones individuales a miembros del gabinete o las Fuerzas Armadas de Maduro acusados de violar los Derechos Humanos en Venezuela. Dichas sanciones iban desde la congelación de cuentas y activos hasta la imposibilidad de ingresar a cualquier territorio de los Estados Unidos. Todas estas medidas tomadas buscando que el régimen cambiará su actitud y empezará a respetar los Derechos Humanos, sin embargo, sucedió todo lo contrario: la situación empeoró.

Con la llegada de Trump a la Presidencia de los Estados Unidos cambiaron muchas cosas en el discurso, aunque en un principio se continuo e incrementó la agenda de Obama sobre Venezuela basándose en la Orden Ejecutiva 13692 que mencioné anteriormente. El primer paso lo tomaron el 31 de julio de 2017, incluyendo nada más y nada menos que a Nicolas Maduro a la lista de sancionados, siendo uno de los únicos 4 jefes de Estado a nivel mundial que se encuentran en esta situación. Esto no fue todo, tan solo un mes después, la administración Trump emitió la primera sanción financiera al régimen. Prohibiendo las negociaciones sobre nuevas emisiones de deuda y de bonos por parte del gobierno de Venezuela y de la petrolera estatal PDVSA. También impidiendo la negociación de ciertos bonos que están en manos del sector público venezolano, así como el pago de divídenos al gobierno de Venezuela. Todo con el fin de debilitar una de las fuentes de financiamiento del régimen.

Ese mismo mes, en agosto del 2017, el presidente Trump reveló que estaba considerando una “opción militar en Venezuela”. Sin embargo, hasta ese momento, seguía siendo su mayor comprador de petróleo (de Venezuela), con importaciones valoradas a $11.7 billones de dólares en 2017.

El 23 de enero de 2019, el Gobierno de Estados Unidos fue el primero en reconocer oficialmente a Juan Guaidó como presidente (E) de Venezuela. Desde entonces el gobierno de Trump se ha convertido su principal respaldo, manteniendo coordinación en ciertas acciones. Desde sanciones, ayuda humanitaria, declaraciones de apoyo a operaciones con militares hasta donando importantes cantidades de dinero a través de un acuerdo bilateral. Este último con el fin de mantener en funcionamiento la Asamblea Nacional de Venezuela.

La presión hacia el régimen de Maduro continuo, a tal punto que Trump decidió aumentar las sanciones financieras. En agosto del 2019, Estados Unidos procedió con el congelamiento de todos los bienes del gobierno de Venezuela en Estados Unidos. Según información de la BBC, Trump decretó que «están bloqueados y no pueden ser transferidos (…) todos los bienes e intereses de propiedad del gobierno de Venezuela que se encuentran en EE.UU., o que se encuentran bajo el poder o control de cualquier persona de EE. UU”. Esta última medida fue criticada por algunos y hasta comparada con el embargo a Cuba. Sin embargo, propios expertos de la BBC, CNN y otros medios de comunicación bastante críticos de Trump no estuvieron de acuerdo con dicha comparación.

La ultima y particular jugada de Estados Unidos (y por la que estoy escribiendo esta columna), con la que acentúa su presión hacia la dictadura venezolana, confirma la firme intención de Trump de acabar con ese régimen que representa una amenaza para la seguridad internacional. En tan solo una semana, el Departamento de Justicia acusó a la cúpula chavista por narcoterrorismo, el Fiscal General de Estados Unidos ofreció una recompensa de 15.000.000 de dólares para quienes den con el arresto de Nicolas Maduro y compañía, Cliver Alcalá se estregó a la DEA en Colombia y Estados Unidos anuncio “el mayor despliegue militar antidrogas en el Caribe”.

En primer lugar, la acusación del departamento de justicia de los Estados Unidos en contra de la cúpula chavista por narcoterrorismo me sorprendió, no por la acusación como tal sino por el contexto que se da: La crisis que está generando el Covid-19 en Estados Unidos.

La segunda acción fue la recompensa que ofreció Estados Unidos por la información del paradero de Nicolas Maduro, Diosdado Cabello, Tareck el Aissami, Cliver Alcalá, entre otros. Esto significa que para Estados Unidos no hay retorno posible, o al menos esto no ha sucedido con ninguno cuya cabeza haya tenido un precio. Bien sea el caso de Bin Laden, ´El Chapo´ Guzmán, el dictador panameño Manuel Antonio Noriega, entre otros.

El primero en caer fue el ex militar Cliver Alcalá Cordones, quien en menos de 24 horas se entregó a funcionarios de la DEA en territorio colombiano. Todo esto, a pesar de que Alcalá abandonó el régimen y se había convertido en un protegido de Juan Guaidó. El mensaje es claro: no hay diálogo posible, lo único que se puede negociar con criminales de lesa humanidad y narcotraficantes es como y donde será su entrega y, en el mejor de los casos, una rebaja de condena a cambio de información: buena información.

El avance fue rápido, este jueves Estados Unidos anuncio el mayor despliegue militar antinarcóticos en el Caribe, desplegando buques y aviones frente a las costas venezolanas. Al momento del anuncio de la operación Trump sentencio: “No permitiremos que regímenes dictatoriales se aprovechen de la crisis del coronavirus”, al mismo tiempo que confirmaba cooperación con 22 países para dicha operación en el Caribe.

No podemos dejar de lado todo lo que esto implica, especialmente en medio de la crisis del Covid-19, que Estados Unidos haga un despliegue milmillonario específicamente frente a Venezuela. Un Estado promotor del narcotráfico y el terrorismo -claro está- pero que representa también una oportunidad histórica para Donald Trump. La estrategia ganar-ganar no sólo está conformado por todo lo anterior, la administración Trump ha dejado sobre la mesa dos opciones para los altos mandos del régimen. Por una parte, la presión generada por el fiscal general Barr ofreciendo recompensas por Maduro y compañía. Por la otra, el Secretario de Estado Mike Pompeo proponiendo una salida negociada y pacifica -sin Maduro ni Guaidó en el poder- pero que incluya al chavismo presente en la Asamblea Nacional, así como los altos mandos militares.

La estrategia ganar-ganar tiene dos etapas, una incluye esperar que las recompensas tengan resultados -que las esta teniendo-, la segunda, ver que militares, políticos y aliados del régimen prefieren colaborar con la transición. Esto es, en pocas palabras, ahorrarle trabajo a Estados Unidos. Por otra parte, Estados Unidos nunca había estado tan cerca de Venezuela. La posibilidad de alguna intervención militar -propiamente de los Estados Unidos- o de grupos armados que puedan actuar en Venezuela está sobre la mesa. En cualquiera de los dos casos, Estados Unidos sería el responsable de derrocar al narco dictador Maduro, esto representaría una victoria para Estados Unidos, no solo en el aspecto geopolítico sino en el electoral. No sólo considerando los miles de venezolanos que ya son residentes en Estados Unidos y el exilio cubano, sino elevando el espíritu patriótico norte americano, lo cual le beneficiaría enormemente para las elecciones presidenciales que están por venir. De no ser necesaria la acción militar, será mucho mejor. Donald Trump podría ser reconocido eternamente por toda la región como el presidente que salvó a un pueblo de una crisis económica y humanitaria sin disparar una sola bala, con estrategias firmes y constantes.

En todo caso Estados Unidos está decidido, sabe que se verá beneficiado, se quitará de enfrente un enemigo que representa todos los males que suele combatir: socialismo, narcotráfico y terrorismo. La apuesta es grande, en momentos de crisis mundial, Venezuela puede representar la reelección de Trump y por supuesto Trump puede representar la salvación para los venezolanos. La estrategia es ganar-ganar, para todos, y en esta estrategia nuestro deber es apoyar a Estados Unidos y combatir a los delincuentes.