Han sido más de 45 años, sin que un candidato (o precandidato) presidencial venezolano recorriera las calles de Delicias. Un pueblo de la frontera rural entre Venezuela y Colombia.
Este pequeño lugar, colindante con la población de Ragonvalia del Norte de Santander, es una tierra olvidada por los políticos y el Estado venezolano.
Un lugar cuya ley es la ley del crimen, de la guerrilla, de la violencia. Un lugar donde las personas hablan bajito, donde el miedo se ha normalizado.
Era tanto el olvido, que los habitantes de Delicias no podían creer que Maria Corina Machado los visitaría en su gira por el Estado Táchira.
Acompañada de líderes de la zona y del estado Táchira, la pre-candidata presidencial logró llegar. A pesar del miedo, de las voces qué decían que no la dejarían llegar, de otras que murmuraban que la gente no iba a salir. E incluso, de que algunos miembros de su equipo le cuestionaran la visita a Delicias.
La señora llegó. La cara de las familias que vivían en la carretera hasta Delicias eran de asombro. En algunas casas, la esperaban con pancartas, regalos y café. Todos querían una foto, un abrazo, un saludo.
El recorrido de Maria Corina terminó siendo un evento sin precedentes en este lindo pueblo. Un acto de rebeldía en medio del miedo. Una demostración de fuerza ante la represión.
Culminó su paso por Delicias con un acto político, donde dijo que: “En mi casa nadie habla bajito”.
Ese mensaje de fuerza, contagioso en todo su esplendor, lleno de valentía, pero también de amor y reconciliación. Es la demostración perfecta de que a la dictadura de Maduro hay que enfrentarla, en cada espacio, en cada escenario. Y que la lucha es de frente, sin regodeos.
Maria Corina representa hoy la esperanza de la frontera y la única opción para que Venezuela recupere su libertad, democracia y soberanía…
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