La Desorientación de Duque

Por fin, después de una legislatura que no le respondía al gobierno ni con el liderazgo de Uribe, estas últimas dos semanas parecería que se demuestra una nueva (vieja) relación entre el ejecutivo y el legislativo, mediada por la famosa mermelada.

No son hechos, son simples suposiciones. Pero la casi aprobación de la ley TIC y la aprobación de la Reforma Tributaria, sumado a la salvación de la Reforma Política, la Segunda Vuelta en Bogotá y a creación del Ministerio de la Ciencia de manera irregular el pasado domingo en la noche, en solo 5 horas y siendo la última sesión ordinaria del congreso este año, hacen que estas especulaciones sean válidas.

Pero si además se suma a lo anterior que, según el senador Sanguino del Partido Verde, el gobierno pagó vuelos para llenar el Senado y votar estos proyectos, cosa rara porque habitualmente se levanta la sesión por falta de quórum, y que los senadores que asistieron fueron los de los partidos acusados normalmente de recibir mermelada (Liberal, Cambio Radical y la U), se revalidan e incluso casi confirman las dudas.

Y es que el hecho de que el congreso esté aprobando leyes no debería considerarse extraño, es su función. Pero que, de un momento a otro, cuando se creía que hasta el partido de gobierno hacía oposición, se salven casi milagrosamente una serie de reformas que, sin ser enteramente del gobierno, son importantes para mostrar algún resultado de esta desastrosa legislatura es, al menos, llamativo.

Pero esto no es lo más grave, es solo uno de los síntomas de la enfermedad que nos ha hecho padecer el presidente: la desorientación, producto de una falta de liderazgo inédita. No solo no tenemos camino, sino que además no sabemos adónde queremos llegar.

A veces se habla de equidad, pero se presenta una reforma tributaria claramente lesiva y que fomenta la desigualdad; luego se habla de emprendimiento, pero esta misma reforma no facilitar ni la creación ni el sostenimiento de las PyMES; también se habla de legalidad, pero no ha hecho nada para facilitar la administración de justicia al ciudadano de a pie y vio impotente cómo su reforma a este sector se hundió. Además, estas menciones siguen pareciendo solo slogans de campaña y nunca se profundiza en ellos.

En definitiva, lo que parece tener el gobierno es un bloqueo pues, por un lado, el presidente ha sido incapaz de plantear de manera efectiva el rumbo que quiere para el país y solo se dedica a anunciar y tomar medidas que no han servido para sacar de la crisis al país. Así mismo, los ministros están bloqueados porque no pueden adivinar el incierto rumbo del presidente y en consecuencia salen a pisar en falso con propuestas que no han gustado ni a la opinión pública ni al mismo presidente, por lo que luego tienen que retractarse de lo que han dicho, perdiendo así respeto y legitimidad ante la opinión pública.

En este punto se ha dejado ver la inexperiencia que tanto se le criticó al presidente, la falta de liderazgo propio y el hecho de que no se ganó la presidencia por sus méritos, sino porque fue “el que dijo Uribe”. Y esto, creo yo, sigue siendo un punto importante pues, después de todo, lo que los votantes esperaban era que Uribe gobernara en cuerpo ajeno, no que lo hiciera un muchacho que parece no saber lo que quiere para él, ni mucho menos lo que quiere para el país.

Independientemente de si uno está de acuerdo o no con las políticas que quiere implementar el todavía nuevo gobierno, o con las que este y su partido representa, lo cierto es que el presidente debe encauzarse, buscar un rumbo, un norte y decidir qué es lo que quiere lograr y empezar a comunicar estos objetivos, porque la comunicación que ha tenido hasta ahora ha sido desastrosa. Haya sido o no nuestro candidato una cosa es segura, si el presidente no se hace consciente de su posición y empieza a actuar conforme a ella, con liderazgo y de manera asertiva, no solo le va a ir mal a él, nos va a ir mal a todos los colombianos.

 

Camilo Andrés Delgado Gómez

Politólogo en formación en la Universidad Nacional de Colombia. Lector crítico de la dinámica política y la historia, dos cosas que en este país siempre se olvidan. Como Keynes, cuando los hechos cambian, cambio de ideas, ¿qué hace usted, señor?