La descentralización: el discurso olvidado

Con la desmovilización de gran parte de las FARC en Colombia, es evidente que muchos territorios rurales quedaron “limpios” cambiando la geopolítica militar que por más de medio siglo se mantenía. Estos territorios, en lugar de ser controlados por el Estado, se convirtieron en botines estratégicos para las disidencias de las FARC, el ELN y las llamadas Bacrim. Botín que debió llegar a las víctimas del conflicto. Y que aún esperan con desesperación.

La implementación de los beneficios para esta población parecen cada vez más remotos por las constantes trabas que surgen en el Congreso de la República y la desviación del discurso de los candidatos hacia otras problemáticas que sin duda, también son importantes pero no las únicas. La problemática reinante es la falta de descentralización del Estado y aunque algunos candidatos se refieren a ella, fallan en su aproximación siendo este uno de los propósitos de la Constitución de 1991.

La descentralización es más que control territorial, va más allá de poblar con Policía Nacional y Ejército los espacios más remotos de nuestro país. La verdadera descentralización requiere de entes autárquicos, es decir, instituciones independientes de la administración central con el fin de manejar y delegar recursos por sí mismas y por ende, repartirlos de acuerdo a las necesidades de las regiones. De esta forma, el Estado no solo actúa como un poseedor de territorios sino como un proveedor de recursos públicos básicos de manera más eficiente.

Se le debe apuntar a fortalecer más la autonomía y competencia a los poderes regionales y locales por medio de actos legales ya que aún siguen siendo supeditados en gran parte por el ejecutivo. “La irrazonable centralización de facultades es lo que favorece la corrupción, la inmoralidad y la destrucción del espíritu republicano; la que, además, anula la eficiencia, la agilidad y la diligencia administrativas”. (Gordillo, Agustín. La descentralización. Caracteres y problemas. 377)

En ningún momento se está afirmando que se deben delegar responsabilidades o libre albedrío a las instituciones, sino facultades y deberes ya existentes del nivel central hacia las periferias para una mayor eficiencia.

Otro obstáculo para la descentralización estriba en que las regiones con mayor necesidad no tienen la maquinaria política para reclamar sus intereses y cuando lo hacen, los representantes se la roban, como el eterno saqueo al Departamento de Córdoba con los Besailes, Elías, Lyons, entre otros.

La corrupción, que parece ser un tema calcado y una enfermedad incurable, tiene solución pero no es tan sencillo como proclamarlo en una valla o una plaza pública. Los altos niveles de clientelismo, pago de favores, sobornos y congresistas que parece que hubiesen comprado la silla del Senado de por vida al dejar “herederos”, son un problema que va más allá de las urnas. Pero no todo está perdido, podemos disminuir los índices de corrupción y en consecuencia: aportar a la descentralización.

Desglosemos un poco, ¿de qué se alimenta la corrupción? de la pobreza, y la pobreza en gran parte se debe a la falta de descentralización, a la ausencia de recursos y servicios que el Estado debería estar en capacidad de proveer como el acceso a la educación, la salud, la comida, al empleo digno y las demás NBI (Necesidades Básicas Insatisfechas). La pobreza al no tener recursos, se alimenta de promesas de candidatos que recorren municipios solo en época electoral pero que al llegar al legislativo, se olvidan de los intereses colectivos y optan por los particulares. Son pocos los que realmente ejercen una función honesta y responsable.

Para encontrar una cura, los científicos ensayan arduamente hasta que llegan. Debemos ensayar como ciudadanos dentro del ejercicio de la democracia, experimentar nuevos terrenos, nuevos candidatos que comprendan la verdadera problemática de la descentralización para lograr incrementar el desarrollo de las regiones y dejar de alimentar a los corruptos por medio del voto desinformado. Esto no será en los próximos cuatro años, pero podría ser el inicio. Vote a favor de la descentralización, ya que acerca más al pueblo del gobierno. Vote en contra de la corrupción, a favor de la renovación y en contra del tradicionalismo.