Históricamente, el Ecuador ha basado su comercio exterior en una reducida canasta de productos como son el petróleo, el cacao, el banano, el camarón, las flores y el café. Asimismo, es marcada la concentración del intercambio comercial de nuestro país con ciertos países y bloques regionales. Todo lo anterior, se traduce en una limitada oferta exportable que se refleja en una baja diversificación, sumado a la concentración de destinos a las que llega dicha producción. A lo largo de los años, los diferentes Gobiernos han buscado cambiar la situación, apostando por la agricultura y otras áreas relacionadas, además de la minería; pero, pese al vaivén del precio de petróleo, este nunca deja de perder el brillo de las ventas externas para los Gobernantes de turno.
Cabe preguntar: ¿ha existido una visión de largo plazo del comercio exterior?, ¿es una moda impulsar la apertura comercial?, estas y otras preguntas surgen y llevan a plantear el camino por recorrer para nuestras exportaciones e importaciones, a sabiendas que es fundamental mantener una balanza comercial sólida, dadas las características de nuestra economía dolarizada. La necesidad de divisas es importante para el Ecuador, por ello, las exportaciones tienen un rol fundamental, que junto con la inversión extranjera directa, se basan en generar confianza para atraer hacia nuestro país recursos que dinamicen la economía, y así, alentar la producción local, fomentando la creación de empleo, los procesos de innovación y la búsqueda de nuevas oportunidades comerciales, descubriendo también áreas atractivas a las cuales se direccionen los intereses de agentes extranjeros.
Las exportaciones ecuatorianas tiene dos grandes componentes: las petroleras y las no petroleras.
En las primeras se refleja la petrodependencia del país. Durante el período 2009-2014 se evidenció un alza importante, pasando de 6.964 millones de dólares a 14.107 millones de dólares, con un precio promedio por barril por encima de los USD$ 100, producto de la gran demanda de materias primas de China en esos años que animaba su crecimiento económico. Tanta fue la dependencia que, a raíz de la caída del precio del petróleo, la economía del Ecuador sufrió una fuerte contracción que se tradujo en atrasos en el cumplimiento de los compromisos de pagos con proveedores internos y acreedores externos, llegando a 5.459 millones de dólares en 2016 (una caída del 60% en los ingresos petroleros). La pandemia del COVID-19 llevó a que en 2020 las exportaciones del petróleo se ubicaran en 5.250 millones de dólares; el vaivén del precio del petróleo ha ido de la mano con la caída sostenida en la producción debido a la falta de inversiones en el sector.
Por otro lado, las exportaciones no petroleras han mostrado un crecimiento sostenido, pasando de 5.992 millones de dólares en 2007 a 21.071 millones de dólares en 2022. A corte de mayo de 2023, las mismas se ubican en 9.291 millones de dólares, siendo evidente la participación del banano, el cacao, el café y el camarón como los productos más destacados. No obstante, existe una menor tasa de crecimiento interanual, que va de 28,62 % entre enero y mayo del periodo 2021-2022, a 5,62 % en el mismo período entre 2022 y 2023. Dicho comportamiento del comercio exterior ecuatoriano nos muestra una caída en las exportaciones no petroleras, a la cual se añade la caída de las exportaciones petroleras en el mismo período (enero-mayo de 2022 a 2023), reflejando un descenso del 33% en las ventas; esto se traduce en una reducción de las exportaciones totales del 8,83 % respecto al mismo período, mayo de 2022 (comparado con 2021), cuando llegaron a 13.820 millones de dólares contra 12.628 millones de dólares de este año (comparado con 2022).
En lo que concierne a las importaciones es similar el comportamiento. En el caso de bienes de consumo, la variación durante el período enero-mayo de 2021 a 2022, mostró un crecimiento del 23,32 %, mientras que, comparado con los mismos meses entre 2022 y 2023, el crecimiento fue solo del 10,17 %. La adquisición de materias tiene un efecto mayor, pues de crecer 39,86 % entre 2021 y 2022, sufre una drástica caída del 12,06% (enero-mayo de 2022 al 2023); a la par, los bienes de capital, de tener una variación del 26,99 % (enero-mayo de 2021 a enero-mayo de 2022) registraron un crecimiento de apenas 2,74 % (enero-mayo de 2022-2023). La preocupación por la reducción en la importación de materas primas y bienes de capital, radica en que son elementos para la producción nacional que permitirán cubrir la demanda interna y exportar. Las importaciones de combustibles y lubricantes pasan de una variación del 78,69 % (enero-mayo de 2021 a 2022) a una reducción del 3,32% en igual periodo (2022-2023).
En conjunto, las importaciones totales pasaron de crecer un 40,76 % en el período enero-mayo de 2021 al 2022, a contraerse en 3,05 % en similar período entre los años 2022 y 2023, mostrando, por tanto, una reducción tanto en la balanza comercial petrolera como la no petrolera en los períodos analizados. La primera pasó de un crecimiento del 15,52 % entre 2021 y 2022 (enero-mayo) a una contracción del 73,33 % entre 2022 y 2023, mientras que la no petrolera pasó de un crecimiento del 173,33 % entre 2021 y 2022, a registrar una caída del 164,15% (equivalentemente, entre enero y mayo de 2202 a 2023). En términos de la balanza comercial total, a mayo de 2021 se registraron 1.699,46 millones de dólares, 1.695 millones de dólares en 2022 y 873,16 millones de dólares en 2023: esto es, contraerse en 0,22 % entre 2021 y 2022, y en 48,51 % entre 2022 y 2023.
El reto para los siguientes meses es sostener el saldo positivo de la balanza comercial, que sin duda conlleva estrategias de corto, mediano y largo plazo, las cuales van desde generar la seguridad jurídica necesaria en el país y una estabilidad institucional, hasta continuar con la apertura comercial a través de acuerdos con distintas economías, diversificar la oferta exportable e invertir en investigación, innovación y desarrollo en los diferentes sectores productivos (especialmente el agrícola), coordinando acciones de políticas públicas entre todos los actores y brindando incentivos tributarios –entre otras alternativas– en aras de garantizar un crecimiento sostenido de nuestro comercio exterior.
Esta columna apareció por primera vez en nuestro medio aliado El Bastión.
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