Uno de los pilares esenciales de todo discurso político es el componente emocional. Más allá de la lógica y la razón, los líderes que logran movilizar masas son aquellos que despiertan sentimientos —ira, esperanza, miedo o pertenencia— en sus oyentes. Lo emocional impacta al elector promedio con mucha más fuerza que una cadena de argumentos técnicos o racionales.
Este principio lo ha entendido y explotado con maestría el presidente Gustavo Petro. Su discurso, profundamente emocional, ha logrado polarizar aún más al país, agitando sentimientos de odio entre clases sociales y ampliando la brecha entre ellas. Lejos de apelar a la razón, Petro ha optado por construir una narrativa en la que el pueblo es el protagonista de una epopeya redentora contra los poderosos. En plazas públicas y manifestaciones masivas, su mensaje resuena porque conecta con el malestar y las aspiraciones de las bases populares.
En contraste, la oposición —particularmente desde la derecha— parece haber quedado atrapada en los márgenes del tecnicismo y el debate institucional. Sus figuras más visibles alzan la voz desde el Congreso, en intervenciones bien fundamentadas y cargadas de verdad, pero desprovistas de emoción. Para el colombiano de a pie, esos discursos suenan lejanos, fríos, casi jactanciosos. No conectan con su realidad ni despiertan sentimiento alguno.
Mientras Petro agita banderas con un relato casi sacado del realismo mágico, que otorga poder simbólico al pueblo, los líderes de oposición parecen hablarle a una élite informada. El resultado es una desconexión que podría costarles caro en las urnas.
Si la derecha desea recuperar protagonismo de cara a las presidenciales de 2026, necesita un viraje estratégico en la forma en que transmite su mensaje. Las cifras, los datos y las estadísticas son fundamentales —sí—, pero no suficientes. Es imperativo que los mensajes se construyan también desde la emoción, desde el terreno simbólico, desde la empatía. Solo así podrán movilizar verdaderamente al electorado y evitar que la narrativa oficialista capture en solitario el imaginario popular.
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