Durante años hemos querido someter a la mujer a la estigmatización por el hecho de ser madre. A eso le sumamos: ideas machistas, efímeras y comentarios en entornos académicos, labores y familiares en que potenciamos la inseguridad, el maltrato psicológico disimulado, donde reforzamos la idea propia de no tener hijos. Justificamos que la sociedad no está para ese tipo de decisiones y un sin fin de motivos que son válidos para aquellos que toman la decisión de no dar vida.
Hasta cierto punto, son más que válidos. Uno entiende que, en un contexto sin oportunidades, de acoso y abuso uno se replantea la situación. Hasta siendo madre uno se cuestiona si la decisión fue correcta. Sustentando los riesgos a los que están expuestos nuestros niños y sin garantías para protegerlos. A eso le adicionamos un factor primordial y es que la educación sexual, aunque ha venido implementándose por años sigue siendo nula frente a las realidades en la que se desempeña cada mujer.
Frente al hecho, vale la pena destacar que Colombia logró reducir la tasa de embarazo adolescente en 4,17 puntos entre 2019 y 2020, dato consolidado más reciente, de acuerdo con los reportes del Grupo de Convivencia Social y Ciudadanía del Ministerio de Salud y Protección Social. Este indicador, pasó de 57,95 nacimientos por cada 1.000 mujeres de 15 a 19 años en 2019, a 53,78 nacimientos por cada 1.000 mujeres del mismo rango de edad en el 2020. En 2019 hubo 115.176 nacimientos en ese rango de edad, frente a los 106.957 de 2020, es decir, una reducción de 8.219 partos.
Ahora, satanizar la decisión, es un problema mayor, la decisión de querer dar vida, educar y construir para otra persona es quizá tan válida como no querer hacerlo. Así que siguen sobrando los comentarios de generalizar las mujeres que ejercen el rol de mamá. Comentario banales cómo: “Cuando a uno le cuidan la bendición es mucho más fácil”, “No sé para qué tienen hijos” , “Pobre, de mamá soltera”, “Si violan los niños es porque ellas no los cuidan” y un etc. de comentarios qué más qué imprudentes son juicios sin valor, donde sin la mínima experiencia se lanzan para acusar y argumentar el por qué de no tenerlos.
Hay razones de más peso, importantes. Pero, como estamos preocupados por opacar a la madre joven, profesional, que sale adelante. Porque la mayor dificultad, entonces está, en que condenamos a quien es mamá a una vida fracasada y frustrada, siendo en numerosos casos más sobresalientes en ámbitos laborales. Desarrollan, quizá, mucho más la solidaridad, la protección por el otro, la responsabilidad y disciplina, las cuales trascienden de lo laboral. “Pero, eso no es lo importante, hay que hacer que se sientan mal de su decisión” (seguimos criticando lo que desconocemos).
Antes de ser mamá, nunca cuestioné a otras mujeres por la decisión de tener hijos y tampoco aquellas que deciden no hacerlo, cada quien escoge como evolucionar social e individualmente.
Lo que sí me ha aquejado durante años, es sobre aquella que no puede decidir, que no les ha quedado opción y que son señaladas porque son jóvenes, o simplemente porque se convirtieron en madre. Me aqueja, cada vez, aquellas, que sus contextos naturalizaron el abuso, a las que quizá el machismo, el conservatismo o la misma iglesia no les ha permitido la libertad de decidir. Y sí, también me preocupa haber sido “egoísta” y haber tenido hijos conociendo diversas realidades. Sin embargo, creo en la gente, en la capacidad de conocer la adversidad y hacer el trabajo difícil de educar y cuidar. Y en ello, creo que las mamás más que solidarias somos eso, mujeres dispuestas a dar.
Con relación al abuso y lo embarazos no deseados, la cifra total muestra que en el 2018 los casos de violencia sexual crecieron un 9,5 por ciento (unos 2.267 casos más que el año anterior), y que las mujeres –principalmente las niñas– siguen siendo las más violentadas.
De ese total de mujeres, el 42,37 por ciento fueron menores de edad que quedaron en embarazo. Como la mayoría de las niñas embarazadas tenían menos de 13 años. Medicina Legal destaca que es importante establecer cuántos de esos embarazos llegaron a término y si el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf) les hizo algún acompañamiento a estas madres menores, cuyos embarazos eran de alto riesgo y quienes legalmente podían acceder a un aborto.
El Instituto comparó sus cifras con las del Dane, que reportó que el año pasado 5.538 niñas menores de 14 años tuvieron un hijo. Esa cifra no sólo es alarmante como indicativo de maternidad infantil, sino también porque no se sabe cuántas de esas niñas pudieron haber sido violadas.
En conclusión, teniendo en cuenta las cifras que no dejan de sorprendernos, la invitación es que cuando no queremos dar, sea vida, sea cuidado, o cuando no podemos hacerlo, no debemos cuestionar a quien está al otro lado, mirando la vida desde un ángulo diferente. Sobran los comentarios de las “no madres” a aquellas que lo son. Sí reitero, comentarios como: “por eso no tengo hijos”, “por eso no quiero hijos”, por eso, por eso. Justificaciones que se van convirtiendo, al mencionarse una y otra vez en una situación en cuestión que atenta en contra de los derechos de otros.
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