Conclusión final respecto del Acuerdo Gobierno-FARC.
Luego de realizar los resúmenes del Acuerdo para que se entere: 1) Reforma Rural Integral, 2) Participación Política, 3) Fin del Conflicto, 4) Drogas Ilícitas, 5) Víctimas y 6) Mecanismos de Implementación y Verificación; se continúa con una conclusión final de esta actividad realizada por el autor:
Durante todos estos años que hubo de negociación entre el Gobierno y las Farc, siempre me di a la tarea de discutir con mis cercanos sobre por qué consideraba que negociar era la salida adecuada. Recuerdo que en muchas ocasiones, una de las conclusiones a las que llegaban las personas con las que hablaba era algo más o menos así: “pero lo importante es que cuando salga el acuerdo entero vas a tener que ayudarnos a explicarlo, más en tu condición de abogado amante de la política”. Aunque nunca lo sentí como una obligación, justo al momento de salir esas 297 páginas sentí algo por dentro que me dijo casi como con un megáfono en mi cabeza: por más iniciativa que tenga la gente, no todos lo leerán completo y mucho menos lo entenderán, por lo que debes ayudar en eso.
La gente subestima las labores que cualquier persona del común como yo es capaz de hacer. Muchas veces me dijeron que eso de ponerme a leer las 297 páginas y resumirlas era una pérdida de tiempo, que nadie le iba a prestar atención. Contra todos los pronósticos, fue una de las cosas que más le sirvió a la gente para entender a cabalidad ese “Acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera”. Hasta a mí me llegó a impresionar las cosas que sucedían: amigos que me piden consejos y explicaciones para tomar sus propias decisiones informadas y defender sus posturas, personas con las que poco hablo me pedían permiso para usar mis resúmenes en trabajos de la universidad y exposiciones, viejos amigos que con el tiempo se fueron perdiendo y que nunca creí que se llegarían a leer eso, regresaron para felicitarme por mi labor y para decirme que les había servido de mucho -como uno que me dijo que me agradecía por ponerme «la diez» en este partido por la democracia-; personas que ni yo conozco se acercaban para felicitarme y para decirme que leían sin excusas los resúmenes que un tal “Santiago Osorio Moreno” escribía; comenzaron a pedirme intervenciones en programas de radio para explicar los diferentes puntos y opinar sobre ellos, y hasta incluso en conferencias. Graciosamente, una vez a un familiar le pasó que en una discusión de política en el trabajo alguien citó algo de una “columna”, y al momento de preguntarle sobre la columna se enteró de que era la de su familiar que tanto empeño tenía en resumir los acuerdos.
Lo más bonito de todo es que al final solían decirme: “y lo mejor de todo es que tus resúmenes me sirvieron para poder votar sí o no” (según lo que iba a votar cada quien). Ésa era la meta: hacer que el debate colombiano sobre los acuerdos dejara de ser llevado al sentimiento y a las cadenas de información en Facebook o Whatsapp, y se llevara a un debate con altura esta decisión tan trascendental que todos tomaremos el día de mañana. Si bien mis opiniones previas siempre eran parcializadas (son opiniones, es imposible que no sean parcializadas); mis resúmenes los intenté hacer de la forma menos parcializada posible, y si en algún momento lo fueron me disculpo profundamente. Más allá de todo, hoy quedo con la inmensa alegría de poder decir: esa meta que tanto quería, la logré cumplir. Hoy mucha más gente es capaz de tomar una decisión informada.
Luego de haber estudiado tanto estos acuerdos y de haber estado piloso con todo lo que decía la opinión pública, logré darme cuenta de cómo ha sido el debate por el Sí o por el No, para que usted -además de los resúmenes- analice esto y tome por fin su decisión: nos podemos quedar varias horas discutiendo especificidades del acuerdo, sin embargo, podemos llevar la discusión más allá del acuerdo y ponerla en tres ámbitos; que son el económico, el político y el moral. En cada uno, el mismo argumento podrá utilizarse para votar Sí o para votar No.
Si es económico, suelen decir que “los impuestos se van a gastar en desmovilizados y en la implementación de todo lo acordado en la Habana”. Muy cierto (aunque también habrá inversión extranjera). Con esto usted puede tomar una decisión ¿quiere que sus impuestos se gasten en esto? Sí, o No. Al ser un abanderado del Sí, debo decir algo: no midamos el costo económico con el costo humano. De todas formas, cualquier decisión, sea Sí o No, gastará impuestos. Incluso, de votarse No, debido a los grandes problemas que tiene Colombia con el mercado petrolero el país podría bajar de calificación económica, lo que ahuyentaría a los inversionistas, literalmente. Además de que en mi resumen sobre el Fin del Conflicto expliqué según datos de Indepaz por qué la paz era menos costosa en términos directos que la guerra.
Si es político, suelen decir que “a los integrantes de los movimientos al margen de la ley se les permitirá acceder a política”. Muy cierto. Con esto usted puede tomar una decisión ¿quiere que los integrantes de grupos al margen de la ley accedan a política? Sí, o No. Sigo con la misma idea anterior: considero que la apertura democrática es algo que le urge a Colombia desde hace décadas. No se nos olvide que aquí tildamos al otro de “uribestia” o “mamerto”, y le disparamos. Nuestro debate es con municiones y no con argumentos, y si el costo político, pausando al costo humano, es permitir el acceso a política de delincuentes, no tengo problema en ello. Creo (con datos) igualmente, que la mayoría de víctimas del conflicto prefieren eso que el costo humano.
Si es moral, suelen decir que “quienes combaten la guerra son generalmente las personas de la clase socioeconómica baja y que quien más ha sufrido el martirio de la guerra es la población civil, lo que causa ira y dolor para perdonar o no perdonar”. Muy cierto. Y yo le quiero agregar algo: el voto está definiendo no sólo lo que usted quiere para su país, sino lo que usted le está mandando a hacer a todas esas personas. No quiero que sólo los que voten no peleen la guerra, así como sólo los que voten sí paguen la paz; pero lo que nunca estaré dispuesto a aceptar es que con mi voto esté implicando el proyecto de vida de otra persona: el muchacho de bajo estrato de Tame que quería ser profesor pero que la votación lo mandó a la guerra, al que solemos llamar Mambrú. ¿Considera usted que, aludiendo a esa ira y ese dolor del costo humano, puede perdonar o no perdonar? Sí, o No.
Antes de dar por terminado este proceso de resúmenes y seguir con mis columnas de opinión habituales, quiero discutir una última cosa: el tema de la renegociación. Sinceramente dudo mucho que pueda haber una renegociación de lo pactado, e incluso si la hay, dudo que obtenga resultados y que deje contento al sector opositor. Digo esto, porque al parecer nadie se ha dado cuenta del verdadero problema: cuantificar la “justicia”, la “impunidad”, la “participación política adecuada”; son cosas que generan muchos problemas, porque son conceptos intangibles. Alguien que me diga cómo se mide el amor. Si nadie sabe, yo menos. Intenten medir entonces justicia o impunidad. Cada vez que discuto sobre eso, me dicen que no están de acuerdo porque hay impunidad. Pero si les pregunto cuántos años de cárcel quieren o qué penas específicas quieren para que se sientan seguros de que hay justicia, titubean. Y no tiene nada de malo: es lo normal, es cuantificar algo que es por naturaleza incuantificable. Si no lo creen así, recuerden que al principio de todo este proceso la oposición decía que lo justo era que simplemente el Gobierno se levantara de la mesa porque no podía negociar con terroristas. Luego que lo justo era que se juzgara mediante jueces y penas ordinarias. Y luego de pactada la Jurisdicción Especial de Paz decían que lo justo era que se dieran más años de prisión. Entonces, ¿qué es lo justo? Da la impresión de nunca habrá justicia, de que tal vez la renegociación es algo inútil que hasta incluso un cambio presidencial obstaculizaría evidentemente.
Para terminar, yo creo que el acuerdo tiene muchas imperfecciones. Yo mismo me leí esas 297 páginas y en muchas ocasiones (mis amigos lo pueden atestiguar) me sentí decepcionado. Debo admitir que en otras me sentí totalmente entusiasmado. Por más imperfecto que sea y por cierta posibilidad que haya de que se incumplan algunas cosas, vale más la duda de la paz que la certeza de la guerra. Nunca olvidemos que los seres humanos somos imperfectos por naturaleza, que jamás estaremos contentos todos. Mi apuesta total es a que el Estado se ocupe de intentar construir esa paz estable y duradera de la que se obligó desde la constitución (que todos sabemos que la firma de este acuerdo no pondrá arcoíris en todo el país al otro día y que incluso hasta creo que por la naturaleza humana, esto de construir durabilidad en la paz es imposible). No se les olvide que la paz es un derecho fundamental en Colombia (siendo un país con uno de los índices más grandes de víctimas del mundo) y que la peor vía para garantizar este derecho es condenando a la eternidad ese costo humano que tanto hemos tenido.
Más allá de todo, lo más importante es que tomen la decisión correcta. No sé si es el Sí o el No, porque no soy omnisapiente como para saberlo. Sólo quiero que estudien bastante los resúmenes y que tomen lo que para ustedes sea la decisión correcta.
¡Gracias por todo su apoyo en la difusión de los resúmenes y en el compromiso al voto consciente e informado!