Todo ser vivo en la tierra experimenta el ciclo de la vida. Este se resume en germinar, desarrollarse, procrear y fallecer. Sin embargo, el ser humano va más allá de los cuatro momentos básicos de la existencia de un organismo vivo, en ellos existe la posibilidad de razonar, imaginar y sentir.
El origen del hombre y su evolución se ha debatido por siglos. Es una guerra constante entre la ciencia y la religión que aún no termina. Pero está claro que el ser humano, en su evolución, junto al raciocinio, adquirió la posibilidad de experimentar amor. Una emoción que inicia con la atracción entre dos individuos. Verse, hablar, conocerse, relacionarse y enamorarse, son más o menos las etapas por las que pasan las personas, no de la vida, sino del proceso que tiene como resultado la unión de dos sujetos que sienten amor y atracción mutua.
El constante coqueteo entre un hombre y una mujer se evidencia en calles, colegios, parques e incluso en el hogar. Flores, cartas, canciones y detalles en general, son las estrategias que usa el macho para ir tras su hembra y conquistarla, luego de que este ser femenino capta su atención. De esta manera, una minifalda que deja ver un par de piernas largas, una cabellera extensa y unos senos voluminosos, son suficientes para que un par de ojos masculinos consigan bloquear la mente de su dueño. Así, en cuestión de segundos, la mujer logra convertirse en la perdición del hombre.
Según la revista británica Proceeding of the Royal Society, un estudio de científicos de la Universidad de Leuven (Bélgica) “revela que los numerosos encantos de una mujer dificultan la capacidad de los hombres para tomar decisiones, ya que los niveles de testosterona se disparan ante los atractivos femeninos.” El hombre que ha logrado salir de la tierra para llegar a la luna, el que transforma la naturaleza para crear objetos increíbles, es el mismo que se convierte en un hombre primitivo con la necesidad de aparearse con su especie tras ser encantado por una mujer.
“La sociedad del espectáculo ha convertido a ese gran cazador y guerrero, en un perrillo faldero que reclama cariño y mendiga caricias. Ya no es un hombre porque se produce un cortocircuito en sus neuronas y su cerebro se ‘apaga’”, afirmó Alfonso Becker (escritor), en una columna de opinión publicada en Enlace Judío. Esto se ha evidenciado generación tras generación, desde la primera historia del escrito existente más antiguo, la Biblia.
La sagrada escritura en el primer libro, Génesis, manifiesta el dominio de la mujer sobre el hombre, “Eva le dijo a Adán que había comido del fruto y que tendría que abandonar el jardín. Luego le dio a Adán de la fruta y él comió.” (Génesis, 3 6:7). De igual manera, Eduardo VIII, también perdió la cabeza por la estadounidense Wallis Simpson, y por ella renunció a la corona de Inglaterra. Dos hombres distintos, de épocas y creencias diferentes, pero que terminan abandonando todo por ir tras un ser humano del sexo opuesto.
“En la historia abundan las mujeres que envenenaron a los hombres. Unas envenenaban su cuerpo, como lo hizo Livia con su esposo Augusto, el primer emperador del Imperio Romano. Pero otras envenenan el alma con sus perfumes, su maquillaje, o sus bailes”, asegura Susana Castellanos, literata y autora de los libros Amores malditos y Mujeres perversas de la historia. La sensualidad, las curvas, la belleza o la mente de la mujer, han logrado hipnotizar a los hombres, convirtiéndolos en esclavos de su deseo.
Todas estas experiencias de amor, lujuria y deseo por la mujer, que han llegado hasta ocasionar relaciones prohibidas, han sido de igual manera inspiración para muchos artistas que lo transmiten por medio de pinturas, escritos o simplemente canciones. “Mi corazón late fuerte cuando te tengo a mi lado, confieso que te he buscado mil defectos pa’, bloquearlo, pero me pasa algo raro, que más me sigues gustando” es lo que canta Jessi Uribe (cantante popular colombiano) en el segundo estribillo de la canción “Prohibido enamorarse”, dónde hace relación a ese fuerte sentimiento que le generó Paola Jara, colega del género y actual novia. Razón por la cual se separó de su esposa y sus tres hijos.
Historias como estas se observan a diario, sin importar la década, las costumbres, la raza o la religión. El hombre no puede controlarse, y se ciega ante el encanto de la mujer, hasta terminar con él mismo. Cómo interpreta Carlos vives en su canción “Las mujeres”, “Que vaina las mujeres acabaron conmigo”, y lo seguirán haciendo, porque la mujer siempre será la perdición del hombre.